En la escuela primaria hemos aprendido a cantar la Marcha de San Lorenzo, una marcha militar ancha súmaj (muy linda). Mientras aprendíamos su letra, íbamos enriqueciendo nuestro vocabulario. Para entonces ya sabíamos el significado del verbo asomar, por haber tenido la oración “Ese oso se asoma” como parte de las clases de lectura. Al aprender la Marcha de San Lorenzo aprendíamos, por deducción o después de preguntar, que Febo era lo mismo que decir Inti o Sol.
En esa ocasión, también hemos aprendido que corcel y caballo son lo mismo, que pabellón y bandera también. En ese tiempo también nos han enseñado la palabra sinónimo. Estábamos en los comienzos de la vida escolar e íbamos aprendiendo las palabras a medida que nos las enseñaban. Así hemos sabido qué es una hueste, qué significa estridente (“Sus gritos en el recreo son estridentes”), algo que con naturalidad ocurría casi todos los días en la escuela. Habitualmente escuchábamos una palabra “nueva” y pronto aprendíamos su significado.
La letra de la Marcha de San Lorenzo describe el bautismo de fuego del Regimiento de Granaderos a Caballo, creado por José de San Martín, nuestro prócer máximo. En la época escolar, primero hemos aprendido la marcha y casi enseguida hemos comenzado a conocer lo que en ella se relata; después, por distintos medios hemos ido conociendo detalles de tal acontecimiento.
José de San Martín nació en Yapeyú, en la actual provincia de Corrientes. Llevado por sus padres a España cuando era niño, estudió en Madrid y en Málaga, recibiendo una formación cultural amplia.
Inició su carrera militar a los once años de edad, cuando ingresó como cadete en el Regimiento de Murcia; después combatió en el norte de África contra los moros. Con quince años de edad, fue ascendido a Sub Teniente Segundo, después de luchar en Los Pirineos contra los franceses. Después de combatir y hacer carrera durante unos buenos años, era Teniente Coronel de Caballería cuando decidió regresar a su Patria para unirse a la causa independentista.
Llegó a Buenos Aires a comienzos de Marzo de 1812, junto con otros oficiales militares argentinos que habían hecho carrera en España y venían a ofrecer sus servicios al gobierno criollo.
El Triunvirato que ejercía el gobierno, aceptó la propuesta del Teniente Coronel San Martín para la creación del Escuadrón de Granaderos a Caballo que luego sería regimiento. En los ejércitos europeos de esa época, los granaderos eran soldados con estatura, fortaleza y preparación tales que le permitiesen marchar al frente de las unidades de infantería, armados con fusil y portando una bolsa con granadas de mano para atacar directamente al enemigo. Los granaderos eran soldados seleccionados y muy bien preparados. A esas características, Don José de San Martín les agregó la condición de ser buenos jinetes y ejemplos de moral y disciplina; dedicó el año 1812 a instruir y entrenar a los soldados y oficiales granaderos.
En Diciembre de 1812, el Segundo Triunvirato ascendió a San Martín y los dos escuadrones de granaderos a caballo existentes hasta entonces pasaron a ser el Regimiento de Granaderos a Caballo, organizándose un tercer escuadrón.
Después de la revolución de Mayo de 1810, Montevideo había pasado a ser la capital española del Virreinato del Río de la Plata y su principal puerto sobre el Atlántico Sur. En 1812, Montevideo estaba sitiada por fuerzas independentistas, así que los realistas se aprovisionaban mediante incursiones militares fluviales. En Enero de 1813, once embarcaciones realistas remontaron el río Paraná, seguidas y observadas por el Coronel San Martín y 125 granaderos.
Al amanecer del 3 de Febrero de 1813, los granaderos estaban apostados en el patio del convento San Carlos, en San Lorenzo, 30 kilómetros al Norte de la ciudad de Rosario y a 320 kilómetros de Buenos Aires. Las naves españolas habían anclado y sus soldados desembarcaban para subir la barranca y avanzar hacia el convento para saquearlo. Cuando las tropas realistas marchaban por el campo, los granaderos cargaron contra ellos en dos columnas, una encabezada por el Coronel San Martín y la otra por el Capitán Germán Bermúdez.
La acción fue victoriosa para el Regimiento de Granaderos a Caballo y marcó un hito importante en la historia argentina. Entre las bajas argentinas se destacan la del soldado correntino Juan Bautista Cabral, muerto mientras ayudaba a San Martín, que había quedado aprisionado por su caballo caído, y la del Capitán Bermúdez, muerto días después como consecuencia de una grave herida sufrida mientras perseguía a los españoles.
El lugar donde ocurrió el combate de San Lorenzo es hoy el parque del Campo de la Gloria. El convento San Carlos es un museo muy interesante para visitarlo. Donde estuvo el pino bajo el cual Don José de San Martín redactó el parte posterior al combate, hoy hace las veces de Pino Histórico un retoño del pino original. Los municipios entre Rosario y San Lorenzo tienen nombres sanmartinianos: Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán.
El Regimiento de Granaderos a Caballo hoy continúa con su gloriosa trayectoria, después de haber participado en importantes contiendas, entre ellas la independencia de Chile, la independencia del Perú y la Gesta de Malvinas de 1982; es la escolta militar del Presidente de la Nación.
Los proyectos del General Don José de San Martín, Padre de la Patria, trascendieron a su existencia humana y hoy son motivo de admiración por parte del pueblo argentino y de muchos países del mundo.
Aún hoy existen detractores del General San Martín, así como hay detractores y saboteadores de todo lo que signifique grandeza argentina. Debemos inculcar a nuestros descendientes la necesidad de prestar atención en la escuela primaria y secundaria, para que cuando sean adultos no los sorprendan con campañas contra nuestros valores auténticos.
No olvidemos el consejo de Martín Fierro: “Naides sabe en qué rincón se oculta el que es su enemigo”. Tampoco olvidemos que, pese a que deseamos llevarnos bien con toda la gente, quien es enemigo de nuestra Patria, es nuestro enemigo.
02 de Febrero de 2.021.