Dijo un cantor santiagueño para elogiar a un difusor radial bonaerense que "no sigue la corriente”. Seguir la corriente es fácil; consiste en solamente dejarse llevar. Es fácil para un difusor el ir por detrás del gusto de una cantidad de gente, a la que quiere convertirla en su oyente habitual. Cuando uno quiere ocuparse de una causa que no es del gusto de la mayoría, las cosas cambian.
El hombre de radio bonaerense que era elogiado en esa ocasión, se dedica a difundir a las voces y a los autores que dicen cosas interesantes en sus creaciones e interpretaciones, especialmente autores e intérpretes poco conocidos o directamente desconocidos por la gran mayoría de la audiencia. Felizmente, no es el único difusor cultural que se ocupa de mostrar lo que otras personas no muestran. Hay en el ambiente de la difusión, gente que se ocupa de agregar algo a lo ya existente y conocido, mientras otros se ocupan de traer a la memoria colectiva parte de lo que ha sido dejado de lado a causa de la aparición de nuevas tendencias.
En el vasto mundo de la difusión radial, el hecho de tener un espacio para manifestarse podría compararse con el haber recibido un balde con agua para regar algo. Cerca nomás, hay un campo que se ve pródigo de frutos porque recibe el riego y los cuidados de una gran cantidad de gente. Si uno aporta su baldecito de agua en ese campo, es posible que reciba en su espalda unas palmadas de reconocimiento por parte de algunos integrantes de la multitud que cultiva ese campo.
Más allá, lejos de la gran actividad del campo bien labrado, hay una tierra yerma, descuidada, olvidada, ignorada. Uno recuerda que, en su momento, ese campo estuvo florecido y pródigo en frutos, porque nuestros mayores habían dedicado sus afanes a esa tierra que era suya. Después, las nuevas generaciones vieron que era más fácil dedicarse al otro campo y, al recibir cada uno su balde con agua, se quedó donde había gente regando, olvidando la tierra de sus mayores.
La caminata rodeando el campo fértil, con el balde de agua a cuestas, no va a ser fácil, menos aún entre las burlas de quienes consideran que el campo fértil es de su propiedad. Pero uno se siente convencido de que debe llevar agua para donde hace falta, para el lugar añorado, el que fuera pródigo y hoy está empobrecido. Llega allá, aprovecha de la mejor manera su poca agua para lograr que ese campo tenga por fin sus flores y sus frutos. Es posible que reciba la sonrisa agradecida de algún morador de esa tierra seca, o de otra persona que ha ido con la misma sana intención.
La satisfacción por haber cumplido con una buena causa es un premio íntimo muy grande. Es necesaria cierta fortaleza interior para trabajar por una convicción que uno considera justa, a pesar de los gustos de alguna mayoría y de las opiniones negativas. El exitismo lleva a seguir la corriente, a caminar cuesta abajo en medio de una multitud, con muy poco esfuerzo. No es fácil dedicarse a lo que uno considera correcto cuando hay poco acompañamiento y el resultado es incierto. Es fácil ser parte de una jauría y es difícil enfrentar a esa jauría, pero es muy importante el saber si la lucha justa es la de la jauría o la del otro lado. Cuando uno se decide a luchar por una causa debe hacerlo, más allá de que si irá a la lucha en soledad, con poca compañía o tranquilamente dentro de una multitud.
Quien dice o escribe algo para ser difundido, debería pensar antes si lo que va a expresar coincide con la realidad o responde a una tendencia errada o a un deseo íntimo de “no perder el tren”. Los difusores profesionales, los que dependen de la cantidad de seguidores para obtener ganancias, pueden justificar su seguimiento a las tendencias en el hecho de que están luchando para subsistir. Quienes aportamos recursos y esfuerzos propios deberíamos bregar por nuestras convicciones, las que de vez en cuando han de ser revisadas para saber si no estamos siguiendo una mentira, si no estamos apoyando la apropiación indebida de bienes o méritos, y si estamos repitiendo conceptos por inercia o si estamos haciendo verdaderamente algo necesario.
Entre la audiencia de los medios de comunicación, hay una aparente mayoría que desea entretenerse, escuchar cualquier fantasía agradable y solamente pasar un momento de descanso mental al recibir el mensaje de los difusores. También hay una minoría que espera conocer algo, enterarse de la realidad por dura que ella sea, agregar algo a su conocimiento mientras se deleita recibiendo el mensaje del medio de difusión. Posiblemente es una minoría, pero es gente de existencia visible que debe ser tenida en cuenta.
Más que nada, al decir Ama súa, ama llulla, ama ckella, debemos expresar la firme convicción de que no vamos a dejarnos llevar por la comodidad de apoyar mentiras destinadas a incentivar despojos injustos. Es justo otorgar a cada uno lo que le corresponde.
Si en el campo yermo al que hemos querido favorecer con nuestra agua encontramos el rechazo de quienes viven en él, es posible que nos hayamos equivocado de parcela; habrá que revisar si ese campo merece el esfuerzo, pues puede estar destinado a la destrucción por parte de sus propios moradores, como ocurrió tantas veces en la historia de la humanidad.
11 de Octubre de 2022.