En la práctica, en la vida cotidiana y en algunos acontecimientos puntuales, podemos comprobar que generalmente es como dice el refrán.
Muchas veces presenciamos un acto conmemorativo de alguna fecha importante. Entre la espera para el comienzo, ya sea por que alguien falta o por que aún no se ha podido organizar la ubicación de los participantes, y luego la serie de largos discursos, el acto que podría haber sido ameno e interesante, puede llegar a convertirse en algo tedioso, y nos prometeríamos volver a presenciar algo similar únicamente por obligación.
En un espectáculo, la presentación con enunciado de los merecimientos de cada número artístico, suele hacerse mientras uno de ellos se retira y el siguiente se prepara en el escenario, para que cuando la persona que presenta diga con énfasis el nombre de tal número artístico, inmediatamente comience su actuación, lo que dará dinamismo al espectáculo. Si hay entrega de premios o reconocimientos, el momento adecuado es el de transición entre un número artístico y otro.
Si de explicar algo se trata, es necesario ser claro y específico, evitando que el agregado de información complementaria parezca (o sea) una disgreción. Los extremos son malos, por lo tanto debemos evitar la síntesis faltada de datos y la excesiva extensión en lo que se explica. En muchos casos es necesario hacer una explicación de los antecedentes que llevaron hasta el hecho en sí. Algunos detalles complementarios pueden servir para dar un toque ameno y asombroso a lo que se está explicando. Si no es para lograr algo interesante y ameno, es mejor no agregar nada a lo específico.
Un programa de radio debe ser preparado, justamente para no caer en los llamados baches, que son los momentos sin nada para que escuche el oyente. Es bueno que el programa tenga un ritmo ameno, en el que lo hablado sea interesante, cumpla con el objetivo del programa y no sea tedioso por su extensión o por reiteraciones del mismo concepto.
Los temas musicales acordes con lo que busca el programa, van a ser un excelente soporte para toda la estructura, y los espacios entre los temas musicales deben tener una duración prudente, para mantener la solidez del conjunto que representa la audición radial.
Laconia es el nombre de una región de Grecia. Dicen que sus habitantes se caracterizaban por hablar poco, solamente lo necesario para decir algo preciso, sin extenderse en demasiadas explicaciones. De ahí viene el término lacónico, para definir lo breve y contundente.
Lázaro Moreno dice que el quichua es sentencioso, pues consigue exponer una idea con menos palabras que el castellano. Una prueba de ello es que en cuatro o seis palabras (Ama súa, ama llulla, ama ckella), se sintetiza lo que se espera de una persona para lograr una buena convivencia.
¿Qué será mejor?: ¿Desarrollar una idea completa, sin perder detalles ni dejar lugar a dudas, o ganar tiempo con una expresión lacónica, dejando a la vez poco margen para los olvidos? Seguramente depende del asunto que se trate y del momento.
Lo ideal, a la hora de exponer una idea, es hacerlo en forma clara, precisa y lo más breve posible.
04 de Febrero de 2.020.