Dice la chacarera Al Maestro loretano, letra y música de Marcelo Salvatierra. Es que Don Fortunato fue su maestro y también Maestro de mucha gente. Tenía alumnos de todas las edades, a los que enseñaba a tocar la guitarra, a cantar y a ser perseverantes en lo que se habían propuesto.
Algunos alumnos de Don Fortunato Juárez cantaron o cantan en los escenarios donde se interpreta el folclore argentino, especialmente santiagueño. Una gran cantidad de intérpretes, con distintos niveles de notoriedad, tienen en su repertorio creaciones de Don Fortunato, ya sean chacareras, gatos, escondidos, zambas o canciones varias.
Entre las creaciones de Don Fortunato Juárez están las que tienen letra y música suyas, como por ejemplo El Linyerita, Bienhaiga con el mocito, Ahicito nomás, El violín de Tatacu, Criolla loretana, Canto a Matará, Soy santiagueño que vuelve, Chacarera del chilalo, Sonia Nancy, El huajchito.
Hay temas del cancionero nativo que tienen letra de Don Fortunato con música de otros folcloristas, como ser: El fatigao, Gatito del santiaqueño, Paisanita de mi pago, con Orlando Gerez; El sacha chango, Chacarera de mi flor, Luz de mis ojos, con Onofre Paz; Violincito santiagueño, con Manuel Augusto Jugo; Soy santarroseño, con Clemente Moreno; Inti súmaj, con Alberto Pérez.
La polca Tristezas de un corazón, tiene música de Exequiel Espíndola y letra compartida por ambos. En el gato Para mi pago, Don Fortunato comparte letra y música con Orlando Gerez.
También están los que tienen música suya con letra de otros folcloristas: Pancho Raco, con Cristóforo Juárez; Chacarera del Tren Mixto con Pablo Raúl Trullenque. En esta chacarera en la que Don Fortunato ha puesto música a la letra del poeta Pablo Raúl Trullenque, llama particularmente la atención la estrofa que dice: “Un alero santiagueño, cada coche parecía. Se cantaba chacareras, se hablaba quichua y castilla”. Parece una alusión al Alero Quichua Santiagueño, del cual era parte activa Don Fortunato, y Trullenque no habrá sido ajeno en cuanto a la actividad del grupo nativista que en esa época era frecuentado también por grandes figuras del arte nativo.
Hay intérpretes del canto folclórico que recuerdan las clases tomadas en casa de Don Fortunato Juárez. Uno de sus alumnos fue Marcelo Salvatierra, quien además de considerarlo su amigo no duda en llamarlo Maestro. En casos como éste, la palabra maestro es un adjetivo calificativo, es un elogio. Las palabras maestro y maestra son sustantivos utilizados habitualmente para definir a la persona que ejerce la docencia en el nivel primario y también en el nivel inicial de educación oficial.
En quichua, a la persona que enseña, a quien hace saber, se la llama yacháchej, de yáchay (saber), yacháchiy (hacer saber, enseñar), yacháchej (quien hace saber, persona que enseña). Si decimos Yachachejpa punchaunin,
yachachejpa punchau, estaríamos diciendo Día del Maestro, que va a ser dentro de cuatro días, el momento del año en que brindamos un homenaje especial a las personas que ejercen el magisterio. El 11 de Septiembre es Día del maestro y es suficiente para entender que es el día del año que en Argentina dedicamos a la persona que ejerce la docencia de nivel primario.
En 1943, la Conferencia Interamericana de Educación, celebrada en Panamá, determinó que el 11 de Septiembre sea Día del maestro, en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento, fallecido el 11 de Septiembre de 1888. La elección de la fecha es un reconocimiento a la obra del maestro Sarmiento, que había ejercido la docencia desde edad temprana, organizó la primera escuela del magisterio de América del Sur cuando estuvo exiliado en Chile, después como gobernador de su provincia de San Juan impulsó la Ley de enseñanza obligatoria primaria y como Presidente de la Nación logró triplicar la cantidad de alumnos de escuela primaria. Además, creó una cantidad de escuelas primarias y otros establecimientos educativos como la Academia de Ciencias, la Universidad Nacional de San Juan, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, la Biblioteca Nacional de Maestros, el Observatorio Astronómico de Córdoba.
En otros países de América han sido dispuestos otros días en homenaje a los maestros, su obra fundamental para la formación de los pueblos y a quienes impulsaron la educación pública. Por ejemplo: El día del maestro en el Perú es el 6 de Julio, aniversario de la fundación de la primera Escuela Normal de Varones, acontecimiento ocurrido en 1822 por disposición del General Don José de San Martín.
Hay en el mundo distintos días del maestro y cada uno tiene su motivo. En nuestro país, ya son varias las generaciones que arraigaron la costumbre de brindar un homenaje a sus maestros el 11 de Septiembre. Es una linda evocación y homenaje que ocurre a las puertas de la Primavera, cuando en nuestro pago las flores están apareciendo por todas partes, como describe Don Fortunato Juárez al decir: “Florecen quishcaloros, tuscas y sisackellus.
Sisackellu o ckellu sisa es una planta que tiene una flor (sisa) amarilla (ckellu). Se puede decir sisackellu o ckellusisa pues en este caso, como nos enseñaron en la escuela primaria, el orden de los factores no altera el producto.
Estamos a veintiún años del fallecimiento de Don Fortunato Juárez, hombre que desbordaba amabilidad y buen carácter, sin afanes de notoriedad, más que nada ocupado en cantar todas las veces que le fuese posible y en compartir sus conocimientos. Don Fortunato nos dejó todo un bagaje de canciones creadas por él en letra y música o compartiendo con otros grandes del arte nativo; también nos dejó el ejemplo de un modo de ser que con actitudes pacíficas mostró firmes convicciones acompañadas por acciones.
Dicen que una de las formas de evaluar a un maestro es por el recuerdo de sus alumnos. Marcelo Salvatierra, uno de los muchos alumnos de Don Fortunato Juárez, dice en su chacarera Al Maestro loretano: “Te recuerdo bondadoso, soncko mishqui de chilalo. Gracias por tus enseñanzas, por vos ando yo cantando”.
07 de Septiembre de 2.021.