decía un amigo consultado sobre el por qué de su alejamiento de nuestro movimiento nativista. Para completar la idea, nos dijo que había sido una linda etapa de su vida, pero que en cierto momento había pasado a ser una etapa superada.
Para alguien que ha tomado con pasión y convencimiento crecientes la brega por los valores auténticos de nuestra tierra, el considerar al Alero Quichua Santiagueño como una etapa a superar o superada es impensable. Si uno toma como Norte el afianzamiento y crecimiento del quichua y las tradiciones del pago de uno, nunca va a querer irse de donde el objetivo cotidiano es el mismo.
Nuestro Alero Quichua comenzó su ciclo de vida aún antes de tener nombre. Contaba Don Sixto Palavecino que en una conversación con Felipe Corpos esperando el ómnibus, le había dicho al poeta que deseaba hacer un programa de radio en quichua, recibiendo una respuesta entusiasta y la sugerencia sobre cuál sería el primer invitado al grupo que se debería formar: Don Vicente Salto, quichuista, poeta, cantor y autor. Don Sixto había sugerido invitar al Profesor Domingo Bravo; así había ido tomando forma la idea inicial hasta formar un grupo humano en el que había quichua hablantes, cantores y también entusiastas que no eran quichuistas. Ese grupo humano encomendó a Don Sixto hablar con el Director de la única emisora de radio que había en la provincia, su amigo el bandoneonista Alberto Pérez, el que accedió al pedido de un espacio, con las recomendaciones pertinentes.
El grupo que inició las transmisiones por radio es el mismo que luego ideó el nombre Alero Quichua Santiagueño. Semanalmente se reunían para analizar el programa emitido, idear el siguiente y escribir el libreto que exigía la radio. Después hubo una etapa en la que ya no se exigía el libreto pues el programa, conducido por Felipe Corpos y realizado por todo el grupo más visitas espontáneas, salía bien dinámico sin ajustarse a un libreto.
Después vino una nueva etapa: El programa pasó a Radio Nacional Santiago del Estero y dejó de tener pausas comerciales. En medio siglo de existencia, el Alero Quichua pasó por varias etapas, algunas bien marcadas y otras con comienzos y finales difusos. En lo individual, muchas personas cumplieron pronto su etapa en el grupo nativista y se alejaron, mientras otras se sumaban.
En la vida de cada persona hay etapas que se van cumpliendo y ello es evidente si observamos el proceso evolutivo de cada uno desde el nacimiento. En cuanto a las preferencias de la persona madura, también puede pasar por etapas. En nuestro Alero Quichua ingresó mucha gente en estos cincuenta años de actividad; no hace falta ningún trámite ni cosa parecida para ser parte del grupo nativista; basta con incorporarse, frecuentar las actividades que se realizan, formar parte activa de ellas, lograr que su presencia no parezca una visita e integrarse a las actividades específicas del Alero.
En este punto es necesario recordar cuáles son las actividades específicas del Alero Quichua Santiagueño; es muy sencillo: Su nombre está diciendo que nos dedicamos a sostener y divulgar el quichua de Santiago del Estero y que no hay impedimentos para entrar o salir, como en un alero. Igual que el alero de una casa, el Alero cobija y protege dentro de un espacio determinado. Ese espacio imaginario tiene como techo cobijador el quichua santiagueño; también se puede interpretar como “lo que sea quichua y lo que sea netamente santiagueño”.
¿Cómo sabemos qué es netamente santiagueño y qué no? Cualquier santiagueño que siente a su provincia desde la infancia puede reconocer qué pertenece a nuestra provincia y qué no. La vidala está instalada en la provincia de Santiago del Estero desde tiempos inmemoriales, no se puede determinar desde cuándo tenemos la zamba incorporada a nuestra música nativa, al igual que el gato, el escondido y otras danzas tradicionales o creadas por santiagueños, inspirados en Santiago. La chacarera merece un párrafo aparte que simplificamos con la afirmación de Julio Argentino Jerez: “Salavina ha reclamado diciendo que allí nació”. Si la chacarera no nació en Salavina, por lo menos tiene un fuerte arraigo en suelo santiagueño.
El quichua forma parte de la personalidad santiagueña, pues está incorporado al habla cotidiana de nuestra gente, incluso entre quienes dicen que no saben nada de quichua. No está totalmente determinado si el quichua llegó a nuestra provincia hace cuatrocientos setenta años o antes.
En todo grupo humano que tiene definida una actividad precisa, suele haber gente que en poco tiempo o un poco más, se cansa de “hacer siempre lo mismo”, o de ver que otras manifestaciones, más relacionadas con modas o movimientos con mucha prensa, reciben la atención de una cantidad mayor de público.
Hay quienes están atentos para detectar las tendencias de la moda, adherir a ello y así vender discos, entradas para espectáculos, otros tipos de ventas o lograr auspicios. En esos casos, podemos decir que su objetivo es el éxito material y es muy entendible que deban obrar de una manera acorde con sus objetivos.
Nuestro Alero Quichua tuvo una etapa que podríamos llamar materialista; fue cuando estábamos construyendo la sede social, la que finalmente fue inaugurada, utilizada durante un tiempo y finalmente abandonada. En esa etapa se realizaron actividades con fines recaudativos, como ser peñas folclóricas, colectas, rifas y sorteos varios. El programa radial y la escuela de quichua siguieron inalterables, sin torcer el rumbo. Las actividades destinadas al logro de fondos no nos hicieron perder de vista el objetivo inicial del Alero Quichua.
Entre la gente que se une al grupo constante de nuestro Alero Quichua, a veces aparece alguien que pretende cambiar el rumbo que ha sido trazado hace cincuenta años y plasmado en el nombre del programa radial y del grupo humano que lo realiza. Es lógico que cada tanto aparezca alguna persona bien intencionada que quiera acercarnos al “gran público”, el que prefiere expresiones ajenas por sobre de lo auténticamente santiagueño.
Amablemente se trata de hacer entender que el Alero Quichua Santiagueño no ha sido creado para agregar algo en lo que ya es abundante, sino para sostener y hacer crecer al quichua, aún si esta actividad es atractiva solamente para una minoría. Dicen que de a uno se junta el mishtol, pues de a uno se agregarán los integrantes que se identifiquen con la idea que se debe sostener.
17 de Marzo de 2.020.