Por Crístian Ramón Verduc
06/10/2020
“Son muchos los diablos y poca el agua bendita”

Palabras más, palabras menos, es una de las frases recurrentes entre nuestra gente criolla a la hora de alguna “repartija” en la que el proveedor se ve desbordado por la cantidad de demandantes. 

“El problema es que son muchos los usuarios”, contestó una persona que atendía al cliente que reclamaba por la poca eficiencia del servicio que había contratado. Hay servicios que se parecen al riego por canales comunitarios. Otros servicios se parecen a una distribución de pan u otro bien que se entrega por unidades. 

El actual sistema de riego por inundación depende de la distribución de agua por los canales y acequias que salen, en el caso de una gran zona dentro de la provincia de Santiago del Estero, del Río Dulce. Si uno observa en un mapa o en un plano el sistema de canales y acequias, ve que se parece a un árbol en el que el tronco sería el canal principal, las ramas gruesas serían los canales menores y las ramas finas son las acequias que van directamente a los campos.

Es un sistema muy complejo, para el cual hace falta gente especializada trabajando para su buen funcionamiento. 

En un mercado, hay un complejo sistema de entrada de las mercaderías, distribución y colocación de las mismas de tal modo que las mismas presenten un buen aspecto para los compradores y que sean accesibles a los vendedores. 

En el riego hay un sistema interno de control para evitar pérdidas de agua por deterioro de los canales y distribución injusta por errores u omisiones de algún participante en el sistema. En la venta de mercaderías también hay controles para que, en definitiva, la cantidad de dinero entrante se corresponda con la cantidad de mercadería que ha salido; para ello se presta mucha atención al transporte, estiba, exhibición y entrega, minimizando las posibilidades de pérdida por rotura, sustracción o deterioro. 

Entre los servicios que se pueden comparar con la distribución del agua por canales de riego, podemos tomar como ejemplos: La distribución de energía eléctrica, las redes de agua domiciliaria en pueblos y ciudades, la distribución de gas por red domiciliaria, el servicio de Internet, radio, televisión, etc. 

Los trámites se parecen en parte a las compras, porque uno va al lugar correspondiente, expone lo que quiere o necesita, le responden si en ese lugar va a conseguir lo que busca o no y, en caso de ser ése el lugar correspondiente, comienza la búsqueda de lo que esa persona requiere.  

Si la distribución de agua, la fabricación y venta de bienes, la resolución de trámites, tienen sus secretos y pasos necesarios, es comprensible que no sean tareas fáciles y que por eso deban estar en manos de gente especializada en cada una de las actividades necesarias para que cada servicio funcione. En vista de lo especial de cada actividad, es seguro que ha de haber equipamiento específico para cada labor y que cada día se han de estar ideando sistemas y métodos para ir mejorando los servicios y para simplificar la obtención de soluciones a los problemas que puedan surgir. 

Hace décadas, docentes de una Escuela de Comercio enseñaban que donde había una fila de clientes esperando para ser atendidos, había ineficiencia; decían que en esos casos era necesario incrementar la cantidad de personal atendiendo, mejorar su capacitación y el equipamiento, pues si los clientes debían esperar para ser atendidos, desistirían de comprar en ese local. 

Con los años hemos ido acostumbrándonos a la fila de espera, a tener que hacer una fila para pedir turno, el que no es para el mismo día, sino para más adelante, con un horario expresado en hora y minutos, pero que al llegar el día indicado ese horario no será respetado.  

Si hay que hacer un trámite, por sencillo que fuese, es necesario tener mucha paciencia y mucho tiempo disponible. Para conseguir que un funcionario estatal agregue una de las tantas firmas y hojas que tiene cualquier trámite, el ciudadano tiene que dejar de trabajar, estudiar o hacer lo que fuere, para concurrir varias veces a la oficina correspondiente y perder allí medio día de su vida en cada "empujón al trámite".    

Las absurdas demoras en las oficinas del Estado son parte de la tradición de muchos pueblos, al punto que en Enero de 1833, el español Mariano José de Larra publicó el artículo “Vuelva usted mañana”, como una ingeniosa y elegante queja, sin mezquinar indignación, contra la evidente pereza y falta de responsabilidad de los empleados de cierta oficina estatal española. 

Las quejas directas y las críticas con humor, han ganado los medios de difusión masiva, pero poco y nada se ha mejorado, pese a la automatización e informatización de los enormes aparatos estatales. Lamentablemente, ya tenemos asumido y estamos resignados a que en las oficinas estatales no es fácil conseguir un resultado satisfactorio.

Peor aún: Hay servicios que han sido concedidos a particulares y también son bastante deficientes. El mal ejemplo ha sido tomado con gran entusiasmo por gente poco entusiasta para el trabajo en actividades privadas y en los últimos años muchas veredas de las ciudades se han convertido en lugar de espera para una creciente cantidad de gente perjudicada por la ineficiencia. 

Todos esos servicios, privados o estatales, que funcionan mal y hacen perder un tiempo valioso a sus usuarios, convirtiéndolos en sus perjudicados, son similares a una orquesta que suena mal. Si la orquesta suena mal, los oyentes deben reclamar y el Director debe tomar medidas urgentes, ya que no hizo lo necesario antes de la actuación.

El Director, debe detectar quién o quiénes están tocando mal o no tocan su instrumento cuando deberían hacerlo. Cada músico y, en última instancia el Director, debe observar y corregir si un instrumento suena mal, pues ello opaca el talento del músico y arruina la actuación de todo el conjunto.   

En las distintas actividades que deben sostener la buena calidad de vida en una comunidad, quienes tomen la responsabilidad para desempeñar cualquier tarea, deben estar capacitados para cumplir con tal tarea; si no, deben capacitarse cuanto antes a fin de lograr un servicio cada día mejor. Si no, deberían dejar que alguien capacitado ocupe ese lugar. 

Si el problema es la gran cantidad de usuarios o clientes, hay que adaptarse a esa circunstancia, incrementando la cantidad de personas capacitadas para atender a esa cantidad de clientes, pues a ningún servicio, estatal o privado, le da buena fama la pérdida de clientes o usuarios por causa de la ineficiencia.

La buena vida de una comunidad depende de la sinceridad, honestidad y laboriosidad de sus componentes, que son los hacedores y a la vez beneficiarios de ese modo de vida.   

06 de Octubre de 2.020.

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