Ya que muchos de los invitados no se conocían entre sí, el dueño de casa continuó con las presentaciones; después del nombre de cada persona, agregaba: “La mejor agente de tránsito”, “el mejor carpintero”, “el mejor escultor”, “el mejor lustrín”, “la mejor vendedora”, “el mejor barrendero”, “la mejor dentista,” etc. Cuando el hombre que cumplía años estaba completando la rueda de presentaciones, uno de los invitados le preguntó: “¿Todos ellos son los mejores en algo?” y el cumpleañero le respondió: “Así es; para mí, todos son los mejores en lo suyo, como vos, el mejor colectivero de nuestra provincia".
Puede parecer una broma, pero en la descripción de los presentes, ese hombre estaba mostrándose como el mejor anfitrión, o como el mejor amigo, porque al valorarlos a ellos, estaba mostrando el agrado que sentía al estar relacionado con ellos. Dicen que cuando alguien habla de otras personas, también está hablando de sí mismo.
Muchas veces nos encontramos con gente que muestra escasa valoración hacia sus cercanos. Es muy común que alguien recuerde frases como: “¡Qué va a ser artista si es mi vecino!” También hemos escuchado decir: “¡Ve po el famoso médico! Es de aquí, así que no debe de ser gran cosa”. Y existen casos peores, como la falta de aceptación por la vocación de un hijo, y peor aún, las descalificaciones proferidas para desalentar a “la oveja negra” que quiere hacer algo que podría ser trascendente. Entre gente grande, en ocasiones se ve a unos queriendo desalentar a otros, con críticas feroces hacia la actividad preferida de esos prójimos.
Si viene alguien de tierras lejanas, es habitual y comprensible, desde nuestra óptica de criollos descendientes de paisanos andantes, la atención preferencial a los viajeros. Llega alguien por el camino y nos preocupamos por atenderlo de la mejor manera: Cuidamos de que se siente a descansar, que beba, que coma, y le preguntamos si necesita un lugar para dormir. Nuestra naturaleza de peregrinos ordena asegurarnos de que el viajero esté bien en esta parada.
En la época en que no había los medios de comunicación masivos que hay desde hace un buen tiempo ya, los viajeros representaban la posibilidad de saber qué pasaba en otros lugares. Además, cambiaban la rutina de quienes los recibían, gracias a sus relatos generalmente sorprendentes. Una vez retirado el viajero, las historias que había contado eran el tema de conversación en las ruedas de fogón.
Había viajeros o familias viajeras que, ante la aceptación recibida y no teniendo mejores expectativas para más adelante, resolvían quedarse y, poco a poco integrarse a la comunidad local. Con el tiempo y la presencia cotidiana, sus relatos dejaban de ser novedosos y los que llegaran como viajeros, pasaban a esperar también la llegada de visitantes con sus noticias de tierras lejanas.
Respecto a los europeos arribando a tierras americanas hace más de cinco siglos, alguna gente los recibió con mucha alegría, otras personas los vieron con desconfianza y otras los recibieron con hostilidad. La hostilidad se debía, seguramente, al extraño aspecto de los recién llegados, o tal vez algunos de ellos llegaron con aires de superioridad, tomando como propio lo que no les correspondía. Hoy, a toda persona que uno puede percibir como viajante, visitante que viene en paz, se recibe con toda amabilidad.
Ocurrió y suele ocurrir, que la llegada de foráneos fue recibida como una posible solución a problemas individuales o comunitarios, los que puede tener cualquier grupo humano. En esos casos, los resultados fueron diversos y buenos para unos pero malos para otros, como suele suceder. Tal como ocurre habitualmente, los reproches del lado perjudicado fueron interminables.
Puede ocurrir que, entre los recién llegados, haya quienes se muestran como los salvadores esperados, y se aprovechan de la actitud de quienes parecen creer que lo bueno viene de afuera. La realidad es que, algunas comunidades, al igual que las personas, son eficaces en algo específico, mientras que en otras cosas dejan mucho que desear. Es necesario esforzarse para mejorar lo que está mal y reforzar lo que está bien.
Es muy posible que esa espera de la llegada de soluciones desde tierras ajenas y la falta de reconocimiento a los propios, se deba a la falta de autoestima, como si uno diría: “No puede ser alguien con talento, si en gran parte se parece a mí”.
27 de Febrero de 2024.