El antiguo refrán español es muy conocido, con ciertas variantes en el modo de decirlo, pero la idea se mantiene. Sin ejercer presión, el refrán llegó a abarcar todos los países de habla castellana y otros también.
Un cuestionamiento al refrán podría ser: ¿Qué necesidad tenemos de apretar algo? Pero hay respuestas disponibles: Una es que para poder asir algo, para evitar que se nos vaya de las manos, es necesario ejercer cierta presión; por algo y para algo nuestras manos son prensoras. Otra explicación es que en el mundo que conocemos, toda presencia ejerce cierta presión sobre el entorno, incluso el aire. Un cuerpo sin presión sería algo etéreo, volátil, de existencia no comprobable por ahora.
Los cuerpos mantienen su forma por la presión de otros cuerpos, que pueden ser sólidos, líquidos o gaseosos. Un pez de una fosa marina traído hacia la superficie, no podría sobrevivir por falta de la presión a la que está habituado. Un ser humano llevado hacia una gran altura sin las protecciones debidas, sufriría la rotura de tímpanos y vasos sanguíneos superficiales por la disminución de la presión atmosférica.
Para asir algo, para asegurar su posesión y control, es necesario apretarlo. Para que no se vuelen las hojas con el viento, es necesario apretarlas con un pisapapeles. Es necesario apretar con manos firmes el timón de la nave, para evitar que los embates del viaje nos hagan perder el rumbo.
En la vida se nos presentan oportunidades, de las cuales unas nos resultan agradables y otras no tanto. En general, a lo largo de la vida vamos buscando hacer lo que nos resulte agradable y nos dé buenos resultados. En ocasiones hay que resignar uno de los dos factores, pues o nos agrada totalmente o nos rinde económicamente. Es la búsqueda de equilibrio entre el beneficio espiritual y el beneficio económico.
Cuando se presenta la oportunidad, es preciso tomarla con la fuerza necesaria para asegurar que ella quede con nosotros. Hay que tomar la oportunidad y apretarla entre los dedos o contra el pecho. Si se nos presenta otra oportunidad, tendremos que elegir entre tomar una y dejar la otra, o tratar de tener ambas, con riesgo de que por mucho abarcar se nos escapen ambas oportunidades por no haber apretado lo suficiente.
Los seres más simples suelen ser especializados y pasan la vida cumpliendo con muy pocas actividades, como ciertas plantas que parecen pasar la vida solamente sobreviviendo y purificando el aire o el agua. Cuanto más complejo es el ser vivo, son más diversas las actividades para las cuales es apto. El Ser Humano ha llegado a ser capaz de caminar, correr, trepar, cavar, nadar, bucear e incluso volar. La actividad intelectual humana es sorprendente. Aún hay mucho para avanzar en cuanto a la aplicación de los recursos que tiene el ser humano.
Los seres humanos venimos a la vida con tiempos limitados. En el discurrir del tiempo, tenemos disponible un segmento entre el nacimiento y la muerte; dentro del mismo lapso, hay un segmento más breve que es el tiempo en que tendremos la posibilidad de hacer lo que queremos, pues primero tenemos el tiempo del aprendizaje básico, en el medio está el tiempo de la plenitud y finalmente tenemos un tiempo en el que nuestras posibilidades físicas decrecen.
Dentro del ciclo vital, tenemos lapsos breves de actividad alternados con los necesarios tiempos de descanso. El tiempo para la creación o realización está incluido en los lapsos cotidianos de actividad. Si hacemos un simple cálculo matemático, veremos que en la vida tenemos relativamente poco tiempo para hacer lo que deseamos y lo que resultará productivo.
En los tiempos disponibles, los seres humanos conseguimos ocuparnos de las tareas productivas que asegurarán el sustento propio y de quienes compartan la vida con cada uno de nosotros; nos damos tiempo para actividades recreativas y para los aprendizajes que permitirán no estancarnos en distintos aspectos de la vida. Un modo de vida como el descripto es el deseable para una persona que disfruta de las ventajas que brinda la vida moderna. No siempre sucede así, pero en general es lo que suele ocurrir en distintos ámbitos.
Es necesario no caer en los extremos; hay que evitar una vida alienada, con obsesión por las realizaciones materiales, y también debemos evitar una vida entregada a los placeres sin compromiso que nos llevaría a la ruina en varios aspectos. Hay gente que tiene dos empleos y también hay quienes tienen tres o más ocupaciones lucrativas. Es muy posible que en esos casos no estén cumpliendo bien con sus actividades, porque “Quien mucho abarca poco aprieta” y acaba perdiendo el control de lo que hace, con las consecuentes deficiencias de atención.
En la vida moderna, el modelo generalizado para una vida equilibrada consiste en una primera etapa de aprendizaje y estudio alternado con descansos y actividades recreativas, luego una etapa productiva, en la que la persona ejercerá lo aprendido, aportando a la sociedad sus habilidades y recibiendo una retribución económica por ello, mientras tiene también sus momentos de placer y descanso. La tercera etapa ha de ser de descanso y actividades placenteras, sin descartar por ello alguna actividad productiva que sea a la vez placentera y de esfuerzo moderado.
Parece ser que constantemente pasamos nuestro tiempo procurando atender las actividades productivas y las que nos causan placer, tratando de no aflojar en ninguna para no perderla. Posiblemente el secreto para un buen vivir está en que a toda actividad, por esforzada que sea, debemos encontrarle el lado placentero; así lograremos disfrutar de lo que hacemos y nuestro rendimiento será mejor. Aun así, no nos atiborremos de tareas, porque quien mucho abarca, poco aprieta.
29 de Junio de 2.021.