Eso es lo que dice la crónica periodística después de los titulares que nos mantienen en vilo por la pandemia. 
Murieron tres hombres; toda muerte es lamentable, más aún cuando se trata de personas que no estaban enfermas, que aún podían brindar muchas satisfacciones a sus seres queridos y a la sociedad. Si ocurrió, podría también ocurrir con otra gente, ama ckonckaychu (No olvidar).  

Seguramente hay una investigación del hecho, para determinar cuál de los conductores de los vehículos habría sido el causante del accidente. Habrá una batalla judicial entre los dueños de los camiones y las empresas de seguro; comenzará la lectura de la famosa “letra chica” de los contratos. Es posible que las familias de los fallecidos reclamen un resarcimiento y es posible que algo reciban.  

Murieron tres personas que no estaban enfermas. Tal vez, alguien dirá que murieron como soldados en la lucha cotidiana por la vida, que en las ciudades mucha gente se arriesga saliendo de la casa para marchar por zonas peligrosas, solamente porque necesitan trabajar. No hay comparación capaz de mitigar la pena por este hecho. Son tres personas que estaban trabajando y en un instante sufrieron un accidente fatal. 

Se utiliza la palabra accidente para un hecho fortuito, en el que no hubo intención por parte de nadie. Hay cosas que salen “sin querer”, sin que nadie haya querido que fuese así. 

Veamos algunas comparaciones: Los soldados van a una guerra con el objetivo de ganar esa guerra y el hecho de ser heridos es una posibilidad latente y asumida; para disminuir esas posibilidades hay un trabajo previo de preparación individual y luego grupal; también hay un gran trabajo de apoyo logístico que permitirá el mayor aprovechamiento de la preparación previa. La muerte del enemigo y de la propia tropa es algo que puede ocurrir, pero no es el objetivo de la guerra. Hay batallas que se evitaron o se decidieron sin derramamiento de sangre. 

La gente que transita zonas peligrosas es gente que también contribuye para sostener un costoso sistema destinado a lograr que la vida de todo habitante sea tranquila, sin riesgos, en la que los acontecimientos desagradables sean algo impensado, no algo cotidiano. La inseguridad es obra de quienes la causan, de quienes la toleran y de quienes no la combaten con eficacia. 

Hubo un accidente en la ruta o, más concretamente: Hubo otro accidente en otra de las rutas. Como tal, el accidente no ha sido deseado por nadie, pero podría haberse evitado haciendo las cosas bien. Para que el choque sea frontal, al menos uno de los vehículos no circulaba por el carril correspondiente. En esta parte del mundo, está establecido que para evitar encontronazos se debe circular por la derecha. Es una regla válida en náutica, aeronáutica, tránsito terrestre con vehículos y caminando. 

¿Qué puede haber llevado a un conductor, o a los dos, a cambiar de carril? Es poco menos que imposible de responder. Se puede hacer conjeturas. Las conjeturas no ayudan en nada a los damnificados por el triste episodio, pero el planteo de hipótesis puede servir para idear soluciones y así evitar accidentes en el futuro. 

El vehículo debe estar en buenas condiciones, con todo funcionando: Motor, sistema de transmisión, frenos y luces. Cuando un vehículo circula con las luces encendidas, desde mucha distancia se puede saber si ese vehículo viene o va. También el conductor del vehículo debe estar en buenas condiciones: Debe estar preparado para conducir ese vehículo, debe estar en condiciones físicas para esa tarea y muy atento, para reaccionar al instante en forma adecuada ante cualquier eventualidad. Hay distracciones, como el uso de teléfono celular, tomar mate, o el encendido de un cigarrillo, que han causado accidentes. Hace varios años en nuestra ciudad, hubo un accidente porque quien conducía un auto atendía a su hijito que iba en el asiento del acompañante. 

Algo fundamental en la prevención de accidentes, es el evitar que haya animales sueltos en las rutas. La responsabilidad primaria es de los dueños de esos animales. Ante la irresponsabilidad de algunos propietarios de animales, los organismos estatales deben retirar de las rutas los animales sueltos y no devolverlos a quienes no han sabido cuidarlos. 

La ruta por donde se transita debe estar en muy buen estado. El pavimento debe estar muy bien hecho, previsto para soportar durante mucho tiempo el tránsito de vehículos más pesados que lo previsible. Debe tener una buena señalización vertical por carteles. Debe tener una muy buena señalización horizontal, que son las líneas, flechas y números que se pintan en el pavimento.  

Una vez hecha la ruta, es imprescindible cuidarla. El cuidado de una ruta es tarea de todos, pues es un bien público; es por donde van a circular nuestros congéneres, nuestros compatriotas, nuestros vecinos, nuestros parientes y nosotros mismos. Una forma de cuidar las rutas entre todos, es el aporte que hacemos con impuestos pagados en forma directa e indirecta.  

Con el dinero aportado por millones de habitantes, se sostiene un sistema que debe dedicarse a controlar que no haya circulación de vehículos sobrecargados o en malas condiciones de manejo. Debe reparar o reponer carteles cuando los controles no alcancen a prevenir la acción de malas personas. Debe reparar cualquier deterioro de la ruta y mantener en buenas condiciones las señales horizontales. 

Muere gente en las rutas de la Patria. Parece que son accidentes.     

10 de Agosto de 2.021.