Por Crístian Ramón Verduc
06/09/2022
"Si voy a Salavina, soy capaz de no volver".

Así dice Don Sixto Palavecino en su chacarera Nostalgias salavineras. Villa Salavina sigue siendo un lugar mágico, que produce una atracción especial a quien lo conoce.  

La zamba Salavina (Mario Arnedo Gallo), la chacarera La olvidada (Hermanos Díaz y Atahualpa Yupanqui), La humilde (Cachilo Díaz y Oscar Valles), el gato Don Fermín (Julián Díaz y Oscar Valles), han venido hablándonos de Salavina desde hace décadas. Muchos hemos escuchado Salavina desde la infancia, en la voz de Juanita Simón. 

Mientras escuchábamos cantar: “Salavina ¡Ay, Salavina! Quisiera verte otra vez...” deseábamos ir a conocer Salavina. Poco a poco hemos ido descubriendo que el “Criollo barranqueño” de La olvidada era salavinero pero no de Villa Salavina, sino de Barrancas, departamento Salavina. También hemos sabido que Don Fermín había sido director de la escuela de Barrancas, que La Humilde era una melodía de un guitarrista de Salavina. Todo ello nos hacía desear ir alguna vez a Salavina. 

La chacarera Añorando (Hermanos Simón) nos hacía pensar que, si un salavinero se sentía capaz de volver a su pago de un galope tendido, nosotros en algún momento debíamos también ir hasta Salavina, más aún con las mejores condiciones que hay para transitar los caminos, a medida que progresa la tecnología en los vehículos de transporte y mejoran los caminos. 

Dicen que Salavina existe desde antes de la llegada de los españoles, que en esa villa murió Diego de Rojas en 1544, luego de ser herido en Maquijata varios días antes. La villa estaba junto a la margen derecha del Río Dulce. Por los daños causados por las crecidas del río, el caserío se trasladó a la margen izquierda, donde fue creciendo poco a poco, hasta transformarse en un centro comercial y cultural muy importante. 

Salavina era lugar de paso entre el Norte de Córdoba y la ciudad de Santiago del Estero. Al llegar en Salavina, los viajeros se encontraban con un pueblo habitado por gente que practicaba la música, el tejido en telar y artesanías varias. Más que un lugar de paso, era un lugar donde daban ganas de quedarse.  

Fue una población próspera, donde llegó el primer piano de cola que hubo en la provincia, según cuentan. Nuestras tradiciones dicen que la chacarera nació en Salavina. Si así no lo es, debería serlo. Según dicen quienes nos visitan desde otras provincias y desde otros países, una de las grandes bondades de la provincia de Santiago del Estero es el haber creado y cultivar la chacarera, expresión musical de la cual hay creaciones e interpretaciones en todo el país y fuera de él, pero dicen ellos que las mejores son las chacareras santiagueñas cantadas por santiagueños. 

Los hermanos Benicio y Julián Díaz eran de Salavina. Benicio, al que llamaban Soco, era guitarrista y bandoneonista. Julián, llamado Cachilo, era guitarrista. Su casa en Salavina ha sido un lugar de encuentros entre grandes cultores del arte nativo. Entre ellos, Atahualpa Yupanqui. Benicio falleció joven; entonces, Cachilo se llamó a silencio musical durante más de seis años, hasta que le surgió una humilde chacarera, a la que su amigo Oscar Valles le puso letra. 

Don Sixto Palavecino era nacido en Barrancas y en su juventud se había radicado en Villa Salavina, donde llegó a tener un próspero almacén de ramos generales. Allí conoció a Juanita Simón y su familia. Los Hermanos Simón fueron los primeros en grabar un tema de Don Sixto: Huackachiara, la conocida chacarera cuyo título se traduce como Me hizo llorar.  

Cuando sus hijos necesitaron concurrir a escuela secundaria, Don Sixto y familia se radicaron en la ciudad de Santiago del Estero, donde vivió añorando, con nostalgias salavineras. Su lucha por el quichua dio como resultado la creación del Alero Quichua Santiagueño, agrupación nativista que supo llevar su gente a Villa Salavina para compartir el habla y la música con la gente salavinera, entre ellos, Sirio y Juan Díaz, descendientes de Los Hermanos Díaz, que tenían su conjunto llamado también Los Hermanos Díaz. 

El Domingo pasado, anteayer, un grupo de quichuistas de Villa Salavina nos visitó en Radio Nacional. Ha sido una jornada inolvidable y emocionante, al tener ante nosotros y ante la vasta audiencia a esos fieles exponentes de la cultura criolla bilingüe de nuestra provincia. Ahí estuvo el grupo de huarmis y ckaris (mujeres y hombres) rodeando al excelente bandoneonista Juan Díaz, que con su música nos llevó hacia aquellos tiempos de viajes encabezados por Don Sixto, Rubén Palavecino, Cacho Lobo, José María Lami Hernández, Edgardo Mansilla, y sería largo e incompleto el tratar de enumerar a quienes participaban de esas “patriadas” santiagueñas. 

Dicen que en Salavina aún comentan el haber escuchado a sus vecinos en Radio Nacional. Nosotros, aún tenemos ganas de ir a Salavina en un galope tendido de nuestro zaino.    

06 de Septiembre de 2022.
 

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