Dice Carlos Carabajal en El embrujo de mi tierra, con música de su hijo Peteco. Muchas veces, conversando entre gente del arte nativo, nos preguntábamos si los chilenos habrán escuchado esta chacarera, que parecería ignorar a Santiago de Chile, Santiago de Compostela, Santiago de Cuba y otras ciudades de distintos países.
En esta edición del gran encuentro llamado Festival Nacional de Folclore, que se hace en la cordobesa ciudad de Cosquín, hubo gente de Chile, Venezuela y de otros países interpretando la música de sus respectivos países y de Argentina, con fuerte presencia de la chacarera santiagueña. Es muy posible que ellos hayan escuchado alguna vez El embrujo de mi tierra, y posiblemente hayan coincidido en que no hay otro Santiago del Estero, especialmente si nos referimos a la música auténticamente santiagueña. Si la métrica no permitió agregar “del Estero”, es otra cosa, pero se entiende que es así.
Como ocurre cada año, en los distintos escenarios alternativos del festival de Cosquín hubo ocasión de ver que el arte nativo sigue presente en el sentimiento de mucha gente que cultiva la música argentina. En esos escenarios a los que asiste una buena cantidad de público, se puede encontrar artistas que interpretan temas musicales indefinidos y también los que representan musicalmente muy bien a la región de donde vienen; hay abundancia de grupos musicales cuyos instrumentos son todos importados y hay algunos que utilizan la sencilla instrumentación criolla. Casi todos, incluso los que se dedican a la música de su provincia, en cada actuación incluyen la chacarera, especialmente santiagueña.
En esos escenarios se puede encontrar gente extraordinaria, muy talentosa, y se pueden escuchar los temas folclóricos conocidos o algunos de reciente creación, entre los que hay de diversa calidad y algunas agradables novedades.
Frente a esos escenarios también se presentan grupos de danza que hacen sus movimientos al compás de música grabada. En el momento de la actuación de un número musical, no falta gente del público que baila espontáneamente, e incluso hay quienes bailan exactamente lo que están escuchando.
El escenario principal, llamado Atahualpa Yupanqui e instalado en la plaza Próspero Molina, en cuanto a espectáculo es más o menos lo mismo cada año. Antes de cada edición del festival, los medios de difusión están informando sobre quiénes parece que no estarán, pues ya se espera la presencia de “los de siempre” de los festivales.
Entre tantos números artísticos, por ahí aparecen algunos que interpretan creaciones criollas; eso sí: Salvo raras excepciones, parece una obligación el uso de instrumentos electrónicos y batería. Viendo una foto de esas actuaciones, uno puede pensar que se trata de conjuntos llegados desde los Estados Unidos. Una de las pocas excepciones a esta regla es el gran violinista bandeño Néstor Garnica, acompañado por una guitarra, un contrabajo y un bombo, bien criollo y en una excelente ejecución.
Otra excepción a la regla de instrumentación “yanqui” es un cantor bonaerense que el año pasado hizo un homenaje a los Veteranos de Malvinas llamándolos “chicos” e “inocentes criaturas” y todos quedaron contentos, incluso los veteranos de guerra. Ahora este hombre es una celebridad, como corresponde a un buen desmalvinizador.
En cuanto a la danza en el escenario mayor, no deja de ser un espectáculo pintoresco ver a la gente de los grupos de baile corriendo, haciendo amplios movimientos de brazos y contorsiones, lanzando patadas de artes marciales asiáticos, tirándose al piso y volviéndose a levantar. Es obligatorio bailar descalzos y tener en el rostro unas pinturas extrañas. En el final de la presentación de la delegación santiagueña se pudo ver un poco de baile criollo.
La delegación de Santiago del Estero brindó un merecido homenaje al gran autor y cantor Juan Carlos Carabajal, interpretando varias creaciones suyas, una pequeña parte del legado de “Juan de los Caminos”.
La delegación oficial de la provincia de Santa Fe se presentó con música colombiana, su gente disfrazada supuestamente de gente de esa procedencia, dijeron que esa es la música santafesina y todos aplaudieron.
Entre la gente que no estuvo este año en el escenario, hay quienes cuestionan todo esto, en parte o totalmente; no está de más recordar que cuando les tocó ser parte de “los de siempre” estuvieron fomentando lo que ahora critican.
El espectáculo del escenario mayor del Festival Nacional de Folclore es cada vez menos folclórico; hace mucho que dejó de representar al arte nativo. No está de más aclarar que quienes pagan entrada para presenciar todo eso, van sabiendo lo que van a ver. Lástima que también hay involucrado dinero público, por lo que deducimos que este esfuerzo contra la identidad de los pueblos responde a una decisión de quienes manejan el Estado.
Alrededor del festival hay encuentros muy interesantes y valiosos. El arte nativo sigue siendo periférico, como antes de Don Andrés Chazarreta.
31 de Enero de 2023.