Falta poco más de un mes, que no es ni mucho ni poco tiempo. Después de dos largos años, la Fiesta Grande del Señor de los Milagros de Mailín será como solía ser, con la presencia multitudinaria de fieles devotos y más gente.
La Villa Mailín está en el Departamento Avellaneda, a unos 150 kilómetros de la ciudad de Santiago del Estero. Para llegar a Mailín desde la ciudad de Santiago, hay que salir por San Carlos, en La Banda, a la ruta nacional 34. Por la ruta 34 vamos hacia el Sudeste hasta más allá de Estación Lugones. Seguimos unos 20 kilómetros o menos, hasta que vemos la entrada hacia la villa Mailín a nuestra derecha. No hay cómo errarle, pues esta entrada está bien anunciada, de ambos lados de la ruta. De la ruta 34 vamos casi 10 kilómetros hacia el Sudoeste y llegamos en Villa Mailín por muy buen camino. En día de fiesta, el tránsito puede ser lento, por la gran cantidad de vehículos de toda clase en que acude la gente.
Hasta los años noventa, el Alero Quichua solía concurrir a la fiesta de Mailín. Para ello, se organizaba el viaje con anticipación. En una de las reuniones semanales se disponía quién se ocuparía de conseguir el transporte colectivo y anotar los pasajeros. Siempre elegíamos a Don Ernesto Suárez, que hablaba en la Cooperativa La Unión, a veces solo, a veces acompañado por Don Sixto. Fijaban la fecha, lugar y horario de partida, horario de regreso y fecha límite para pagar una seña. Entonces comenzaba la campaña de “Shaticu” Suárez para anotar a los viajeros y cobrarles el viaje o una seña. Muchas veces, Don Ernesto puso de su dinero para algunos cantores que él quería incluir y decían no tener para el boleto.
El Sábado a la mañana nos reuníamos en la peluquería de Don Sixto, en la avenida Belgrano casi Alsina, a esperar el ómnibus, que puntualmente a las nueve de la mañana estacionaba sobre la calle Alsina, y entonces comenzábamos a cargar bolsos, frazadas, reposeras e instrumentos. El viaje hasta la villa era ameno, con animadas conversaciones, alguien que cantaba, una parada a mitad de camino para juntar leña, otra parada para comprar “empanadas de garza” (de Estación Garza), el lento tránsito por el camino entre la ruta nacional y Mailín. Finalmente, llegábamos al lugar previsto para estacionar el vehículo, que sería nuestra vivienda mientras estuviésemos en Mailín.
Bajábamos del ómnibus y ya se armaba la columna para caminar hacia la iglesia. Adelante iba doña Michi Sosa portando la bandera, después Don Sixto tocando su violín, a continuación, iban guitarras y bombos y después el resto del grupo haciendo palmas. Llegábamos a la iglesia y el Padre José Cieri pedía permiso a los fieles que hacían cola para entrar; ellos accedían gustosos entre aplausos y saludos a Don Sixto, y la gente del Alero Quichua pasaba a tomar gracia, sin dejar de tocar sus instrumentos.
Cumplida la obligación religiosa, cada uno iba a buscar conocidos, o armaba un asado en el terreno en que estaba el colectivo, y así pasábamos lo que quedaba de la tarde hasta que cerca del anochecer íbamos a tocar y cantar en un escenario al lado de la iglesia, frente a la plaza pletórica de gente. Era emocionante ver gente venida de distintos parajes y ciudades, saludando al Alero Quichua que habitualmente escuchaban por radio, diciéndole algo en quichua a Don Sixto cuando era su actuación, algunos de ellos con un evidente llanto de alegría.
Pasado ese lindo momento de la serenata frente a la plaza, cada uno decidía cómo pasar la noche: Unos dormían en el colectivo, otros iban a reuniones guitarreras a las que habían sido invitados y otros armaban una guitarreada junto al vehículo, generando una rueda de amantes del canto nativo. Por la mañana del Domingo, después de la procesión, iniciábamos el regreso hacia Santiago, plenos de felicidad y cansancio.
La fiesta del Señor de los Milagros de Mailín, el Señor Forastero, se hace cuarenta días después de Semana Santa. Cuentan que, en 1882, José Serrano solía ver un leve resplandor en el monte cercano a su casa, y al ir a verificar encontró que la luz salía del hueco de un algarrobo, y dentro del hueco encontró la pequeña imagen de un Cristo Crucificado. Nació el culto al Señor de los Milagros, y el mismo fue creciendo hasta dar lugar a las celebraciones que se hacen teniendo como centro el templo que está en Villa Mailín. Hay misas durante todo el año, y hay dos celebraciones especiales: La fiesta chica en Septiembre y la fiesta grande cuarenta días después de Pascua, ambas con peregrinaciones a pie, viaje de la gente en diversos vehículos y una gran concentración de fieles devotos.
El culto es a Cristo Jesús, quien fuera crucificado por predicar el bien entre una sociedad tan diversa como la actual nuestra, tan dispuesta para adherir a lo que está bien como a lo que está equivocado. En general, las sociedades van decidiendo, por las voces de sus integrantes más prestigiosos, qué y cómo debe hacerse, qué es bueno y qué es malo. Con el paso del tiempo, cada sociedad ha ido evolucionando, cada una a su propio ritmo, hacia una mayor atención para grupos humanos que estaban relegados.
En la época y lugar donde vivió Jesús, el país estaba colonizado por un imperio que tenía cierta escala de valores, en la que se hacía justicia y perpetraban injusticias en nombre del emperador. Entre el pueblo invadido había quienes adherían al invasor, quienes lo rechazaban y quienes mostraban indiferencia.
Al aparecer Jesús públicamente con su prédica esperanzadora, fue visto como una amenaza para las autoridades y una parte de la población pidió por su muerte, otra parte de la sociedad clamó por su liberación y también hubo indiferencia por parte de quienes no toman partido.
Desde entonces, el mundo ha cambiado mucho en algunos aspectos y poco en otros. Hoy, seguimos lamentando errores cometidos hace tiempo, mientras cometemos injusticias actuales. Seguimos con la tendencia a sentir mayor simpatía por lo errado que por lo acertado.
La fiesta central del Señor de los Milagros de Mailín será el 29 de Mayo. Preparémonos.
26 de Abril de 2022.