Dice Pablo Raúl Trullenque en su chacarera Adiós hermano Cachilo, con música de Leo Dan. Hay quienes dicen que la ebriedad puede apaciguar los dolores del alma, pero también hay quienes afirman que el efecto es totalmente opuesto.
Quien ha pasado por el mal momento de presenciar una borrachera, puede haber observado que generalmente la persona que está ebria suele pasar por distintas etapas: Al comienzo parece que todo lo ve lindo: Está alegre, bromista y con ganas de beber más, como si fuese un juego. El ebrio alegre puede llegar a ser el alma de la fiesta, por sus ocurrencias y su desenfado para bailar.
Después podría ponerse agresivo, especialmente si no complacen sus pedidos o si sus bromas no causan el efecto esperado. También puede enojarse si sospecha que alguien se burla de su estado. El próximo cambio que podría darse es el de la tristeza, el llanto al recordar momentos aciagos que parecían olvidados o mostrando un exagerado arrepentimiento por sus malas actitudes de hace pocos minutos. Finalmente, puede darse un gran malestar físico, con vómitos y posterior caída en un sueño profundo.
Dicen que la borrachera es divertida. Seguramente lo es, si uno gusta de reírse de las extravagancias de los ebrios. Hay quienes beben en exceso por que les agrada el sabor de la bebida y, como una manifestación de la gula, ingieren la bebida mientras ven que hay; antes de darse cuenta, están ebrios sin habérselo propuesto.
Aunque parezca extraño, hay quienes manifiestan que beben para embriagarse; dicen que ese estado es mejor que la conciencia plena cuando se pretende olvidar por un momento alguna pena. Otros bebedores dicen que no hay alegría sin borrachera, pese a que la alegría plena se da estando conscientes del motivo para estar contentos.
El vino, la milenaria bebida que se comparte en momentos especiales o en la mesa cotidiana, puede ser motivo de alegría cuando se lo bebe cual si fuese un lazo entre los presentes, pero si uno busca en el vino alivio para sus males, puede estar regando sus males con la bebida para hacerlos crecer, agregándoles el mal del alcoholismo, de yapa.
Hoy tenemos la posibilidad de elegir entre una amplia gama de bebidas elaboradas por la industria especializada.
Desde tiempos ñaupas (antiguos), en nuestro continente se elaboraban bebidas que resultaban agradables. En las regiones con algarrobo fue ideada una bebida alcohólica a partir de la fermentación de la algarroba en agua. La graduación de alcohol depende del tiempo de fermentación. Dicen que a los cuatro días ya está lista una bebida suave, que se hará más fuerte cuanto más tiempo queden las algarrobas en el líquido.
De España nos llegó el nombre “algarrobo” para el tacko, por su similitud con el algarrobo europeo; también nos llegó el nombre “aloja” para la bebida preparada a partir de vainas del algarrobo, pues en España había ya una bebida llamada aloja (palabra con ancestro griego). La palabra algarrobo llegó a España desde el árabe.
Dicen que la aloja de algarroba se podría comparar con la cerveza en cuanto a graduación alcohólica. Si se deja la algarroba en el líquido durante varios días, la bebida será cada día más fuerte, hasta convertirse en un aguardiente, a la que nuestros paisanos llaman “agua muerta”.
A nivel mundial, la cerveza existe desde hace unos seis mil años, según los arqueólogos que encontraron vestigios de las primeras elaboraciones de esta bebida alcohólica suave. La primera fabricación de cerveza en suelo argentino está documentada en 1738, cuando un inglés instaló en el barrio de Retiro (ciudad de Buenos Aires) una fábrica de cerveza; el nombre de la fábrica era “Zerveza”.
En el Siglo XIX, la cerveza llegaba a Buenos Aires en toneles, viajando en barcos desde Europa, para los consumidores sajones y germanos. En 1880, el inmigrante francoalemán Emil Bieckert, instaló una fábrica de cerveza, con personal técnico de su Alsacia natal. En 1888, el alemán Otto Bemberg fundó la cervecería Quilmes, a la que puso el nombre del municipio bonaerense en que la instaló. La ciudad de Quilmes tiene ese nombre por que ahí estaba el campo de concentración de los quilmes de las montañas de Tucumán, después de haber sido derrotados trabajosamente por los conquistadores españoles y obligados a caminar unos 1.300 kilómetros hasta ese lugar a orillas del Río de la Plata.
Las primeras elaboraciones de vino en el mundo, según los arqueólogos, datan del período Neolítico; es decir, cuatro mil o más años antes de Cristo, lo que le da una antigüedad histórica mucho mayor que de seis mil años hasta ahora.
La producción vitivinícola en Argentina se remonta a los primeros años de nuestra ciudad, cuando el presbítero Juan Cedrón plantó en Santiago del Estero las primeras vides, que habían partido de España, pasando luego por el Perú y Chile. En Santiago del Estero no había clérigo para celebrar la misa, así que designaron al padre Cedrón y él viajó desde Chile a lomo de mula, trayendo plantines de vid, porque iba a necesitar vino para celebrar la misa.
Décadas después, los cultivos se extendieron por Salta y por Cuyo. Sin proponérselo, el padre Juan Cedrón sentó las bases de la vitivinicultura en nuestro país, y lo hizo desde Santiago del Estero.
En 1877 llegaron los inmigrantes italianos a la zona de El Zanjón, al sur de la ciudad de Santiago del Estero, y trajeron los conocimientos para trabajar la tierra y para hacer vinos. El vino de El Zanjón es mencionado en la Zamba Alegre.
El vino, la cerveza u otra bebida, brinda un placer físico al beberla y un placer espiritual al compartir el momento con seres queridos. Son momentos que nos hacen bien, siempre y cuando evitemos los excesos.
28 de Marzo de 2023.