Después de dar otro sorbo al mate, agregó: “Hoy arrancamos todo el yuyo malo que está invadiendo el sembrado”. La ocasión era propicia, pues después de dos días de lluvia, el suelo estaba blando y la mala hierba podría ser arrancada de raíz.
En vez de comenzar la tarea cada uno desde un extremo, decidieron ir a la par, en surcos contiguos, para poder hacer un trabajo parejo y minucioso; de paso, para poder conversar mientras trabajaban. A poco de empezar la tarea, el muchacho dijo: “Tata: Yo creía que usted también iba a decir arrancar por decir comenzar”. El padre, con una sonrisa, le respondió: “Nunca esa carta”, mientras ambos seguían arrancando yuyos y haciendo montoncitos para después venir a llevarlos.
Más adelante, como quien no quiere la cosa, el hombre dijo al muchacho: “En quichua tenemos el verbo ckallariy para decir empezar, comenzar, iniciar”, y agregó: “Nocka ckallarini, ckam ckallarinqui, pay ckallarin”. Como siguiendo un juego, el muchacho respondió: “Yo comienzo, usted comienza, él comienza”, y seguían arrancando yuyos de en medio de las plantas “buenas”.
Se habían propuesto hacer el primer tramo de trabajo hasta llegar a la sombra de un algarrobo, donde descansarían un momento para después continuar. El chango, ansioso por saber más, siguió interrogando a su padre, maestro recientemente jubilado: “¿De dónde viene la palabra arrancar y qué significa?” El padre, después de echar los brazos hacia atrás levantándolos para arquear el cuerpo, se sentó y le dijo: “Justamente, hace pocos días estaba consultando el diccionario y he visto que, literalmente, arrancar es separar algo de un tirón, que es lo que estamos haciendo con los yuyos, a los que separamos de la tierra, arrancándolos de raíz. Esa palabra podría venir del francés antiguo y tiene un antecedente cercano en el verbo erradicar”.
Mientras se preparaban para seguir con la tarea de limpiar la huerta, el muchacho volvió al cuestionario espontáneo: “¿Por qué llamamos burro de arranque al aparato que compramos como motor de partida, el que sirve para poner en marcha a la camioneta?” El padre dejó de arrancar yuyos un momento y respondió: “¡Cierto! Olvidaba decirte que la palabra original francesa también definía a un avance, a ir para adelante. Deduzco que por eso se ha dado en llamar motor de arranque o burro de arranque al motor de partida”.
“Muchas expresiones populares tienen por origen la observación de un acto. Por ejemplo: Antes del motor de partida o burro de arranque, a los automotores se los ponía en funcionamiento haciendo girar el motor con una manivela o empujando. A muchos tractores aún se los deja sobre un terraplén para que al día siguiente se los ponga en marcha haciéndolos rodar cuesta abajo. A las motocicletas que no tienen motor de arranque, se las pone en marcha con una palanca que se impulsa con el pie, y por eso la llaman patada”.
Así, conversando, con el hombre grande cumpliendo su doble función de padre y maestro, en poco tiempo concluyeron la tarea que habían comenzado temprano, con las primeras luces del día. Después de “picar algo”, el muchacho se dedicaría a estudiar, pues a la tarde debía ir al instituto de formación en que había empezado a seguir los pasos de su padre, con la intención de llegar laboralmente más allá que él.
Mientras se lavaban las manos, el joven soltó la pregunta que había sido la motivadora de todo el diálogo: “¿Porqué la gente de la televisión dice siempre arrancar, en vez de ir variando con empezar, comenzar, iniciar?” El padre pensó en los distintos motivos que unas semanas atrás había imaginado, pero decidió no complicar la respuesta, y dijo simplemente: “Porque ellos no saben hablar bien”.
12 de Septiembre de 2023.