Preguntaba Don Lorenzo Gutiérrez en su poema Sacha Reyes Magos. Cuenta que eso pensaba un padre en el monte santiagueño, agregando que no se juega cuando aprieta la pobreza. Pocos años después de hacerse conocido el poema, Don Sixto y Rubén Palavecino Le agregaron una música de taquirari creada por ellos y lo grabaron en 1986, con las voces de Los Hermanitos Coronel y Las Hermanitas Herrera.

La primera entrada de europeos a nuestro territorio, ocurrió en Enero de 1544 con el grupo de Diego de Rojas, pero el cristianismo comenzó su presencia continua a partir de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, en 1553. Con el cristianismo llegó un cúmulo de conocimientos y creencias diferentes a lo que conocían y practicaban los pueblos locales.

En esa época de campaña conquistadora, parece que para los expedicionarios españoles, todos los días eran iguales, salvo por los cambios climáticos, los encuentros con lugareños y, muy excepcionalmente, algún oficio religioso si con ellos marchaba una persona preparada para ello. En caso de muertes o bautismos, el jefe de la expedición se ocupaba de hacer una oración para el difunto o una breve ceremonia de bautismo, según el caso.

Al ir afianzándose las ciudades, fueron tomando fuerza las prácticas religiosas. Parte de las tradiciones católicas son las celebraciones de fin de año, que comienzan con la Nochebuena y se completan con el día de los Reyes Magos. Esta tradición consiste en que, el 5 de Enero por la noche, los niños de la familia ponen su calzado en un lugar de la casa, con una notita dirigida a los Reyes Magos, los mismos que hace dos milenios, habrían viajado desde Oriente a Belén para adorar al Niño Jesús.

Uno debe aprender a ver a Jesús en cada prójimo, y al Niño Jesús en cada niño, más allá de cómo uno valore las conductas de cada uno. Por eso es que se formó la tradición católica de que cada amanecer del 6 de Enero, los niños reciban un regalo “dejado por los reyes magos durante la noche”. Los chicos, en su inocencia, acreditan en lo que le dicen sus mayores y, dando rienda suelta a su imaginación, se ilusionan y piden juguetes. Algunos de ellos piden en su cartita juguetes muy costosos, esos que aparecen en los avisos comerciales de la televisión.

Hay padres que se sacrifican para satisfacer la ilusión de sus hijos, pero otros no consiguen comprar lo pedido; entonces compran un sustituto barato y justifican a los reyes diciendo que posiblemente, en su largo andar ya se les habían acabado los juguetes pedidos, pero que no habían querido dejar a un niño tan bueno sin algo, aunque fuese distinto a lo esperado.

Llega un momento en que los padres revelan la verdad a sus hijos, con la recomendación de no avisar a sus hermanos menores ni a otros niños, para dejar que cada padre decida el momento para revelar a sus hijos quiénes son los verdaderos magos de la economía familiar.

Hay gente para la que todos los días parecen iguales, en su afán desesperado por sobrevivir. Así solía ser la vida de las familias de hacheros en los obrajes madereros, procurando cortar cada día más troncos, para poder con sus magros ingresos achicar la deuda en la proveeduría del patrón. El relato de Don Lorenzo Gutiérrez habla de un hachero que de pronto se da con que es víspera del día de reyes y su hijo está ilusionado, porque alguien le habría dicho que vienen los reyes magos repartiéndolos en paquetes.

Cuenta Don Lorenzo que ese padre se afligía, ante la posibilidad de tener que agregar una desilusión al sufrimiento que padecía su hijo, por las carencias que trae consigo la pobreza.

Pero, siempre puede aparecer una solución para la gente de fe que sabe interpretar las señales: Esa noche, nació un hermoso burrito, y el padre vio en el animalito un posible regalo para su hijo. Faltaba saber cómo lo recibiría el changuito, y Don Lorenzo Gutiérrez cuenta: “Así llegaron los reyes en los sueños de aquel niño, que bautizó Rey al burro, con inocencia y cariño”.  

09 de Enero de 2024.