Quienes vivimos en la parte continental de la Patria, estábamos pendientes de las noticias que llegaban desde el Mar Argentino, pues en las Islas Malvinas y zona circundante había acciones de guerra entre militares argentinos y británicos. La gente del Alero Quichua, sin dejar de estar atenta como toda la población, continuaba con un proyecto que estaba concretándose.
En esa época, el programa radial se emitía por ciclos de dos meses, saliendo al aire únicamente en Marzo, Abril, Julio, Agosto, Noviembre y Diciembre. Las otras actividades seguían normalmente; por lo tanto, cada Sábado por la tarde había clases del Curso Elemental de Quichua en el Museo Arqueológico, había reunión de Comisión Directiva cada Lunes por la noche en la peluquería de Don Sixto Palavecino, y si surgía una actuación o algún viaje se concretaba sin afectar la continuidad del programa en Radio Nacional.
Toda la actividad era organizada y posteriormente analizada en las reuniones de los Lunes. Uno de los viajes habituales era el de cada año a la fiesta grande del Señor de los Milagros de Mailín. En una reunión se decidía hacer el viaje y se comisionaba a una persona para contratar el servicio de ómnibus. Cada año se elegía a Don Ernesto Suárez, Tesorero de la Comisión Directiva, hombre atento, diligente, honesto y generoso. Llegado el día del viaje, que era Sábado, nos reuníamos por la mañana temprano en la peluquería de Don Sixto. Algunas personas ponían sus equipajes en la vereda. Quienes no cabían en la peluquería esperaban conversando en la esquina norte del cruce de las avenidas Belgrano y Alsina. A las 9 llegaba el colectivo, se cargaba todo, subían los pasajeros y se emprendía el viaje por la avenida Alsina hacia la costanera para llegar en la Villa Mailín cerca del mediodía.
El cierre de la peluquería de Don Sixto trajo, entre otros cambios, la no realización del viaje a Mailín en forma grupal. Años antes se consideraba qué hacer en caso de cierre del lugar de trabajo de Don Sixto. Estaba la posibilidad cierta de reunirnos en domicilios particulares, lo cual había ocurrido en los comienzos del Alero Quichua, al igual que la posibilidad de reunirnos en el Centro de Artesanías del matrimonio Martínez Moreno, pero la idea que había tomado fuerza era la de tener el local propio, la sede del Alero Quichua Santiagueño.
Rubén Palavecino hizo las averiguaciones y determinó el lugar apto para la construcción de la sede, en la esquina de Granadero Saavedra y calle 8 del Barrio Sarmiento. Comenzó la adquisición de los materiales necesarios, gracias a donaciones de socios y simpatizantes. Lo que podía quedar pendiente de retirar quedaba depositado en el comercio de materiales de construcción; lo que había que retirar inmediatamente, se dejaba en la casa del Sr. José Maldonado, quichuista oyente habitual y amigo de nuestro Alero, quien ahora sería vecino de al lado de la sede social.
A fines de Abril de 1982, en una de las reuniones en la peluquería, decidimos que el 1 de Mayo haríamos el cavado y llenado de cimientos. El 2 de Mayo sería el primer Domingo de dos meses sin hacer el programa en la radio. El Lunes 26 de Abril hemos ajustado detalles respecto a quiénes participaríamos, con qué herramientas, a qué hora nos encontraríamos en el lugar y qué haríamos al finalizar el trabajo.
Tal como se había planeado, el Sábado 1 de Mayo, temprano en una mañana fría y cargada de nubes, estábamos toda la gente del numeroso grupo en la tarea de preparar la base de la casa del Alero Quichua. Al mediodía, una vez finalizado el llenado de cimientos y lavado las herramientas, fuimos a la casa de Víctor Gómez, el querido guitarrista “Chiquini”, para compartir un rico locro en el amplio patio y taller. Ese día, quien no usaba martillo, pala o pico, tuvo que alcanzar baldes con material, cebar mate, alcanzar agua, preparar el locro y armar la mesa, al margen de si se trataba de un hombre o de una mujer, si era joven o no.
La construcción de las paredes estuvo a cargo de albañiles y llevó tiempo por la lentitud para adquirir los materiales. Finalmente llegó el día del llenado de la losa del techo y nuevamente fue una mañana de alegre trabajo grupal. Con idas y venidas, entre las que se incluyen actos de vandalismo y robos por desconocidos, por un lado, y por otro las donaciones y trabajo de la gente del Alero Quichua, al que se agregó la ayuda de comercios e instituciones oficiales, en la noche del 10 de Noviembre de 1991 se inauguró el local con un merecido festejo.
Comenzó entonces un tiempo en el que las reuniones de los Lunes se hacían en el local propio. Por gestión del Alero Quichua encabezado en esa época por el Sr. Carlos Maldonado, la calle 8 pasó a ser oficialmente calle Vicente Salto.
La inseguridad existente en el lugar nos hizo llevar las reuniones nocturnas de los Lunes a domicilios particulares, quedando la sede con otras actividades, con algunos lapsos inactivos. Es bueno destacar las clases de quichua que impartía en la sede la docente Marta Palavecino de Quiroga. También funcionó un comedor comunitario, hubo catequesis y clases de danzas folclóricas.
Hace unos 13 años, la casa quedó al cuidado de la quichuista Manuela Giménez. En ese lapso hubo algunas actividades en forma esporádica; por ejemplo, un programa radial folclórico transmitió desde la sede del Alero Quichua, con la participación de músicos y cantores de nuestra ciudad y otras.
Hace pocos días, Manuelita decidió mudarse a Villa Atamisqui; comenzó el acarreo de sus bienes y, antes de completarse la mudanza, personas ajenas ingresaron al local rompiendo candados y dañando una puerta. Comenzaron las arduas gestiones judiciales, las que seguramente han de fallar en forma favorable a la justicia, así que seguimos en esta nueva lucha, mientras proyectamos la reactivación institucional de nuestro Alero.
Si hemos podido iniciar un trabajo justamente en el Día del Trabajador y en tiempo de guerra, también podremos hacer valer los derechos de la gente amante del quichua e involucrada en el Alero Quichua Santiagueño en estos tiempos difíciles para toda la comunidad.
Chaina cachun, que así sea.
18 de Mayo de 2.021.