Y, como cada fin de Diciembre, tuvieron su parte estruendosa gracias a la pirotecnia. En tiempos antiguos, los estruendos que el humano escuchaba eran los naturales, generalmene el estallido al ocurrir un rayo entre una nube y la tierra, o entre nubes; ocasionalmente había oportunidad de escuchar un estallido por actividad volcánica o el sordo bramar de la tierra por un terremoto. 

Es posible que los primeros seres humanos hayan tomado al sonido del trueno como ahora mismo: Un aviso de que hay tormenta y es preciso buscar refugio. Al igual que ahora, no habrá faltado quien respondiese al trueno con un grito entre alegre y desafiante. La pólvora, inventada en China hace varios siglos, dio a la gente la posibilidad de provocar estallidos a voluntad. 

El uso de la pólvora se extendió por Asia y por Europa para uso bélico, para rituales tradicionales y para diversión. Aún hoy es usual el disparo de cañonazos o tiros de armas de fuego para ciertos homenajes; esto se hace con cartuchos especiales que no lanzan proyectiles. En grandes acontecimientos, se lanzan al aire los llamados fuegos de artificio o fuegos artificiales, que forman en el cielo imágenes muy bonitas y coloridas. En fiestas populares y actos de campañas electorales, se acostumbra prender cohetes y lanzar bombas de estruendo.  

Las campañas electorales suelen terminar en Octubre a más tardar. A partir de fines de Noviembre, mucha gente comienza a recordar que la pirotecnia es dañina para personas con problemas de salud y para los animales domésticos también. En Diciembre hay fiestas de la Virgen y de San Esteban, cada vez con menos pirotecnia. “Cerca de las navidades” se hacen más fuertes los reclamos contra el uso de pirotecnia en las fiestas de fin de año, mientras en las principales calles de Santiago del Estero hay comercios que venden toda clase de pirotecnia tranquilamente. 

Pasado el fin de año, comienzan los festivales, todos de música variada y con su cuota de pirotecnia. Siguiendo el ciclo anual, sigue el Carnaval, después terminarán las vacaciones veraniegas, vendrá la época de actividad escolar, la administración pública comenzará a desperezarse durante unos meses, tomando cada viejo trámite como si fuese una novedad; habrá fiestas patronales, llegarán las vacaciones invernales, el aniversario de Santiago del Estero y muchas otras ciudades de nuestra provincia, con fiestas en las que no faltarán los estruendos; después vuelve a empezar a tomarse el ritmo lentamente. Para este año no hay previsión de votaciones, así que se podría condenar a la pirotecnia en cualquier momento del año, pero la costumbre indica que se debe comenzar en Noviembre.  

Pasaron las fiestas de fin de año, pasaron los momentos de gran cantidad de estallidos que tanto agradan a alguna gente y tanto desagradan a otra gente. Seguimos en la rutina de los altoparlantes a gran volumen en algunas casas, el tránsito lleno de bocinazos, las motocicletas con escape libre, los vehículos con altoparlantes a todo volumen vendiendo algo o solamente molestando, las sirenas de vehículos que están afectadas a un servicio y las de algunos que usan sirena sólo porque nadie les dice nada; todo como ocurre desde hace años. 

Entre el bullicio de las ciudades, está la “multitud silenciosa” dedicada a distintos quehaceres. Entre la gente bulliciosa y la que usa volúmenes aceptables, hay de todo, habida cuenta de que nadie es totalmente “bueno” ni totalmente “malo”, sobre todo si entendemos que tomamos como bueno a lo que coincide con nosotros y como malo a lo que nos desagrada. 

Felizmente, hay mucha gente que hace el bien sin recurrir a altavoces ni a publicidad. Ocasionalmente piden ayuda para otros y se entiende que están pidiendo que los ayuden a ayudar. Muchas grandes obras han comenzado con el silencioso ejemplo de una persona. Una de esas personas es San Vicente de Paul, sacerdote que vivió en el Siglo XVI y es considerado el precursor del trabajo social, por haber organizado e impulsado grandes instituciones de beneficencia para atender a familias e individuos en desgracia. Dicen que una vez, consultado respecto a su trabajo silencioso, recordando que una mano no debe saber qué hace la otra mano, San Vicente de Paul dijo: “El ruido no hace bien, y el bien no hace ruido”. 

Estamos en los primeros días del año dos mil veintidós. Ya que acostumbramos dividir el tiempo en etapas, el comienzo del nuevo año podría servir para infundirnos nosotros mismos, fuerzas renovadas para continuar la lucha por las buenas causas, al tiempo que nos apartamos de alguna mala costumbre. Ama súa, ama llulla, ama ckella, es una sentencia que puede servirnos como guía.  

Tengamos en cuenta que ama súa no solamente es la prohibición al robo, sino que es también una invitación hacia la generosidad; la persona que no es generosa está aferrándose a lo que podría compartir, como un ladrón aferrado al botín. La prohibición a la mentira nos invita también a no engañarnos; no deberíamos creernos buena gente si no estamos obrando cada día de la mejor manera, superando las acciones de etapas anteriores. No debemos caer en la pereza y en la desidia, las que nos llevan hacia caminos fáciles como lo son quienes siguen las corrientes que instan a dejar que el prójimo sea llevado también por la correntada del facilismo, de la imitación a lo que es malo para nuestra comunidad. 

Debemos seguir, laboriosamente y con la mayor honestidad, cultivándonos en el aprendizaje de las tradiciones propias de nuestra comunidad y compartiendo esos conocimientos, con la misma generosidad que debemos poner para compartir los necesarios bienes materiales que permitan a quien esté mal, salir de esa situación y comenzar a marchar a la par del prójimo, ayudando a quienes están rezagados. 

Estamos ante un nuevo año. Hagamos que sea un año mejor de una manera sencilla: Seamos mejores nosotros.   

04 de Enero de 2.022.