Por Crístian Ramón Verduc
28/01/2020
El Río Dulce está crecido

Su cauce está lleno por las aguas que vienen desde los afluentes tucumanos y corren presurosas, procurando aquietarse en las lagunas del Sur de nuestra provincia o en la enorme Laguna de Mar Chiquita, en la provincia de Córdoba. Las aguas ya tuvieron su descanso en el lago de Río Hondo, donde desembocan los ríos Marapa, Medina, Gastona y el Río Salí, que es el cauce principal. Después de pasar por el Dique Frontal de Río Hondo, sale el Río Dulce a recorrer y regar gran parte de Santiago del Estero.

Unos kilómetros antes de la capital provincial, el río pasa por el dique nivelador de Los Quiroga, un lugar muy lindo para visitar. El nombre del lugar se debe a la costumbre de nominar a varios parajes con el apellido de la familia predominante en la zona o del dueño de un gran campo. Así tenemos nombres de lugar como Los Núñez, Los Romano, Los Pereyra, Los Peralta, Villa Robles, etc.

Se puede acceder a la población de Los Quiroga por La Banda, tomando por la calle 25 de Mayo hacia San Ramón, donde pasa a ser la Ruta Provincial 8, por la cual llegamos hasta Los Quiroga. También desde El Cruce, vamos por el barrio San Fernando, La Guarida, La Dársena, todo esto por la calle San Matienzo, que se une a la Ruta Provincial 8.

Además se puede llegar desde la Capital, saliendo por la Avenida Madre de Ciudades, que pasa frente al Aeropuerto y sigue hacia el Norte, hay una rotonda donde podríamos tomar hacia la izquierda para ir a Las Termas de Río Hondo, Tucumán, Salta, o podemos seguir con el rumbo que llevamos para pasar por El Dean, Los Morales, hasta llegar adonde un cartel nos indicará que debemos girar a la derecha para ir hacia el dique.

Al comenzar el murallón de tierra y ripio, veremos a nuestra derecha el monte cada vez más bajo que el camino que transitamos. A la izquierda aparece una gran laguna llena de vegetación, formada por las aguas que contiene el dique.

En esas aguas hay peces de aguas quietas, como el soco (tararira), el bagre y algunos sábalos; también podremos ver patos, gallaretas, garzas y eventualmente algunos flamencos y nutrias. Es un lindo lugar para pasear, observar y fotografiar.

Más adelante vemos algunas casas a nuestra derecha, allá abajo, mientras que a la izquierda veremos un lindo espejo de agua, en el que la profundidad no es apta para las totoras y algas que se podían ver antes. Estamos transitando por el murallón de hormigón. El ruido del agua al pasar por sobre los vertederos y caer hacia la parte inferior del cauce, se parece al sonido de cataratas. A la derecha vemos los muros laterales de la salida del dique, donde algunos pescadores están acampando o instalados para pasar el día entre amigos o familia. Más allá se ve al río perderse entre montes y barrancas de tierra ligeramente rojiza.

Llegando al extremo oriental del murallón, tenemos a nuestra derecha una visión más amplia del río, poblado de ochoghos y garzas que disputan con el Martín Pescador la captura de peces pequeños y medianos. A nuestra izquierda vemos compuertas que regulan la derivación por el “canal de fuga” y el Canal Matriz”. El canal de fuga desvía agua directamente hacia la margen izquierda del río haciendo una gran curva, y a la vez oficia como escala de peces, para que los mismos puedan pasar hacia el tramo superior del Río Dulce. El Canal Matriz es caudaloso y del mismo saldrán otros canales unos kilómetros más abajo, para conformar el Sistema de Riego del Río Dulce.

La vía pavimentada por la que vamos, desciende con una curva hacia la derecha, permitiéndonos acceder al cercano barrio de casas populares, a la ruta que va hacia La Banda o hacia la margen izquierda del río, a partir de la descarga del canal de fuga.

Es todo un espectáculo el pararse a observar desde ese lugar. En el cauce del río, que en esa parte se muestra torrentoso, pululan los ochogos (pato negro, biguá) y garzas; en la caída de agua del canal de fuga, muchos peces saltan para entrar en el canal y marchar contra la corriente, especialmente en esta época en que están desovando.

Es posible que en algún momento veamos pasar a un grupo de peces en pleno desove. Son los que no remontaron las aguas más allá del dique y parecen hacer una danza grupal desordenada a centímetros de la superficie. En esta parte del río, son los bagres los que nos suelen presentar el espectáculo del desove. Posiblemente también lo hagan los socos, que son de poca aptitud para el salto. Los que remontan los saltos de agua suelen ser los dorados, los sábalos y las bogas.

En el dique Los Quiroga, el agua que pasa sobre los vertederos no cae como en una catarata, sino que se desliza rápidamente contra el paredón ligeramente inclinado, como en un tobogán de alta velocidad. Durante todo el año podemos observar que hay peces intentando subir contra la corriente por ese tobogán rápido. Muchos llegan hasta cierta altura y luego caen, para volver a intentarlo enseguida. Cada tanto también, especialmente en esta época de creciente, vemos ramas que caen por sobre los vertederos. Son ramas de árboles ribereños cuya base ha sido carcomida por la creciente, haciéndolos caer hacia el agua.

Al margen de observar la actividad de la fauna del lugar, es muy agradable contemplar un río en cualquier lugar, mirar las aguas que pasan como si fuesen el paso de la vida. En esta vida cotidiana que nos empuja desde la naciente hasta la desembocadura final, podemos movilizarnos como peces de distinta agilidad y con una actitud diferente para cada uno.

El pez sano se desplaza según su deseo del momento: Cruza la corriente al través, la acompaña o la enfrenta y avanza contra ella, golpeándose a veces en los intentos por sortear obstáculos insalvables, hasta que encuentra otro modo de lograr su cometido, como sería el canal de fuga y la escala de peces en Los Quiroga.

El pez que se deja llevar por la corriente, puede ser que esté momentáneamente cansado, o que esté enfermo, herido o muerto. También puede ser que siga con la corriente hacia el destino que persigue, pero en ese caso suele ir más rápido que las aguas, por que pone algo de sí mismo.

Nosotros mismos podemos movernos en la vida como peces en el agua, eligiendo el rumbo a tomar, sin hacer atajos por fuera del cauce para no obrar mal. Cada vez que debamos ir contra la corriente, algunas voces críticas se alzarán o seremos tratados con poca consideración. Si nos dejamos llevar por la corriente, viviremos la comodidad de no tener que pensar en un objetivo a seguir y no haremos esfuerzo alguno.

El problema de dejarse llevar por la corriente es que de pronto podemos caer por una cascada o ser llevados hacia una turbina que nos destrozará.

     
28 de Enero de 2.020.

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