Por Crístian Ramón Verduc
03/11/2020
“En la pesca todo vale: La ballena, el bacalao, los de veinte y los de treinta del Río Dulce y del Salao”

Las ingeniosas y risueñas estrofas de la chacarera Casas más casas menos, tendrían como punto de partida las experiencias vividas por el conjunto de Los Hermanos Ábalos en una gira internacional.

Cuando se habla de pesca, en nuestro pago pensamos en la pesca con anzuelo, la que se practica normalmente en los ríos Dulce, Salado, ríos menores, canales y lagunas. La captura con redes es poco habitual y no está permitida por los organismos de control de los recursos naturales.  

El bacalao es un pez de los mares del hemisferio Norte, grande y muy apreciado, al que pescan con grandes redes desde barcos especializados, y la ballena es un gran mamífero marino al cual suelen capturar con técnicas de caza en aguas abiertas. La referencia a “los de veinte y los de treinta” alude a los peces pequeños de nuestros ríos, como serían los bagres chicos, los “doradillos” y otros peces que por su escaso tamaño (20 o 30 cm) generalmente son devueltos al agua por los pescadores, esperando sacar los de mayor porte. 

Esa expresión “todo vale” muestra la intención de que lo nuestro no sea subvalorado, en este caso nuestros peces. En las otras estrofas de la chacarera hay una enumeración de lo que hay “allá” y lo que tenemos en nuestra tierra, como diciendo que es bueno conocer el mundo pero no por eso olvidar lo propio. Todo esto es dicho de un modo jocoso.  
Si tomamos la expresión “todo vale” por fuera de esta chacarera y la trasladamos a otras acciones en la vida, nos damos con que el uso y abuso de los recursos a mano son más cotidianos que lo deseable. En el “vale todo” de la vida, hay quienes se comportan siguiendo las reglas establecidas, a las que en nuestro ámbito sintetizamos en Ama súa, ama llulla, ama ckella. “Logremos esto, que lo demás no importa”, “El fin justifica los medios”, “Goles son amores”, “La generosidad bien entendida comienza por casa”, “Primero yo, después yo”, son muchas de las sentencias acuñadas para justificar un “todo vale” o “vale todo”.  

“En la guerra, cualquier hoyo es trinchera”, ironizan los changos de nuestro pago, aludiendo justamente a una situación extrema: La guerra en cualquiera de sus manifestaciones. Debemos aprovechar los tiempos de paz para disfrutar y al mismo tiempo prepararnos para una eventual guerra. Una guerra no es solamente el enfrentamiento de numerosa gente armada, separada en dos grupos antagónicos que procuran la rendición del otro.  

La palabra guerra tiene sus sinónimos y ello puede ampliarnos el panorama. Hay encuentros deportivos a los que suelen llamarlos choque, enfrentamiento y, en los encuentros de artes marciales y de pugilato suele hablarse de combate, todos sinónimos de la palabra guerra. En los deportes, podemos considerar como tiempo de paz al período entre una competencia y otra. El éxito en esa competencia va a depender de lo que cada contendiente haya hecho en el lapso al que llamaríamos tiempo de paz. Triunfará quien mejor haya aprovechado el tiempo de paz. 
Ejemplos como el anterior puede aplicarse en otras actividades y en la guerra misma.  

Las actividades productivas, de servicio y artísticas también requieren una preparación previa y aprovechamiento de las experiencias. Por ejemplo: Alguien que decide dedicarse a reparar zapatos, primero ha de aprender el oficio y después deberá actualizar sus técnicas cada tanto; por otra parte, deberá preparar un local adecuado, al que deberá hacerle las limpiezas y mantenimiento cada tanto y, de hecho, deberá munirse de las herramientas adecuadas, a las que tendrá siempre en condiciones y las renovará periódicamente para mejorar su servicio. Si se ha preparado bien cuando aún no tiene trabajo para hacer, cuando éste llegue lo hará de la mejor manera y gozará íntimamente por el trabajo bien hecho, además de que un cliente satisfecho es la mejor publicidad. 

Si en casa o en el trabajo tenemos matafuegos y otros elementos de seguridad, debemos saber usarlos correctamente, además de mantenerlos en buen estado y a mano, pues si los tenemos es porque hemos entendido que, por más que no lo deseemos, el accidente es algo que puede ocurrir, tal como nos muestra la experiencia propia y ajena.  

La utilización adecuada de los recursos materiales y humanos, sin perder de vista para qué finalidad están donde se los ha ubicado, nos va a permitir producir bien, prestar buenos servicios y resolver bien los problemas que surjan sobre la marcha, sin tener que apelar a recursos antipáticos o fuera de las normas establecidas.  

Un artista que aprovechó el tiempo para aprendizaje y ensayos, en cada actuación o exposición va a presentar algo muy cercano a lo mejor de sí mismo, y ese mejor será cada vez mejor. Si no, tendrá que recurrir a subterfugios más o menos perceptibles para salir del paso, con grandes probabilidades de quedar mal conceptuado. Algo similar ocurre en los deportes, pues quien no entrenó adecuadamente será derrotado y, en muchos casos, apelará a recursos antideportivos que mellarán su prestigio peor que el fracaso en la contienda. “Goles son amores”, pero siempre es mejor si esos goles son logrados de manera leal y limpia. 

El tiempo de paz es el tiempo adecuado para prepararnos por si después hay guerra. La actual guerra contra un virus es una muestra cabal de que en tiempos de paz no se ponía precisamente lo mejor para los servicios de salud. Los servicios de salud no están solamente en los hospitales, y no es solamente en los hospitales donde las largas esperas, las postergaciones, la atención poco amable, el hacinamiento y otros factores negativos, perjudican a las personas afectadas por un mal. Las situaciones enunciadas se ven también, en distintas épocas, en algunas obras sociales, en algunos lugares administrados por la iniciativa privada y en algunas farmacias. Eso es malo para la salud.  

En algún momento deberíamos acostumbrarnos a optar por la excelencia y no tener que elegir el mal menor; dejar atrás la idea de que podemos alcanzar el objetivo con malas artes, haciendo trampas y de manera desleal, dejar atrás el “vale todo” y tener motivos para valorar lo nuestro, para que incluso los peces más chicos de los ríos de nuestras vidas sean considerados tan valiosos como los mayores cetáceos y grandes peces de vidas lejanas.

03 de Noviembre de 2.020. 

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