Es una buena pregunta de quienes no conocen bien los números romanos, un sistema numeral que nació en la Antigua Roma como una adaptación del sistema etrusco. Ese sistema de numeración usa ciertas letras para graficar los números, sumándolos o restándolos entre sí, según la posición de unas letras respecto a las otras.
En su expansión por casi toda Europa, norte de África y una parte de Asia, el Imperio Romano impuso su cultura, incluida su sistema de numeración. Después de la caída del imperio, continuó la influencia de su idioma y costumbres en los lugares que habían estado bajo la influencia romana, surgiendo así idiomas que evolucionaron a partir de adaptaciones mutuas entre el latín y las lenguas comarcanas. El uso de la numeración romana continuó inalterable por mucho tiempo.
En el mundo actual, y desde hace unos siglos, se utiliza la numeración indo arábiga o decimal, que tiene como base al número diez, utilizando para ello diez signos distintos, entre los cuales está el cero, representado por un óvalo vertical vacío, indicador de que en sí mismo este signo no representa cantidad alguna. El cero es muy necesario para la formación del número diez, con sus múltiplos y submúltiplos.
Los números romanos han sobrevivido a los cambios históricos, por eso hoy mismo se los utiliza en relojes y para nominar los siglos, por eso escribimos Siglo XXI para graficar al siglo veintiuno, por ejemplo. También podemos expresar, por ejemplo, el trigésimo primer aniversario, 31º Aniversario, o XXXI Aniversario.
En nuestro continente también hubo sistemas de numeración antes de la llegada de los europeos. Dicen que los mayas, que desarrollaron su civilización en América Central, utilizaban un sistema de numeración de base vigesimal, es decir de veinte, sistema utilizado también por otros pueblos de esa parte del continente.
En América del Sur, los Incas tenían un sistema de numeración y cálculos matemáticos en el que utilizaban los quipus, una serie de nudos en cordones en los que el color del cordón, la cantidad y ubicación de los nudos indicaba no sólo números sino también elementos contabilizados. Dicen que los chasquis (mensajeros) corrían por los caminos del inca, como en una carrera de postas, pasando el quipu de un chasqui a otro hasta hacerlo llegar desde la ciudad del Cusco hasta los confines del imperio o en camino inverso.
Con la llegada de los españoles, gran parte de las costumbres incaicas han sido suprimidas, entre ellas el uso de los quipus; incluso se comenta la quema de una cantidad enorme de quipus, entregando al fuego un enorme bagaje cultural.
De la invasión española, imponiendo su idioma y costumbres sobre lo ya existente, surgió la cultura criolla de nuestra región, y después los cambios culturales siguieron. La llegada de más gente de otras regiones, procedentes de nuestro país o de otros, ha ido produciendo modificaciones en los hábitos y en las preferencias de los pobladores.
Hace varios siglos, la influencia incaica en el actual Noroeste Argentino provocó cambios en las costumbres de los pueblos preexistentes. Luego, más de medio milenio atrás, aparecieron los españoles imponiendo su idioma y su modo de vida. Entre los cambios culturales que traían estaba su idioma; también su modo de escribir palabras y números. Con el tiempo y la divulgación de la lectura, la escritura, las matemáticas y el uso de los distintos símbolos, fueron adoptándose nuevos signos numéricos para las distintas operaciones.
En tiempos más cercanos, con el advenimiento de los teléfonos familiares, y más aún con la profusión de teléfonos móviles y computadoras personales, se popularizó el uso del asterisco y del signo numeral, por ejemplo.
El nombre asterisco viene del griego y del latín; significa “Estrella pequeña” y ello es entendible con sólo mirar el signo. El signo numeral consiste en una cruz formada por dos pares de segmentos y su aplicación es múltiple, dependiendo el nombre que se le da en cada caso, de la función que ha de cumplir el signo. En música se utiliza un signo similar, sólo que con una leve inclinación hacia la derecha, para indicar un sostenido, que viene a ser un semitono por encima de la nota a la que se refiere. El uso de la palabra “numeral” para nombrar a este signo tiene un origen anglo y así ha sido adoptado en nuestra habla criolla. Con el uso masivo de aparatos electrónicos importados, la adopción de palabras inglesas para definir componentes, signos y funciones de los mismos se ha ido vulgarizando, al punto de que por momentos se hace muy difícil entender de qué están hablando quienes usan vocabulario técnico propio de la electrónica.
No estaría de más recordar que las palabras de un idioma bien pueden ser traducidas a otros, a fin de comunicarnos con nuestros coterráneos en el idioma nuestro, por más prácticos que parezcan los idiomas ajenos y sus abreviaturas. Por ejemplo: Una computadora u ordenador de datos, en nuestro país de habla castellana es llamada PC, como corresponde a la sigla inglesa para computadora personal. Vemos un fenómeno similar en la sigla CD, a la que muchos pronuncian “cidí” tal como dicen los ingleses y sus voceros criollos, para nombrar un disco compacto.
El uso de palabras y siglas de origen anglo puede ser necesario, aunque no imprescindible, en el lenguaje técnico para designar aparatos y funciones. Tal costumbre se torna lamentable cuando permitimos que el inglés invada nuestro vocabulario habitual. Por ejemplo: De un tiempo a esta parte escuchamos a difusores y artistas criollos, incluso autodenominados sacheros, que a las actuaciones, o presentaciones artísticas, las llaman “show”.
Los imperios se forman y expanden por el afán de acarrear recursos desde las periferias hacia la capital imperial y zona cercana. A la expansión física por medios militares, los imperios han agregado la expansión de su cultura como medio de dominación, pues siempre es bueno para ellos que todos adoren a un único monarca y a su metrópoli.
El imperio romano impuso su idioma y su cultura en los pueblos invadidos. Algo similar hicieron en nuestro continente los incas y luego los españoles. Los pueblos han sido definitivamente conquistados con la imposición del idioma y demás rasgos culturales. Hoy estamos asistiendo a una fuerte oleada de la constante invasión inglesa en nuestro territorio criollo bilingüe. El quichua y el castellano están siendo atacados por el inglés, mientras nosotros permanecemos indiferentes o ayudamos a la invasión.
Es tiempo de no seguir adhiriendo a los invasores y decir como Atahualpa Yupanqui: ¡Basta ya!
20 de Marzo de 2.018.