Dice Atahualpa Yupanqui en la chacarera La olvidada, sobre música de Los Hermanos Díaz. Tiene razón: No hay que olvidar o, mejor dicho, hay gente a la que no se debe olvidar y hechos que no deben ser olvidados.
Rubén Alberto Pereyra es bandeño. Nació el 21 de Abril 1.941. Con sus padres y hermanos vivía en la avenida Bolivia 565 de la ciudad de La Banda. Estudiando y trabajando, creció en un hogar laborioso y cancionero.
Dicen que La Banda es cuna de poetas y cantores; algo de cierto debe de haber. El joven Rubén Pereyra comenzó a subir a los escenarios; cantaba, tocaba el bombo y tocaba la quena. Cuenta Rubén Pereyra que, en 1957, la revista Radiofilm y la emisora Radio Belgrano, de Buenos Aires, organizaron el concurso Voces Nuevas Para el Tango y el Folclore. En Santiago del Estero, las etapas del concurso se hacían los Viernes en LV11 Radio del Norte.
Rubén Pereyra entró en el concurso como solista. En esos encuentros semanales, conoció a Leocadio Torres, que vivía en el barrio Las Cejas, de Santiago; también conoció a Juan Carlos Paz (Onofre Paz), que vivía muy cerca de su casa, en Villa Unión, La Banda. Concursaban como solistas, pero en las peñas, Torres solía cantar a dúo con Valentín Campos, y Paz con Tomás Barraza.
Varios solistas llegaron a la final, entre ellos Rubén Pereyra y Onofre Paz, que resultó ganador. En las esperas de su turno para cantar en cada Viernes, habían decidido cantar juntos los tres, y entonces Paz había prometido incorporar a un muchachito que era buen bandoneonista. El bandoneonista era el entonces chamamecero Héctor Raúl Castro, que era de Los Quiroga pero vivía a pocas cuadras de la casa de Pereyra.
Decidieron ensayar en la casa de la familia Pereyra, por el terreno amplio, con una frondosa higuera que les permitía tocar y cantar “a hora de siesta” sin despertar a nadie. Cantaban temas del cancionero santiagueño, litoraleñas y música del altiplano; en ese caso, Rubén Pereyra tocaba la quena.
En su relato, Rubén Pereyra nos dice que la primera actuación del nuevo conjunto se dio para presentarse en Ancaján, departamento Choya. Ancaján está unos 30 kilómetros al Noreste de la ciudad de Frías. En esa época, muchos de los acuerdos para las actuaciones se hablaban en el Bar Casino, en calle Tucumán entre Libertad y Pellegrini, ciudad de Santiago del Estero. Dice Rubén que era el punto de encuentro para conversar sobre el arte que unía a músicos y cantores, además de “despuntar el vicio” tocando y cantando algo; por eso lo llamaron El Rincón de los Artistas. El propietario del Bar Casino era el cantor y autor Pedro Evaristo Díaz.
La gente de Ancaján pagó a la única emisora de radio que había en toda la provincia, para hacer publicidad de su encuentro artístico. El nuevo conjunto aún no tenía nombre; dice Pereyra que entonces, el bandoneonista Alberto Pérez, que era director de LV11, les sugirió el nombre Los Manseros Santiagueños, explicándoles que se llama mansero al changuito que se ocupa del cuidado de los animales mansos.
Hay una foto de esa época, amarillenta por el paso del tiempo, en la que se ve a los cuatro jóvenes, espigados, vestidos de gaucho, con dos guitarras, bandoneón y bombo.
Siguieron las actuaciones en peñas, en el Centro de Viajantes, que estaba en la calle Buenos Aires a pocos metros de la calle Libertad, en el club Red Star, que está en la calle Rivadavia. Dice Rubén que llegaron a hacer tres temporadas invernales en Las Termas de Río Hondo. Cuando Pereyra debió cumplir con el servicio militar obligatorio, en el Regimiento 18 de Infantería, en la ciudad de Santiago del Estero, tuvo que dejar el conjunto. Dice que después del servicio militar, pudo cantar con ellos en dos o tres actuaciones más. Para entonces, Héctor Castro, el bandoneonista, ya se había apartado y tiempo después formó el grupo “Castrito y su barra tanguera”.
Habiendo formado su familia, Pereyra dejó el conjunto definitivamente porque entró a trabajar en una empresa a la que dedicaba muchas horas diarias durante casi toda la semana. Entonces entró Carlos Carabajal en Los Manseros Santiagueños. En esa época vivían todos en Buenos Aires.
La amistad de Pereyra con Los Manseros continuó, y vino la fama del conjunto, lograda en base a talento y perseverancia. En Buenos Aires, Paz se domiciliaba en un primer piso, y Torres en el cuarto piso del mismo inmueble. Rubén Pereyra solía visitarlos a los dos en cada ocasión que podía, primero a Onofre y después a Leocadio.
Cuando Leocadio Torres enfermó, cuenta Rubén Pereyra que fue a visitarlo. Después, se fue a vivir en el Perú y, estando en Lima, se enteró de una nueva recaída de Torres y su fallecimiento.
Años después, Rubén Pereyra volvió a Buenos Aires y cada tanto viene a La Banda, a la casa en que viviera con sus padres. En esos días visita a su hermana, Alicia, y a Quico, su hermano también cantor, que vive muy cerca de donde crecieron.
Este bandeño andariego y cantor, en cada oportunidad que hay, canta, toca el bombo y conversa sobre el presente, el futuro, y ese pasado que atesora en su corazón.
04 de Julio de 2023.