Exclamó el muchacho, para que sus padres supieran lo que acababa de escuchar en la radio. Estas situaciones y otras parecidas vienen ocurriendo, felizmente, desde hace muchos años, previo a cada comienzo de un nuevo ciclo del programa radial Alero Quichua Santiagueño.

Cada fin de ciclo nos ha ido dejando una sensación de pérdida, con el deseo ferviente de que pase pronto el tiempo de receso, para poder volver a compartir las casi dos horas semanales con los oyentes. Cada retorno ha sido de gran alegría y, a poco de haber recomenzado, se instalaba en todos la sensación de que no había existido pausa alguna, pese a que la misma siempre supo ser de dos meses o más.

Este último Domingo de Febrero, un amigo quichuista decía que cada vez que escucha canto quichua, su corazón vuela hacia su casa en el campo, cuando siendo chico, al escuchar por radio el Alero Quichua le daban ganas de bailar y ensayaba zapateos, levantando un pequeño tierral en el patio. Esos recuerdos emocionados y emocionantes instalados en la gente, son una gran recompensa para quienes deciden llevar adelante un proyecto cultural que se ocupe de la identidad de la tierra de uno mismo.

En cada comienzo o, mejor dicho, en cada recomienzo, es inevitable elevar un pensamiento grato hacia quienes iniciaron este sueño de tener un programa radial en quichua: Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos, Vicente Salto, Profesor Domingo Bravo, Julio Domingo Ayunta, Don José Marcelino Ruiz, Raúl Salvatierra… y podemos seguir con quienes desde los comienzos y con el paso de los ciclos radiales fueron agregándose a esta valiosa manifestación cultural quichuista. Felizmente, son tantos los participantes de la rueda quichua de los días Domingo a lo largo de estas casi cinco décadas, que si conseguiríamos reunir a todos, el lugar debería ser tan amplio como un estadio deportivo.

La gran mayoría de los que pasaron por nuestro Alero Quichua ya no están con nosotros. Algunos se fueron de la vida por mandato natural, otros se alejaron del Alero Quichua por haber cambiado de lugar de residencia, por razones laborales, o por muchos otros posibles motivos. Cada persona que pasó por el Alero ha dejado una huella, cada una de una dimensión y profundidad acordes con su personalidad y actividad dentro del grupo nativista.

Por nuestro Alero Quichua han pasado cantores, guitarristas, “bombistos”, recitadores, poetas, payadores, bandoneonistas, violinistas, cuentistas, escritores, hablantes del quichua, artesanos… en fin, prácticamente todas las expresiones artísticas de nuestra cultura provincial, regional, nacional e internacional. Hemos recibido visitas de países cercanos y lejanos; algunos hablaban muy bien el quichua, otros se expresaban en castellano, hubo quienes hablaban otros idiomas, pero igual han disfrutado de la alegre reunión radial bilingüe.

También forman parte del amplio grupo del Alero Quichua Santiagueño una gran cantidad de personas, quichuistas y no quichuistas, que llegaban desde distintos lugares de la provincia para presenciar el programa. Junto a los oyentes, han sido desde el principio la base fundamental donde se apoyan los sueños e ideas de quienes realizamos el programa de cada Domingo.

Ama ckonckaychu (no olvidar) al personal de la radio, “de la cabeza a los pies” decía Don Sixto. El personal de la radio forma parte de esta patriada criolla bilingüe destinada a compartir los sentires de nuestra tierra en cada Domingo de cada ciclo. El buen entendimiento y la buena voluntad ha permitido la salida al aire de muy buenos ciclos radiales a lo largo de estos años. Además, del buen trato entre la gente del Alero y la gente de la radio, han surgido amistades que perduran aún después de haberse jubilado locutores, operadores, empleados administrativos, y de haber dejado la función las distintas personas designadas a cargo de la Dirección de la emisora.

Desde hace un buen tiempo, gracias a la Fundación Tárpuy, la voz del Alero Quichua llega a cualquier lugar del mundo por Internet y se reproduce en otras emisoras de nuestro país. Los integrantes de la Fundación forman parte activa de nuestro grupo y son un ejemplo de sentimientos patrióticos.

Todo lo relatado sigue, y se renueva a cada comienzo de ciclo. Cada Domingo es una incógnita antes de comenzar el programa, pues al no ser una actividad rentada, no se puede ni se debe obligar a nadie en cuanto a su presencia. Muchas veces pensamos: “¿Hoy vendrá alguien?” especialmente en los días de condiciones climáticas poco recomendables para salir de casa, justamente en un día de descanso. Después, invariablemente vienen las gratas sorpresas pues, además de “los que no fallan ni bajo el agua”, aparece más gente dispuesta a participar en la emisión del programa.

Visto desde lejos, puede parecer un sacrificio el hecho de salir a la calle en un día Domingo, en muchos casos debiendo soportar largas esperas por un transporte público, andar bajo la lluvia, o bajo el Sol calcinante, o soportando un huayra ancha chiri (viento muy frío), para ir a participar o sólo hacer presencia en una actividad que no mueve multitudes ni produce lucros. Es necesario sentirse parte de la tierra, reconocerse en las expresiones de la gente criolla, para sentir el deseo de participar, presenciar o escuchar. No es difícil: Solamente hay que escuchar y dejar que el corazón se regocije al sentir el amor por lo nuestro.

Este Domingo va a comenzar un nuevo ciclo anual del Alero Quichua Santiagueño. Será como un renacer sin haber dejado de estar vivo. Conductores, cantores, músicos, poetas, quichua hablantes… todos unidos a los oyentes, estaremos juntos, con bríos renovados, con ideas actuales para este proyecto que revive sentimientos antiguos, todos a la sombra del Alero de esta gran casa que es nuestra Patria Chica, atentos al saludo con que inicia cada audición: “Ama súa, ama llulla, ama ckella.”

Ancha cusicus tiaycu (estamos muy contentos). Comienza otro año de Alero Quichua Santiagueño por radio.

27 de Febrero de 2.018.