Por Crístian Ramón Verduc
12/01/2021
"La generosidad bien entendida comienza por casa"

Chaina nincu (Así dicen); seguramente es cierto, pues sería poco razonable que alguien fuese pródigo fuera de la casa y micha (mezquino) con la familia, con quienes convive. 

Una vez resueltos los problemas de nuestra propia casa, podemos comenzar a ocuparnos de los problemas de la casa ajena, o en una de ésas no, porque en casa ajena pueden no ser bien recibidos nuestros intentos por ayudar, sobre todo teniendo en cuenta que lo que uno entiende por ayuda no siempre es algo material o, más concretamente, una ayuda no siempre es dinero. Por eso muchas veces los mayores nos advierten: “Cuando veas que hay problemas entre otras personas, no te metas, salvo que te lo pidan”. Por supuesto que uno debe ayudar cuando ve que una persona damnificada por algo, no está en condiciones de pedir auxilio.  

Para ser generosos y poder ayudar, tenemos que tener con qué brindar esa ayuda, pues nadie puede dar lo que no tiene. Es muy difícil que aceptemos el auxilio de alguien a quien vemos en peores condiciones que nosotros, por el riesgo de que así pueda empeorar la situación. 

“La generosidad bien entendida comienza por casa”, chaina nincu; entonces, podríamos comenzar generosamente con nosotros mismos a fortalecernos en los distintos aspectos de nuestra persona, para que sea donde sea que estemos, no seamos un problema y representemos un posible auxilio en caso de emergencia. Podemos comenzar ahora mismo a trabajar sobre nuestras debilidades, a ver si logramos convertirnos en un elemento humano altamente positivo en el ámbito en que vivimos.  

Ckallariy significa comenzar, empezar, iniciar. También se puede utilizar el verbo arrancar en ciertos casos, pues en el habla popular se llama arranque a la puesta en marcha de un motor, por ejemplo. En algunos libros o folletos, veremos que los fabricantes y técnicos se refieren a ese momento como “dar partida” al motor, aunque más adecuado sería “poner en marcha”. Al estar arraigada la expresión arrancar en cuanto a motores, se llama “motor de arranque” al pequeño motor que pondrá en marcha al motor que nos interesa. También en ciertos cantares llegados de otros pagos hemos escuchado: “¿Qué le pasa a mi camión? ¿Qué le pasa que no arranca?”  

Cuando hablamos de iniciar, comenzar o empezar, inmediatamente entendemos que algo está en el momento de su puesta en movimiento, lo cual sería similar al arranque de un motor, pero el verbo arrancar se relaciona más con otra acción. Cuando hay tormentas fuertes, las que se dan especialmente en el Verano, podemos leer o escuchar noticias que dicen: “Varios árboles fueron arrancados de cuajo por el viento”; es decir que hubo árboles derribados no por haberse quebrado su tallo, sino porque fueron sacados del suelo desde la raíz”. Al limpiar un terreno, especialmente después de una lluvia, suele hacerse la aclaración: “No es para cortar los yuyos, sino para arrancarlos”, lo que significa tomar el tallo de la planta y tirar del mismo con fuerza, para que la planta sea retirada del lugar con raíz incluida. 

La acción de arrancar una planta implica un grado de rudeza, incluso de violencia, por eso es que un viento fuerte puede derribar árboles, pero un viento huracanado, violento, puede arrancarlos. En lo coloquial y en las expresiones poéticas, se utiliza el verbo arrancar para indicar que hubo cierta violencia o rudeza al retirar o arrebatar algo, por eso hay expresiones como: “El asaltante le arrancó la cartera” o “La arranqué de mi vida”. 

Muchos de quienes amamos el quichua, al reconocernos bilingües de hecho amamos también el castellano, el idioma con que la mayoría de los argentinos nos comunicamos en forma cotidiana. Nuestra generosidad o afán por escuchar e incorporar vocablos de otros pagos, puede tomarnos desprevenidos y llevarnos a distorsionar el idioma.  

En estos primeros días del año dos mil veintiuno, hemos escuchado tantas veces utilizar el verbo “arrancar” para referirse al comienzo del año, que no faltó el paisano advertido que pidió: “No arranquen el año. Déjenlo que crezca, florezca y dé frutos”. Empezando “por casa” con el hábito de hablar bien, deberíamos aprender a emplear los sinónimos (comenzar, iniciar). 

Hubo hombres notables que en su vida pública fueron pródigos en afecto y generosos materialmente, mientras que, según algunos observadores (“Malas lenguas”, diría una señora vecina), en su casa fueron hoscos y mezquinos.

Puede ser, o puede ser solamente una maledicencia tratando de encontrar defectos en personas consideradas virtuosas. Sabemos que todo ser humano puede tener sus defectos según la visión del prójimo y en muchos casos según la visión del mismo ser humano en cuestión, pero no agrega mucho a la historia colectiva el andar ventilando las flaquezas de quienes nos han marcado un rumbo desde su vida pública. 

La generosidad que empieza por casa, muchas veces ha sido mal entendida, sobre todo al considerar al bien público como un bien particular de quien ha sido designado para cuidar de ese bien público. Uno de los casos más evidentes y criticados es el nepotismo, que lleva a funcionarios públicos a favorecer a sus parientes y amigos, perjudicando a la comunidad que los puso en el cargo y les paga para ocuparse del bien común. Ese trato injusto se evidencia en muchos ámbitos, especialmente en la administración de los recursos del Estado, los recursos que nos pertenecen a todos. Según quienes saben del tema, con leves altibajos a lo largo del tiempo, el nepotismo parece ser parte constante del devenir histórico en nuestra Patria.   

Se puede hablar de generosidad cuando uno es pródigo con lo propio, con lo que uno mismo ha obtenido y le pertenece legítimamente. La prodigalidad con lo ajeno es un delito.  

La generosidad bien entendida comienza por casa. Sería muy bueno tener muy bien atendida nuestra casa, para estar en condiciones de abarcar más con nuestra generosidad, y hacer que llegue a toda la comunidad, que es “nuestra casa grande”. 

Las buenas acciones, como la auténtica generosidad, una vez que empiezan deben seguir y alcanzar a toda la gente posible. 

12 de Enero de 2.021.

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