Más aún si está acompañado por una orquesta. También es muy lindo ver los músicos y cantantes entregando su arte al público, o tocando y cantando para ellos mismos.  

El acto de cantar es agradable, al igual que la satisfacción que proporciona el poder emitir música con un instrumento.

El ver y escuchar música y canto que nos agradan, nos hace vivir momentos de paz, alegría o euforia. Uno queda bien consigo mismo y en relación con el mundo después de haber pasado por un buen momento, y la música nos proporciona buenos momentos. 

Una persona canta sola por el simple gusto de hacerlo, y generalmente se canta sin prestar demasiada atención al modo como está saliendo; también puede ser que compare lo suyo con lo que escucha en radio y televisión. Si participa en encuentros en los que hay músicos y cantores, tendrá la oportunidad de escuchar cómo cantan y tocan sus instrumentos otras personas sin el uso de micrófonos, amplificadores y todo lo que usan los artistas consagrados. 

Puesto uno a cantar en un tincunácuy (encuentro) dominical, podrá percibir si lo suyo suena bien a los otros oídos. En esos casos, es necesario tomar cada crítica con mucha atención, pues no todos están en condiciones de dar consejos acertados, incluso quienes suenan bien a nuestros oídos. En la vida de relación, uno va conociendo quiénes aconsejan en forma desinteresada y quiénes no tienen una idea clara respecto al tema del que se trata. 

Una posibilidad de buen aprendizaje es el tomar clases con docentes del arte que nos interesa. Otra posibilidad para quienes desean cantar es la de ingresar en un coro, para lo cual habrá que demostrar aptitudes para el canto. Una vez ingresado al coro, el aprendizaje es muy valioso, aunque no siempre se recibe enseñanza individual. 

Para quienes desean aprender a tocar un instrumento, los conservatorios y escuelas de música son una opción muy buena. En todos los casos, quien se dedique y ponga esmero en lo que hace, tendrá más posibilidades de progresar en lo que hace, como regla general para cualquier actividad. Cuando el músico se siente seguro de lo suyo, suele reunirse con otros para formar un conjunto, lo que es de gran ayuda en ese agradable aprendizaje que dura toda la vida. Según el tipo de música que interpreta, el artista puede también pasar a integrar una banda de música o una orquesta. 

En las orquestas y en los conjuntos instrumentales, los integrantes se ocupan únicamente de tocar sus instrumentos. Quienes integran bandas de música, generalmente tienen que desfilar además de tocar. Los coros tienen cantantes que deben ocuparse únicamente de cantar, mientras que en algunos grupos de pocos integrantes suelen incorporar algo de baile como atractivo para sus actuaciones en público; esto también lo hacen algunos solistas vocales o instrumentales. En los conjuntos de música nativa, los integrantes tocan un instrumento y cantan, aunque puede haber también algún músico acompañante que no canta. 

El arte musical es como la vida misma en cuanto al aprendizaje pues, según comentan, incluso los más avezados músicos y cantantes siguen aprendiendo durante toda su existencia. Hay quienes comienzan “desde cero” con sus maestros y están quienes parecen haber nacido con el don del canto y la música; en estos casos son necesarios apenas unos estímulos para despertar y hacer crecer el talento que parecía estar guardado en la persona. 

Hay una gran cantidad de cantores entre los animalitos de los campos y del monte. Uno de los insectos cantores es el coyuyo, el que en cada Ckoñi Pacha (Tiempo del calor) sale de su refugio subterráneo y canta entre las ramas de los árboles. Su persistente canto es un llamado en busca de pareja, y nuestros mayores dicen que el canto del coyuyo hace madurar la algarroba. En esa misma época del año aparecen las chicharras, especies cercanas al coyuyo. 

Cada animal tiene su voz y la utiliza para llamar a sus congéneres, o para amedrentar a sus oponentes o para marcar su presencia en el lugar. Entre los animales hay voces que suenan como lamento, otras suenan como desafío y otras suenan alegres. Las voces de los pájaros suelen ser agradables y las llamamos canto de pájaro. No todos los pájaros cantan; a los pájaros que cantan se los llama “aves canoras”. 

Entre el canto de los pájaros, los graznidos de los caranchos, los ocasionales gritos del átoj (zorro), los maullidos del sacha mishi, algún lejano ladrido de los ashckos de una casa o que andan con una majada que además aporta sus balidos, se forma un bullicio al que sentimos como el coro del monte.  

El coro del monte no tiene las características de un coro organizado ni de una orquesta afinada. Al igual que el coro de la ciudad, es una suma de voces distintas y con volúmenes diversos. Hay grupos de animales que suelen coincidir en la emisión de sus voces, como son los pavos, los gallos, los perros, los coyuyos y otros animalitos.  

Para hacer coincidir las voces humanas en las poblaciones, es necesario ponerse de acuerdo, como ocurre con los cánticos de grupos manifestantes en las calles, o de los simpatizantes de un equipo deportivo. En los actos oficiales y similares, hay un acuerdo para que los presentes canten el Himno Nacional, canciones patrias y ocasionalmente temas populares que vienen al caso, como suele ser la chacarera Añoranzas, Himno Cultural de nuestra provincia. 

Para que un grupo humano cante y toque música en conjunto en forma armoniosa, es necesario que haya un acuerdo y ensayos previos. Si se trata de una banda de música, una orquesta o un coro, es necesario que alguien dirija. El coro y orquesta del monte es un rumor cambiante y con sus silencios; nadie lo dirige. Entre los animalitos silvestres, el hornero es el que hace un canto a dúo bien armonizado, cuando la pareja se encuentra a pocos metros de distancia. Uno de ellos comienza, enseguida se suma su pareja y se escucha el canto a dos voces, en el que cada uno hace su parte.  

Entre los sonidos de la vida cotidiana, escuchamos voces que dicen y dicen, en la casa, en la calle, en los distintos medios de difusión masiva. Ese coro de la vida se parece al coro del monte en que no parece seguir un solo canto, sino que es más bien una suma de voces distintas. 

Algo que llama la atención es que por ahí surgen palabras o modismos que parecen estar dirigidos a desnaturalizar nuestra habla cotidiana heredada de los mayores y completada en la escuela. Si observamos un poco, descubriremos que esos modismos aparecen simultáneamente en casi todo el continente, como si alguien estuviese dirigiendo ese coro de gente que no se ve entre sí. 

Ancha súmaj can (Muy lindo es) escuchar un coro que canta para disfrutar de la música y compartirla.   

13 de Julio de 2.021.