Es una pregunta habitual entre amigos y conocidos que hablan quichua o que están aprendiéndolo. El quichua tiene varios posibles saludos; en este caso, uno saludaba preguntando: “¿Cómo andas?” o “¿Cómo anda usted?” Este saludo podría ser el equivalente a un habitual saludo en castellano: “¿Qué tal andas?” A veces resumido en un: “¿Qué tal?” Que en quichua tiene también su similar para un saludo rápido: “¿Imaina?” Esos saludos breves en forma de pregunta suelen darse cuando ambas personas se cruzan mientras van apuradas, cada una atendiendo sus urgencias cotidianas. En esos casos, puede ser que ambos hagan la pregunta y sigan camino sin esperar la respuesta, dando por sentado que la otra persona anda bien.
El plural para el saludo en forma de pregunta es: “¿Imaina purinquichis?” Que puede ser apocopado: “¿Imaina purinquich?” (¿Cómo andan ustedes?). Cuando hay tiempo para una respuesta, la respuesta habitual es “Allillata ¿Ckam?” (Bien nomás ¿Y vos?) Si es para más de una persona: “Allillata ¿Ckamcuna?”
La respuesta habitual a la amable pregunta suele ser “Allilla” o “Allillata” (Bien nomás), como para no entrar en detalles, pero hay otras posibles respuestas: Ancha alli (Muy bien), chaina chaina (más o menos), sajrat purini (ando mal), ancha sajrat purini (ando muy mal) y otras variantes que los hablantes del quichua suelen utilizar. La pregunta inicial bien puede ser: “¿Imaina tianqui?” (¿Cómo estás? ¿Cómo está usted?) y otras variantes posibles.
La respuesta “Bien nomás” es la respuesta habitual, para no entrar en detalles ni causar preocupación. Cuando uno responde que anda muy bien, es casi seguro que desea iniciar una conversación por que tiene algo muy bueno para contar. Si responde “más o menos”, es muy posible que la otra persona siga su marcha por unos metros, se detenga y pregunte: “¿Por qué?” Así se inicia la conversación en la que uno de ellos relatará algo en espera de sugerencias o consuelo.
La afirmación “Ando bien” suele dar tranquilidad a quien ha preguntado y también a quien responde. La idea de que uno anda bien, otorga confianza y hace que uno repase, aunque sea rápidamente, lo bueno que tiene o que le está pasando, en vez de sentir el peso de lo malo únicamente.
“Quien cree que se muere, se muere”, es la idea transmitida por gente que tiene asumido que el optimismo ayuda en la salud. Dicen que el organismo responde a los estímulos de la mente y que, si uno se propone andar bien, va a andar bien. Por el contrario, si uno repite para los otros y para sí mismo: “Ando mal”, su organismo responderá con malestares que no tendría si su actitud fuese positiva.
No se trata de mentirse que uno está bien cuando no lo está, si no de armarse de un panorama objetivo, en el que seguramente hay factores positivos y negativos. El reforzar lo positivo ayudará a conjurar lo negativo y lograr la deseada mejoría.
“A Dios rogando y con el mazo dando”, nos dicen quienes sostienen que debemos tener fe, pero que al mismo tiempo debemos hacer todo lo necesario para que lo que deseamos se concrete. Pedimos ayuda a Dios, pero a la vez trabajamos para ser herramienta o vehículo de esa ayuda. Si uno se siente mal físicamente, debe hacer un esfuerzo para superar el malestar, al tiempo que busca ayuda profesional. Cuando el problema se debe a relaciones personales, suele ser necesario calmarse y buscar la adaptación mutua. Si el mal es material, suele ser útil el tratar de mirar la situación desde un ángulo distinto, en busca de una solución que sea verdadera y no un “parche” que causará mayores problemas en el futuro.
Hace falta un cierto esfuerzo para estar bien y permanecer bien. También es necesario el esfuerzo y el empeño para dejar de estar mal o “chaina chaina” y así mejorar la situación que fuere. En cierto modo, nuestro bienestar o malestar está en nuestra cabeza y más que nada en nuestras manos, que son las hacedoras de obras buenas o de las otras.
Hay algunas personas que, por lograr alguna ventaja, acostumbran “llorar” al referirse a su situación material. Uno suele impregnarse de lo que toca o de las características de los lugares que frecuenta. Si habitualmente está dando un panorama lastimoso, esa actitud penosa quedará adherida a nuestro ser y no sabremos disfrutar de los buenos momentos.
No estamos diciendo que, con sólo decir: “Hace calor” en un día frío, vamos a evitar un malestar por enfriamiento, o cosa parecida. En ese caso, la actitud correcta sería la de abrigarse adecuadamente y sacarse de los pensamientos el temor a la enfermedad, pues ya están tomados los recaudos necesarios. A partir de esa situación, habrá que pensar en lo que se desea hacer, al margen de los temores. La actitud consiste en tomar precauciones y no sentir temores.
El pesimismo y el excesivo optimismo, pueden distorsionar nuestra visión de la realidad, llevándonos a cometer errores. El humano debe cultivar la confianza en sí mismo para poder obrar con calma, sin la presión del miedo, pero sin olvidar que, como dice Atahualpa Yupanqui: “Hay pájaros que solitos se entrampan por presumidos”.
Debemos trabajar en nosotros mismos para lograr una buena actitud ante la vida, sin importar a qué altura del ciclo vital humano nos encontremos. Nunca es tarde para aprender y adaptarse. Ama ckella: No a la pereza.
El decir y decirnos “Ando bien nomás”, nos deja margen hacia lo mejor y hacia lo que no deseamos. Está en nosotros el lograr que los hechos sean positivos.
Ama ckonckaychu (No olvides, no olvide usted): cualquier exceso es malo. No hay que mentir ni mentirse. Ama llullaychu.
23 de Junio de 2.020.