Es un fragmento de la Chacarera Sacherita, música de Elpidio Herrera a la que Juan Carlos Carabajal agregó su letra, que comienza diciendo que a esa vieja chacarera, ancha súmaj (muy linda) por demás, la encontró “yendo como quien andar”. Como quien andar por el quichua, Rubén Palavecino y Elvira Del Bono tradujeron esa letra al quichua. La Chacarera Sacherita ahora camina en dos idiomas, como quien andar.
“Hay quien camina con Norte, como hay quien lo hace sin rumbo…” Dice Pablo Raúl Trullenque en la chacarera Camino al amor, con música de Peteco Carabajal. Caminar hacia un lugar, o ir como quien andar, sin rumbo predeterminado... en el primer caso, la caminata es el medio para alcanzar el objetivo, mientras que caminar sin rumbo nos muestra que el fin está en el hecho de caminar. En ambos casos, se puede percibir la gran importancia que tiene el hecho de andar, expresado en estos casos como el hecho de caminar.
“Agua quieta junta bichos” o “Agua parada junta bichos”, dice un refrán que repetían nuestros mayores para alentar a los jóvenes y sacarlos de la quietud ante las obligaciones escolares o laborales. Las aguas quietas, pronto se llenan de organismos que consumen oxígeno en una cantidad mayor que la que puede recibir el agua en su contacto con la atmósfera; proliferan algas de superficie que le dan al agua una apariencia verdosa, poco agradable a la vista y poco apta para los peces.
Cuando el agua está en movimiento, como ocurre en los ríos y arroyos, o en lagos y lagunas con una gran superficie expuesta a los vientos, se produce una oxigenación mecánica. Llama la atención cómo los ríos de montaña, especialmente los que corren sobre lecho pedregoso, son de aguas más límpidas que los de llanura que discurren lentamente sobre lecho de tierra. El movimiento de batido hace que el agua se oxigene y esa oxigenación evita que proliferen los microorganismos que provocan la eutrofización del agua.
Si el agua quieta cuenta con una buena superficie de contacto con la atmósfera, el consumo de oxígeno por parte de los peces y otros habitantes va a ser compensado con la oxigenación que el agua recibe del aire, ya sea en estado de reposo u ocasionalmente movida por la acción del viento, la caída de lluvia u otro fenómeno mecánico. Las aguas quietas que están en equilibrio, con una cantidad adecuada de algas, peces y con buena oxigenación, son un ejemplo de ambiente tranquilo, de vida plácida.
Un agua quieta y con poca vida es buen lugar para la cría de mosquitos y otros insectos, que se posan sobre la superficie y depositan sus huevos como inyectándolos en el agua. De esos huevos nacen las larvas que vivirán un tiempo en el agua y después saldrán al aire transformados en insectos alados. Está de más recordar las molestias y riesgos que traen los mosquitos. Esos “bichos” que son parte del breve proceso evolutivo para cada generación de mosquitos, pueden vivir en aguas que están paradas, sin movimiento y con poca posibilidad de vida para animales mayores que podrían alimentarse de esas larvas.
La quietud es productora de bichos que pueden traernos males. El agua quieta produce mosquitos, los que podrían ser portadores del paludismo u otras enfermedades que suelen ser mortales para el ser humano, además de la molestia de sus picaduras, que alteran incluso a los animales de gran porte, como el ganado vacuno.
La quietud en el ser humano es necesaria para cumplir los necesarios momentos de descanso, los que alternados con los momentos de actividad, representan los ciclos naturales de la vida. Cuando un animal o un humano ha sufrido una lesión o está enfermo, necesita quedar quieto para que toda la energía de su organismo se dedique a reparar lo que está dañado. También la quietud y el silencio ayudan a la creatividad y al surgimiento de buenas ideas para la solución de problemas o para idear cómo seguir andando con un buen rumbo.
Pero debemos tener cuidado para que el ocio creativo no se convierta en ociosidad destructiva, la que es hija directa de la pereza, la madre de todos los males según nuestros mayores. El momento de ocio necesario para descansar de una actividad tiene su límite; el ocio nos permite reponer fuerzas y también idear posibles acciones positivas. Cuando el ocio se extiende en el tiempo y se transforma en vicio, es como el agua quieta criadora de bichos dañinos.
Físicamente, una caminata bien hecha provoca una oxigenación general del cuerpo. No olvidemos que el cerebro es parte importante de nuestro cuerpo, por lo tanto es un gran beneficiario de la oxigenación que nos proporciona el movimiento. Durante una caminata, e incluso después de la misma, pueden surgir grandes ideas, pues el cerebro trabaja mucho mejor si está oxigenado. Es necesario diferenciar entre una actividad física aeróbica, con ganancia de oxígeno, y una actividad de gran esfuerzo, con deuda de oxígeno, llamada anaeróbica.
Es necesario caminar en la vida. Las grandes migraciones de animales terrestres se hacen caminando, buscando en su andar los mejores ambientes para vivir. Las grandes migraciones humanas se han hecho caminando. Dicen algunos expertos que la vida humana comenzó en determinado lugar del planeta, y que los grupos humanos se han dispersado caminando, poco a poco, buscando mejores condiciones de vida y separándose entre grupos para no saturar una región; así es como, poco a poco, caminando, el ser humano ha poblado el mundo.
Es necesario caminar por el campo para controlar el sembrado y la hacienda, a la vez que se disfruta de las maravillas naturales, como dicen Don Sixto y Rubén Palavecino en la vidala Raíces Guardadas: “Es tan grande mi placer, por los montes caminar. Bien adentrao al paisaje, para poder admirar.” También podemos caminar en la ciudad, ya sea en parques, plazas, costa del río, o por las calles céntricas o del barrio en que vivimos. Siempre va a ser un placer el sentir que andamos, ya sea siguiendo un trámite, cumpliendo con un compromiso, o simplemente “yendo como quien andar”.
Siempre estamos aspirando a una cosa, o precisando algo, y para lograr lo que queremos debemos andar, pues si no hay por aquí, puede haber por allá; hay que buscar.
Si hay que alcanzar un logro, debemos caminar hacia él. Si un dolor nos aqueja, caminemos para dejarlo atrás. O caminemos... como quien andar nomás.
28 de Agosto de 2.018.