Dice una vidala de Marcelo Salvatierra. El 11 de Agosto de 1933, en el departamento Robles de la provincia de Santiago del Estero, nació Francisca del Rosario, hija de doña Presentación Costas y don Custodio Gallardo.
Su vida transcurrió en ambiente rural, así que desde niña conoció y practicó las costumbres criollas, incluido el trabajo y la afición por el canto. Quichuista “de nacimiento”, Panchita aprendió el castellano porque debía concurrir a la escuela y relacionarse con la gente de las más o menos cercanas ciudades de Forres y Fernández. Muy ocasionalmente había que ir a La Banda o la ciudad capital.
Cuando creció, Pancha Gallardo se hizo conocida entre sus vecinos por su afición al canto vidalero. Era una típica joven campesina, laboriosa, honesta, de muy buen humor y solidaria con quien lo necesitase. Se casó y tuvo hijos, algunos de los cuales fueron a trabajar en Buenos Aires.
El esposo de Doña Pancha Gallardo trabajaba con el hacha. Cuando el hombre falleció, le quedaba un trabajo pendiente; entonces, la Pancha tomó el hacha y fue a terminar de desmontar donde le correspondía a su difunto marido. Y así siguió su vida, trabajando siempre, siempre haciendo algo y siempre cantando, tratando de no perderse ningún encuentro de vidaleros. Este año, estuvo cantando en el Encuentro de Vidaleros y Quichuistas, en el que cantó sola y también acompañada; a su pedido, el Dúo Quichuamanta cantó con ella la vidala La Pancha Gallardo, letra y música de Marcelo Salvatierra.
Los hijos de la Pancha Gallardo, reconociendo la buena crianza recibida, ayudan a introducir mejoras en la casa, para que su madre viva cada vez mejor, con más comodidades. Para cada cumpleaños de Doña Panchita, vienen los hijos que viven en Buenos Aires se unen a los que viven cerca de ella, para armar un buen festejo. Entre los invitados a la fiesta está el Alero Quichua Santiagueño.
Cada año, para el 11 de Agosto, se hace un lindo tintunácuy (encuentro) de familiares y amigos de la Pancha Gallardo. Este Domingo, el Alero Quichua fue hacia Buey Muerto, donde está la casa de la Pancha Gallardo, partiendo antes del mediodía desde Santiago del Estero, hasta la ciudad de Forres y de ahí entrando hacia el Este por un camino enripiado, hasta llegar a un canal de riego.
Desde ahí, hemos seguido por un buen camino que va entre el canal y una serie de campos sembrados y casas. A la vera del camino está la escuela Juan Bravo de Rueda. Seguimos andando y pasamos por el imponente edificio del colegio secundario, seguido de la posta sanitaria. Más allá, entramos hacia la casa de Doña Pancha Gallardo, que está ckayllitapi (cerquita).
Al llegar, el grupo del Alero Quichua compartió el canto de una vidala con la Pancha, que había salido a recibir. Después de los saludos, el Alero se sumó a la reunión familiar. Un rato después, hubo canto criollo, quichua y castellano, cantó también la Pancha Gallardo y volvió a interpretar “su vidala” con el Dúo Quichuamanta.
Un amigo de la familia, que vive en la Patagonia, hizo una canción dedicada a ella y también la cantó. Mientras seguían los músicos y cantores, Inti, el Sol, caía entre los algarrobos. Iniciamos el regreso después de una tarde ancha súmaj (muy linda), con la alegría de haber visto la fortaleza de una señora quichuista, cantora, trabajadora, que ha formado una familia con buenos sentimientos y buena actitud ante la vida, en la que hay huahuitas (niñitos de corta edad) que ya se inclinan por el canto nativo y quieren tocar el bombo también.
Santiago del Estero sigue teniendo gente quichuista, de trabajo, alegre, que gusta del arte nativo, que trabaja la tierra y a la vez conserva el bosque. Eso es saber progresar.
13 de Agosto de 2024.