Por Crístian Ramón Verduc
20/02/2024
¡Ay, carnaval de mi vida!” “¿Ímaj ‘ripanqui? (¿Porqué te me lo vas?)

Reclama en su comienzo la vidala Añorando el carnaval, de Julio Domingo Ayunta. El carnaval, desde sus comienzos, posiblemente hace miles de años, es una actividad festiva popular y multitudinaria.

Hay quienes afirman que tiene sus orígenes en fiestas del antiguo Egipto, también hay quienes dicen que viene de tradiciones de la antigua Grecia y de la antigua Roma. Concretamente, hay registros históricos de las “carnestolendas” de hace 1.200 años, de antes no hay. Hasta el momento no hay tales registros, aunque puede haber existido de hecho en tiempos anteriores.

El carnaval ha llegado a nuestras tierras criollas como una fiesta relacionada con el catolicismo, pues el momento del año en que se realiza, está vinculado a la Pascua cristiana.

La historia y las tradiciones cuentan que el éxodo judío de Egipto, ocurrió hace unos tres mil años durante una noche de Luna llena, cuando el pueblo de Israel pudo marcharse de las tierras del faraón sigilosamente, sin usar antorchas. 
El Domingo de Pascua es la fiesta central del cristianismo. Es cuando se conmemora la resurrección de Jesucristo.

Desde el año 325 de la era cristiana, está establecido que ese día es el primer Domingo posterior a la primera Luna llena que haya después del equinoccio de Marzo, coincidente en forma aproximada con un aniversario del éxodo de Egipto. Los días previos al Domingo de Pascua son llamados Semana Santa. Los cuarenta días previos a la Semana Santa son la Cuaresma, que comienza el Miércoles de Cenizas, un día después del carnaval.

Al ser variables los ciclos lunares en el almanaque de cada año, también es variable el Domingo de Pascua y el carnaval, que suele celebrarse en Febrero o Marzo. En el Hemisferio Norte, el carnaval es una fiesta invernal, mientras que en nuestro país, en el Hemisferio Sur, la fecha del Carnaval ocurre cuando ya se insinúa el fin del Verano.

Los españoles en casi toda América del Sur y los portugueses en Brasil, trajeron su religión, sus tradiciones y sus costumbres. Los pueblos locales existentes antes de la llegada de los europeos, tenían sus celebraciones relacionadas con sus creencias y la observación de los astros celestiales. Así es como, entre otras costumbres importadas por los europeos, el carnaval tomó características propias en cada región de nuestro continente.

Entre las características del carnaval en Santiago del Estero, hubo hasta hace pocas décadas, la del juego con agua entre familias, vecinos y conocidos, aunque eventualmente los más chicos mojaban a personas desconocidas al grito de: “Carnaval tiene la culpa”. El juego consistía, básicamente, en mojar sin ser mojados. Para el juego se utilizaban baldes, jarras o tarros que habían sido preparados especialmente, o que habitualmente se utilizaban para regar las plantas.

Algunos modos de jugar tenían una cierta rudeza, como el aprovechamiento del barro que se formaba en las calles o en los patios, para forzar a alguien a ensuciarse; para ello, hacía falta el uso de la fuerza entre dos o tres para derribar en el barro a la persona destinataria de tal agresión amistosa. A veces, una persona de mucha fuerza o de buen tamaño, era suficiente para dominar a la otra. No dejaba de ser una forma ruda de jugar, y en ocasiones surgían malentendidos y actos de violencia.

Con el tiempo, aparecieron los pomos y las pistolas de agua, que permitían dirigir un chorro leve a cada destinatario, aunque estuviese a cierta distancia. Además, estos artículos comerciales permitían mojar muy poco a cada disparo y había que recargar cada tanto la pistolita o el pomo; era ideal para la participación de los más chicos, los que hasta entonces habían usado tarritos de menos de un litro. Entre los productos comerciales para el juego con agua, surgieron las “bombitas”, pequeños globos de látex que se llenan con agua y son lanzados a cierta distancia, igual que un soldado que arroja una granada.

Los juegos con agua eran para el día, que en esta época del año es caluroso, mientras que para los bailes nocturnos de carnaval y para los desfiles de comparsas, estaba reservado el uso del papel picado y de la serpentina de papel, como una forma de compartir un juego sin mojar, habida cuenta de que en Febrero o Marzo, las noches no son tan calurosas como para andar con la ropa mojada.

Al amparo del anonimato entre las multitudes concurrentes a los bailes, había quienes abusaban del momento, arrojando bombitas a medio llenar, que eran lanzadas con mucha fuerza y aún así, en muchos casos no se rompían en el doloroso impacto. También se adoptó la costumbre de ensuciar con pintura el rostro y la ropa de los “contrincantes”, llegando incluso a usarse alquitrán o grasa lubricante para máquinas. El juego con harina o talco, copiado de otras provincias, permitió a “los malvados de siempre” el uso de sustancias tóxicas para satisfacer su propia agresividad.

Hace un tiempo largo que han desaparecido las reuniones de vecinos jugando y bailando en la calle y las comparsas recorriendo los barrios. Ahora, los bailes de carnaval son muy parecidos a los de todas las semanas del año, salvo por el uso de agua y harina. Hay corsos en los que desfilan comparsas y murgas que compiten entre sí, para demostrar que unas son más brasileras que otras.     

Con el paso del tiempo y con la abundancia de información, muchas costumbres cambian. El carnaval sigue marcándonos el final de la época de vacaciones escolares, lo que provoca un gran cambio en la rutina de las familias y de las poblaciones.

Así como muchas cosas tienen una yapa (un agregado), el carnaval tuvo su despedida anteayer, el Domingo. Es tiempo en que nuestros mayores habrían guardado sus cajas vidaleras, hasta pocas antes del nuevo carnaval.  

20 de Febrero de 2024.
 

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