Por Crístian Ramón Verduc
31/12/2019
"El año debería ser más largo".

“No puede ser que se acabe tan pronto”. “Si parece que ayer estábamos celebrando el final del año pasado”. Las frases que se escuchan en estos días son repetidas muchas de ellas y algunas suenan ingeniosas. En general, estas expresiones denotan sorpresa por lo rápido que parece pasar el tiempo y a la vez exponen lo pronto que olvidamos el haber dicho exactamente lo mismo hace apenas doce meses.

Para un mejor registro del devenir histórico y para una mejor organización de la vida cotidiana, las diversas culturas han dividido el tiempo en segmentos. Por convención, utilizamos un sistema en el que se considera un año al tiempo que tarda el planeta Tierra en dar una vuelta alrededor de la estrella llamada Sol. Tenemos al año dividido en doce meses, que tienen una duración un poco mayor a un giro del satélite natural llamado Luna, alrededor del planeta Tierra. Se considera un día a una rotación completa de la Tierra sobre su eje, con lo que ocurre la sucesión de un lapso con luz solar seguido de otro sin la visión del Sol. Todos estos conceptos son relativos, pues una vuelta de la Tierra alrededor del Sol no tarda exactamente un año, y algunos otros valores que manejamos para la medición del tiempo no son exactos.

Tomando como guía los segmentos de tiempo que han sido dispuestos convencionalmente, tenemos que un día tiene veinticuatro horas, una hora sesenta minutos, un minuto tiene sesenta segundos y a su vez los segundos pueden ser divididos en fracciones increíblemente pequeñas.

El sistema de medida del tiempo nos permite llevar un control objetivo del mismo, para no caer en apreciaciones personales como la de que uno esperó mucho y la persona esperada se retrasó muy poco. Los aparatos de medición del tiempo nos permiten decir objetivamente, por ejemplo: “Ha sido una espera de cinco minutos con veinte segundos”, o cuando alguien se confía en el tiempo disponible, podemos recordarle que el tiempo corre a una velocidad de sesenta minutos por hora y no podemos pedirle al reloj que no marque las horas.

“El tiempo perdido no se recupera”, dice una conocida sentencia que tiene un largo tiempo de existencia. Es preciso valorar el tiempo que uno vive. Si es tiempo de ocio, que podría haberse aprovechado en otra actividad, no es tiempo perdido, sino que es tiempo utilizado de otra manera. En los preparativos para un viaje o salida breve, hay que aprovechar el tiempo disponible para tales preparativos, pues salir tarde con la intención de “recuperar tiempo en el camino” suele ser un factor determinante para los olvidos o accidentes.

Hemos recorrido el año dos mil diecinueve, hemos logrado algunas cosas y otras quedaron para mejor ocasión. Estamos a doce meses de completar el segundo decenio del segundo milenio. El año dos mil veinte se nos presenta promisorio, en vista de los deseos que tenemos de hacer cosas.  

Entre otras cosas, al final de un año nos proponemos no perder ni un día del año nuevo. Comenzamos el nuevo año con un lógico día feriado, que a una gran cantidad de gente le sirve para recuperarse del festejo de la noche anterior, o para continuar festejando. Hay gente que espera estos días festivos para mejorar las ventas en sus negocios o las contrataciones de sus servicios. También hay quienes deben trabajar en cualquier día del año, incluso cuando casi todos los demás están reunidos en familia y con amigos para las grandes celebraciones.

El segundo día de Enero puede ser nuestro primer día de actividad productiva del año. Si estamos con buen ánimo, procuraremos compensar el descanso del día anterior. Con el paso de los meses y los avatares de la vida, percibiremos que en Diciembre habíamos sido demasiado optimistas y que algunos proyectos se descartarían o quedarían para el otro año. Sea como sea, si cada fin de año uno se va a proponer metas para el año que viene, hace bien en planificar a lo grande, para ir acomodando las cargas durante el camino.

En cuanto a nuestro Alero Quichua Santiagueño, este año que está terminando ha sido el de su cumpleaños número cincuenta, habida cuenta de que nuestros mayores nos han contado que comenzaron el primer Domingo de Octubre de 1.969. Hemos comenzado los festejos con una participación en el Festival Nacional de la Chacarera, los días 4 y 5 de Enero, donde una delegación del Alero Quichua ha cantado en quichua el Himno Nacional Argentino las dos noches, y además una selección de canto nativo bilingüe en la noche del Sábado. Esa misma delegación realizó semanas después una presentación en La Casa de la Historia y la Cultura del Bicentenario en el Parque Aguirre de Santiago del Estero.

El ciclo radial comenzó en Febrero en vez de en Marzo, por ser el año del aniversario número 50. Con muchas alegrías y pocas contrariedades, completamos el ciclo anual el 15 de Diciembre.

Hemos celebrado el Día de la Cultura Quichua en el Centro Cultural del Bicentenario y en la Municipalidad de la ciudad Capital. Algunos integrantes del Alero Quichua participaron en el Encuentro con el Arte y la Cultura Ancestral en Barrancas (Salavina), otros participaron en el Encuentro de Vidaleros y Quichuistas, en la ciudad de Fernández, y también estuvimos en el Encuentro Provincial Interescolar de Cultura y Lengua Quichua en Bandera Bajada (Figueroa).
Integrantes del Alero Quichua recibieron en Buenos Aires reconocimientos de Radio Nacional y de SADAIC. También hubo reconocimientos para el programa radial en la Feria Artesanal del Parque Aguirre, en la Cámara de Diputados de la Provincia de Santiago del Estero y en otros lugares de nuestra ciudad.

Los festejos centrales del aniversario de nuestro Alero Quichua se realizaron en dos jornadas: La primera el Viernes 4 de Octubre en El Patio del Indio Froilán, transmitido especialmente por Radio Nacional, y la segunda el Domingo 6 de Octubre con la emisión del programa desde el salón auditorio de la radio, con abundante concurrencia, lo que le dio a esa emisión el toque especial, acorde con la evocación.

El último programa de este año tuvo características especiales, pues durante la primera hora estuvieron solamente los infaltables concurrentes habituales, que llegaron mojados por la lluvia comenzada al amanecer, para luego llenarse el salón auditorio con una cantidad de agradables visitas cancioneras una vez terminada la lluvia.

De cara al año dos mil veinte, hacemos votos para que en el nuevo período nuestro querido Alero Quichua Santiagueño ande mejor. Para ello, tendremos que andar mejor todos nosotros.
Feliz año nuevo.

31 de Diciembre de 2.019.

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