Decía alguien mientras dejaba abierta una canilla en la plaza. Esto ocurría en determinada ciudad, pero podría haber sido en cualquier otra, o en cualquier paraje o en cualquier situación en que uno pudiese incurrir en el uso indebido de un bien común.
En muchos de nosotros hay una idea equivocada respecto al bien común. Muchas veces hemos escuchado decir, o tal vez hemos dicho: “No importa… si es del Estado”. Cuando a uno lo educan, le enseñan que el Estado es una sociedad en la que participan todos los habitantes de un lugar determinado. Bien podría compararse un Estado con una familia, donde unos aportan para el bien común, para luego recibir ellos, más los niños, los ancianos y los impedidos, los beneficios del aporte y de las acciones en grupo.
Dicen que la base del Tahuantinsuyu era el ayllu, comparable a un clan integrado por gente que vivía en determinado lugar y con lazos familiares entre ellos. Actualmente, al menos en Santiago del Estero, los quichuistas dicen ayllu por decir familia y también para decir pariente. El plural sería ayllucuna, pero por influencia castellana, a las palabras terminadas en vocal las pluralizamos agregando la s al final (ayllus).
Dentro de un ayllu, las normas de convivencia eran en general las mismas que para todo el Tahuantinsuyu, basadas en el mandato Ama súa, ama llulla, ama ckella, prohibiendo el robo, la mentira y la pereza. Las reglas aplicables al grupo llamado ayllu eran también aplicables al pueblo de toda la nación.
En una familia bien constituida, cada integrante de la misma cumple una función que es útil y agradable para la familia, sin dejar totalmente las aspiraciones individuales. Por ejemplo: En una familia hay quienes trabajan para traer a la casa los medios materiales necesarios, hay quienes prestan servicios internos en la casa, están los que deben dedicar su tiempo a formarse para el futuro y están también las figuras señeras de quienes ya han brindado bienes y servicios a la familia, y han pasado a descansar y cuidar de su salud decreciente en los últimos años de su vida. Para simplificar, estaríamos refiriéndonos al sencillo caso de papá que sale a trabajar por un sueldo, mamá que se ocupa de la casa, los niños que deben asimilar las enseñanzas que reciben y los abuelos que ya trabajaron en su vida y ahora necesitan el apoyo de la familia. También puede haber casos especiales de integrantes que por enfermedad necesiten el cuidado de la familia, al margen de su edad y de lo que hicieron o dejaron de hacer.
En una casa de familia, cada uno debe cuidar el orden y limpieza de sus pertenencias individuales y del cuarto que habita. Para lo que escapa a las posibilidades habituales de cada uno, hay quien se ocupa de los lugares y utensilios de uso en común. Dicen que cada casa es un mundo, así que la organización de cada hogar tiene sus particularidades, pero podríamos decir que en una casa bien constituida, cada habitante cumple una función válida y hay un trato justo para cada integrante de la familia.
Para las tareas que superaban a las posibilidades de un individuo, en los ayllus se recurría a la minca, que vendría a ser el trabajo comunitario de ayuda mutua. La minca se aplicaba en la construcción de casas, levantamiento de cosechas y otras tareas que requiriesen el trabajo de muchas personas. Cada participante de la minca hacía su parte de trabajo por que debía hacerlo, por que formaba parte de la comunidad. Con el tiempo, el uso y la castellanización, en nuestra región pasó a decirse minga en lugar de minca, se le dio el sentido de encomendar, ya sea para que se haga por favor una tarea, o a cambio de una propina, y entró en uso el verbo mingar (“Mingale a Fulano que te lo haga").
Nos enseñaron que en el sistema incaico, las cosechas debían dividirse en tres partes: Dos para el bien común y una para el productor. Las dos partes cedidas equivalían a los impuestos y aporte al culto, aplicables a defensa, prevención para épocas de escasez, obras públicas, asistencia a personas en desgracia, etc.
¿Qué habrá pasado en un ayllu si algún integrante del mismo destruía algo construido en una minca? Eso sería un daño a lo que se hizo con el esfuerzo de todos; sería como sustraer para nada lo que a todos les había costado esfuerzo. Dicen que los castigos para el robo, la mentira y la pereza eran muy rigurosos. Las sanciones fuertes desalientan cualquier deseo de hacer daño. Si no se destruye lo que se construyó, cada esfuerzo estará destinado a construir algo nuevo, logrando el avance de la comunidad. Es triste cuando se ve que lo construido a costas de toda la comunidad es destruido, evitando el progreso en común.
Cada tarea por el bien común debe hacerse de la mejor manera y en el menor tiempo necesario, priorizando la calidad e inmediatamente la celeridad. Quienes vivimos en una misma comunidad, ya sea un barrio, una ciudad, una provincia o un país, formamos un gran ayllu. Es una pena y una gran pérdida para el gran ayllu que somos, cada vez que se destruye lo construido con el aporte de todos nosotros; en ese momento estamos siendo víctimas de un robo, al igual que cuando alguien le cobra al Estado (nos cobra a todos) por hacer un trabajo y no lo hace, o lo hace a medias, o mal, o nos hace perder el tiempo con idas y venidas. Todo eso daña a la comunidad, además de dañar individualmente a quien cae en garras de la pereza e inoperancia de algunos de nuestros empleados.
El concepto Ama llulla nos obliga a decir y exigir la verdad. Las veces que sea necesario, se debe recordar que cada persona que recibe un dinero del Estado lo recibe de todos nosotros y a cambio de ese dinero debe hacer el trabajo que ha sido pactado, y ese trabajo debe ser hecho de la mejor manera, cada día mejor y con mayor celeridad, para bien de toda la comunidad a la que tal receptor del dinero también pertenece.
Es necesario que aprendamos y enseñemos que el Estado es sostenido por todos los integrantes de la comunidad, que cada daño que se haga al Estado se nos hace a cada uno, que los empleados del Estado son empleados de la comunidad, incluso quien gobierna el trabajo de esos empleados, o quien lo gerencia o lo preside, como quiera que se desee denominar a la tarea de controlar y dirigir el servicio a la comunidad.
Cada norma o regla expuesta por el Estado, debe haber sido elaborada en representación de todos nosotros, más allá de los intereses particulares de cada uno, con el fin de lograr un bien para toda la comunidad. Si se hace de otra manera, tendremos que ver si nos están robando, mintiendo y faltando el respeto con la pereza.
10 de Marzo de 2.020.