Preguntó una niñita a su madre, después de que el automóvil con turistas extranjeros reanudó su marcha. El hombre del auto había preguntado a la señora: “¿Dónde está el calle Belgrano?” Y la mujer que conducía el auto, aclaró: “El avenida Belgrano”. El hombre acrecentó: “Queremos ver la obispado y la catedral”.
La madre, pacientemente, explicó a la niña que es preciso comprender que en el mundo existen distintos idiomas, que hay gente que en su afán por conocer otros países y otras culturas, procuran aprender rápidamente el habla del lugar de destino. Es así que gente de países europeos y asiáticos vienen a conocer los países de América del Sur, y se las ingenian para superar las diferencias de los idiomas, al igual que gente de nuestros pagos que consigue visitar esos continentes.
Hay idiomas en los que la segunda persona se expresa con una única palabra, como ocurre con el quichua, por ejemplo. En quichua tenemos la palabra ckam para decir “usted, vos, tú”, indistintamente. En el castellano simplificado que hablamos, aún diferenciamos entre el trato formal y el trato coloquial con personas de nuestra mayor confianza. En segunda persona del plural hay similitud entre ambos idiomas, pues se utiliza una única palabra: En quichua se dice ckamcuna y en castellano, ustedes.
Volviendo al caso de los turistas del automóvil, posiblemente procedían de un país cuyo idioma no tiene el artículo que en castellano precede al sustantivo (La, el, las, los, un, una, unos, unas) y, en el momento de elegir cuál aplicar antes del sustantivo erraban algunas veces. Algo así suele ocurrir con gente quichuista que en su pago habló poco y nada de castellano, y al trasladarse a una ciudad tuvo que comunicarse en el habla corriente de la población. Entonces, entre otras adaptaciones, debieron aprender a usar el artículo.
Por ejemplo, para decir: “Yo miro el río”, la persona quichuista va a decir: “Nocka mayut ckaani” o directamente: “Mayut ckaani”. Para decir: “Yo canto la chacarera”, dice: “Chacarerat cantani” o “Cantani chacarerata”. Si uno está llegando recién desde el quichua hacia el castellano, puede equivocarse y decir: “La río”, “el chacarera”, y a veces decirlo en forma correcta pero quedar dudando, hasta que con el habla cotidiana se va acostumbrando.
No conocemos que hayan existido escuelas, públicas o privadas, que se encargaran de enseñar a la gente a hablar en castellano sin renunciar al quichua. Hay muchos testimonios, entre ellos el libro Shunko, afirmando que el personal docente se encargaba de hacer que el alumnado reemplace al quichua por el castellano. Niños y adultos, unos por la presión en la escuela y otros por sus viajes en búsqueda de trabajo, tuvieron que adaptarse rápidamente al castellano.
La enseñanza en las escuelas es sistemática y ordenada, pero en lugares de trabajo, especialmente donde el trabajo es rudo y los compañeros tienen poca paciencia o poco conocimiento para enseñar su propio idioma, el aprendizaje puede estar cargado de errores. Ello da como resultado que, tanto turistas con poco tiempo disponible para aprender el idioma local, o quichuistas con pocas oportunidades para un aprendizaje ordenado, durante un cierto tiempo tengan dificultades con el castellano, lo cual se hace notable en el uso de los artículos.
Esas personas obran de buena fe y con voluntad de aprender. También obran de buena fe quienes quieren enseñarles. El resultado se dará con el tiempo. Pero en ocasiones nos encontramos con personas que parecen no querer enseñar ni honrar al quichua. Posiblemente siguen otros intereses que no podemos determinar cuáles son.
Muchas veces hemos oído decir: “La quichua, como dicen los quichuistas” o, peor aún: “La quichua, como decía Don Sixto Palavecino”.
El quichuista, hablando en quichua, no utiliza artículo, pues el quichua no lo tiene. Si en castellano dice “la quichua, la libro, el señora”, es porque aún no domina el uso de los artículos, pero ya va a terminar de aprender.
Don Sixto Palavecino, entre la escuela primaria y su vida de relación con gente de la ciudad capital, ya fuese por la música o por las actividades de su negocio en Salavina, al trasladarse a la ciudad de Santiago ya usaba bien los artículos, y ello se refleja en las letras de algunos de sus temas musicales. Por ejemplo, en la chacarera Noticias del monte dice: “Llójsej cani (Suelo salir, acostumbro salir) prevenido, mi alforja de quichua llena, el quichua que a los quichuistas hablar les daba vergüenza”. En la chacarera Causani para cantarte (Vivo para cantarte), dice en una estrofa: “Nocka niyquichis quichuata, que lo abandonaron tanto” y traduce para el canto: “Quiero decirles el quichua, que lo abandonaron tanto”. En la chacarera Quichuizar al mundo, dice: “Quichuatacka mana niyqui, sujcuna saanta 'rináan”, y traduce: “Yo no pretendo que el quichua sobrepase a los demás”.
Apelando a la memoria y buscando entre sus escritos y grabaciones, nunca hemos encontrado, hasta ahora, que Don Sixto haya dicho “la quichua”. Si queremos tomar como guía su gran legado, una de las cosas que deberíamos hacer es seguir su pedido de que el quichua, sin sobrepasar a los otros idiomas, tampoco sea menos o se lo haga aparecer como algo pintoresco.
Todo esto, nos anima a decir a quienes ponen sus propias palabras en boca de otras personas: “Ama llullaychu” (No mientas, no mienta usted).
28 de Noviembre de 2023.