Preguntó uno de los que habían asistido a la actuación de un grupo de canto criollo. Los cantores se miraron y uno de ellos respondió que concretamente no lo sabían, pues la intención del grupo era la de presentar un sonido de voces unidas en forma pareja; de paso, pidieron disculpas por si el entusiasmo de ellos o la ecualización del equipo de sonido le había hecho escuchar que una voz sobresalía.
En un equipo, cada uno debe atender su parte tal como fue convenido previamente, cuando asumieron el compromiso de hacer algo juntos. Sobre la marcha pueden surgir situaciones que obliguen a introducir cambios en los roles, por eso toda improvisación necesaria y oportuna ha de ser aceptada por el resto del grupo.
Nadie está obligado a hacer más que lo que puede, y para ello es necesario que cada integrante de un grupo que encara un proyecto, sea sincero en cuanto a sus posibilidades y asuma su compromiso. No se debe pedir que haga lo que no puede, ni exigir que su accionar esté siempre al límite de sus posibilidades, pero sí que sea perseverante y dispuesto a brindarse por el objetivo que se desea alcanzar. En síntesis, si cada integrante del equipo asume como suyos los objetivos del grupo, los objetivos serán alcanzados.
Dicen que un equipo es tan fuerte como el más débil de sus componentes, por eso los más fuertes deben ayudar a los demás para su superación. Esa ayuda puede darse en la etapa de preparación o en la acción misma; cómo y cuándo brindar esa ayuda, depende de las circunstancias. En un equipo, lo importante es que el objetivo de todo el grupo humano esté debidamente entendido por todos los integrantes del grupo, para que así cada uno sepa cuál es el rumbo a seguir; después, el “tirar parejo” sale con total naturalidad.
Cada integrante de un equipo debe integrarse al mismo por convicción, para disfrutar de los logros y de las tareas que se hacen para lograr los objetivos. El esfuerzo que haya, no debe parecer esfuerzo, sino que debe ser parte del goce por estar haciendo lo que a uno le agrada. Por ejemplo: Uno ve un zapateador de malambo norteño y puede percibir que además de su talento para la danza, el bailarín está poniendo una fuerte cuota de esfuerzo físico y mental para cumplir su objetivo de lograr un zapateo armonioso, fuerte y vistoso. Si uno le pregunta a ese bailarín si disfruta de lo que hace, seguramente la respuesta será afirmativa.
Toda práctica deportiva o artística requiere dedicación y esfuerzo. Hay que dedicar tiempo al aprendizaje, a la preparación y a la ejecución de lo que deseamos hacer. Lo mismo ocurre en otras actividades culturales. Por ejemplo, si uno va a participar de un debate, primero tendrá que haber aprendido sobre el tema a debatir; si no, no habría sido invitado; además deberá prepararse específicamente para esa ocasión. Es posible que durante el debate haya tensión, nervios y en algunos momentos puede haber un deseo de que el debate termine pronto, pero una vez logrado, la satisfacción que se siente por lo hecho es tan grande que se olvidan los momentos tensos y ya se está pensando en la próxima ocasión para exponer una versión mejorada de lo alcanzado.
“Despacio que no es por plata” bromeaban Los Hermanos Ábalos cuando exhibían su señorío en el zapateo individual.
Cuando “es por plata”, es decir, cuando uno está contratado para determinada tarea, debe alcanzar los objetivos que previamente han sido concertados, como ocurre con cualquier operación de compra o venta de bienes o servicios. Si uno paga por un kilogramo de pan, quiere un kilogramo de pan. Si uno paga por el revoque de una pared, exige que esa pared quede revocada, bien revocada.
Si alguien contrata a un artista para que ofrezca determinado espectáculo, espera que ese espectáculo sea tan satisfactorio como había sido acordado. De no ser así, sucede una discusión para disminuir el pago, o el contratante cumple con su parte del compromiso pero no vuelve a llamar al artista que no cumple.
En la venta de bienes o en la contratación de servicios hay generalmente un trabajo en equipo, en el que para conseguir el resultado final hace falta el esmero de varias personas. Por ejemplo, el kilo de pan no será satisfactorio para el cliente si está hecho con ingredientes de mala calidad, o si no ha sido bien horneado, o si está sucio por haber sido transportado en malas condiciones o colocado para la venta en un lugar inadecuado. También se puede perder un cliente por no tener el pan a la venta en un horario conveniente. Para sortear todos los posibles inconvenientes, hace falta que cada una de las personas involucradas en el proceso cumplan bien con su parte, y deben hacerlo, para no perder dinero.
Para que el revoque de la pared quede bien, el albañil tiene que poner esmero en su trabajo, pero también depende de que su ayudante haya preparado bien la mezcla de materiales, que esos materiales sean de buena calidad y que le hayan sido entregados a tiempo.
En una actividad que no es rentada, aparentemente no estaríamos en condiciones de exigir nada a los protagonistas del acontecimiento. Sería la gran diferencia entre los deportes, las artes y las actividades culturales que se practican en forma profesional y las mismas actividades cuando se hacen por gusto, sin esperar una paga.
Una vez le preguntaron a un ebanista, cuánto cobraba por hacer un mueble tan prolijo como el que estaba en exhibición. El hombre dio el precio y le preguntaron cuánto costaría algo de menor calidad, a lo que respondió que en todo caso podría bajar el precio, pero no la calidad, porque en la calidad de su trabajo residía su prestigio.
Cuando se forma un grupo destinado a lograr determinado objetivo, se hace un acuerdo que la mayoría de las veces no está escrito, pero en ese acuerdo está el compromiso de poner cada uno lo mejor de sí. Si no es por plata, es por el gusto de hacer lo que uno dice que le agrada y por mantener alto el concepto que la misma persona tiene de sí misma. De paso, se mantiene y mejora el prestigio.
“Tirando parejo”, cada uno desde sus posibilidades, el equipo anda bien, aunque ocasionalmente sobresalga uno de sus componentes, siempre y cuando sea para el bien común.
Cuando se trabaja con gusto, el esfuerzo que haya no parece tal.
Al asumir un compromiso, debemos cumplirlo, para no quedar como ckella (persona perezosa) o, peor aún, como llúllaj (persona mentirosa).
20 de Octubre de 2.020.