Dice Horacio Banegas en su chacarera y describe en forma muy lucida algo que vemos cada día y muchas veces no le prestamos atención. Cada persona va por la vida haciendo y deshaciendo cosas, andando y desandando caminos, conociendo gente a la que seguirá viendo y también a quienes no verá nunca más.
Lo que generalmente no percibimos es que en ese andar vamos sembrando y cosechando. Hay dichos y refranes que se refieren a lo que uno hace; por ejemplo, un refrán que tiene su antigüedad, dice: “Siembra tormentas y cosecharás tempestades”, advirtiendo que uno no debe obrar mal, pues las leyes naturales de compensación devolverán con creces el mal que uno haya hecho.
En la vida también se hace muy buena siembra. No todos somos totalmente buenos ni totalmente malos; es lo que alcanza a verse en este andar por la Tierra. Cada uno somos una mezcla especial de características que determinan nuestro modo de ser y de actuar.
Cada uno tenemos nuestro propio modo de ser, que a su vez puede variar levemente de un día para otro, o ante diversas situaciones, en las que influyen otras personas y ciertos acontecimientos. Esto último ha sido resumido por el filósofo español José Ortega y Gasset, al afirmar: “Yo soy yo y mi circunstancia”, para hacer la salvedad de que no todo depende de uno mismo.
Parece ser que, en nuestro andar por la vida, vamos por un camino muy ramificado, lleno de bifurcaciones. Debemos partir desde el camino que nos ha sido asignado, pero en cada bifurcación somos nosotros quienes vamos a decidir cuál de los dos caminos vamos a tomar. La serie de elecciones nuestras, nos llevará por caminos impensados, en muchos casos muy distintos a lo que habíamos imaginado. En ese camino, lleno de posibilidades y de responsabilidades, vamos andando mientras sembramos y cosechamos, como si el campo que cultivamos marchase con nosotros.
Dicen que el santiagueño es muy viajero y parece ser cierto, por que a muchos de nuestros comprovincianos los hemos visto emigrar de su pago a trabajar en grandes campos o en grandes ciudades.
Hace décadas, un joven del pago de Pitambalá, dpartamento San Martin, se fue también a buscar oportunidades de progreso en Buenos Aires. Allá hizo distintas tareas, hasta que logró un buen empleo y a la vez de mucha responsabilidad, como conductor de una ambulancia. Es una tarea muy delicada, en la que debe combinar la prudencia en la conducción del vehículo con la urgencia que requiere cada auxilio a una persona en apuros.
Cada tanto, el joven iba a encontrarse con santiagueños y otros provincianos en un local donde había bailes y peñas folclóricas parecidas a la del pago añorado. Ahí conoció a una joven hija de santiagueños también emigrados hacia Buenos Aires. No pasó mucho tiempo hasta que decidieron casarse y formar una familia.
De sus tres hijos, el chango del medio resultó ser el más santiagueño. Criado entre cantares de Santiago, pronto aprendió de su padre a tocar la guitarra, y así fue cada día más uno de esos santiagueños que han nacido lejos de la provincia. Era adolescente cuando aprendió a tocar el mandolín y el violín. Apenas cumplidos 18 años de edad, comenzó a conduucir un programa de radio por el que difundía la música santiagueña y el quichua que hablan su padre y sus abuelos; también se interesó por el Alero Quichua Santiagueño, al que ayudó en el armado del archivo de Temas Musicales y Cancionero de la página de Internet.
Agustín Villalba también colabora con otros programas de radio y, tocando el mandolín, grabó un disco instrumental, con la participación del músico quichuista Rubén Colman; en el mismo disco compacto, están incluidas voces quichuas por los graciosos diálogos entre su padre, Don Segundo Maldonado y otros quichuistas.
Recorriendo escenarios y viajando cada tanto a Santiago del Estero, Agustín fue cosechando amistades, entre ellos Elpidio Herrera y su familia.
Hace poco tiempo, apareció en Agustín un gran problema de salud. Para comenzar a solucionar ese problema, hace falta una cirugía carísima, difícil de costear por la familia Villalba. Entonces surgió la idea de hacer una peña folclórica para recaudar fondos. La gente del Taller de Quichua y Coro Purinquiando, tomó en sus manos la organización de la peña. Anoticiada la gente del quichua y del arte nativo, hubo tantos ofrecimientos que fue necesario poner un límite a la cantidad de artistas anunciados para el encuentro solidario.
El Domingo 5 se hizo la peña que convocó a una buena cantidad de cultores del arte nativo; hubo música, danza, canto quichua y castellano, en un local lleno de gente deseosa de ayudar en una buena causa y disfrutar de una tarde bien santiagueña en Buenos Aires.
Una de las grandes figuras de la música argentina, envió también una ayuda material por intermedio de uno de los grandes artistas santiagueños. Además del resultado material de la peña, queda en la gente la alegría de haber participado en una buena causa y de haberse encontrado con amistades forjadas al calor del amor por nuestro terruño.
Agustín Villalba es un joven que siembra solidaridad, amistad y arte desde hace varios años. Ahora que él necesitó de la solidaridad, cosechó parte de lo que ha sembrado. Calculamos que la operación quirúrgica también va a ser exitosa, pues el que siembra, cosecha.
07 de Marzo de 2023.