Por Crístian Ramón Verduc
04/07/2017
“Así es la vida del criador”

Decía un paisano que tenía unas cuantas gallinas, cada vez que alguien le reclamaba por su poca actividad. En ese caso, podemos decir que era un paisano ckella (perezoso), que esperaba de la vida apenas lo que podía sacar de unas pocas gallinas que se alimentaban escarbando y picoteando en el monte.

Quien se dedica a la cría de ganado mayor y menor vive atareado, salvo que quiera ir directo al fracaso. Los grandes establecimientos modernos para cría de ganado cuentan con una serie de adelantos que permiten la mecanización y automatización de muchas tareas relacionadas con el cuidado de los animales y el mantenimiento del lugar de cría. El criador tiene que ocuparse de la alimentación y de la salud de sus animales, y eso requiere dedicación.

En nuestra provincia coexisten las dos formas básicas de ganadería: La moderna con la tradicional. Los criadores tradicionales siguen cuidando en forma directa de su ganado, largándolo a pastorear en el campo cada mañana, ocupándose personalmente del cuidado sanitario de sus animales los que, al vivir a campo abierto, tienen menos problemas que los de cría intensiva. En las casas de campo que tienen ganado menor y mayor, los tienen en cantidades relativamente bajas, a tal punto que de una sola mirada saben cuando alguno de los animales falta o está demorando para volver con la puesta del Sol.

Parte de la vida cotidiana en una casa campesina de hace casi un siglo (que aún hoy se mantiene en varios lugares) es descripta por Don Sixto Palavecino y Sergio Peralta en la chacarera Nostalgias Salavineras, la que en una de las estrofas dice: “Packaris puchucasckanan, ya me veo en el corral, terneritusta aisapuspa, mamaycka dele ordeñar.” (Ya viene aclarando el día, ya me veo en el corral; yo enlazando terneritos, mi mama dele ordeñar). Cuando está terminando de amanecer, madre e hijo ya estaban trabajando en el corral, con la primera tarea del día. Esa leche sirve de sustento para la familia, pues se utiliza para el desayuno, la merienda, para preparar postres y para elaborar quesos, como dice la misma chacarera en otra estrofa: “Lechecka tían cuajascka, tarrospi na preparaos. Zarzuspi quesos yurajlla, en la enramada colgaos.” (La leche ya está cuajada y los tarros preparaos, y los quesos en los zarzos en la enramada colgaos). Así es, después de que hacen “cortar” la leche con suero de leche de otro día, trabajan manualmente hasta armar los quesos, que pondrán a secar en los zarzos (el zarzo es similar a una estantería colgante, hecha en caña o suncho) que cuelgan de la enramada.

Las tareas continúan durante todo el día; así lo cuentan Don Sixto y Sergio en la chacarera: “Ensillaspa mi caballo ‘rini a la hacienda esperar, túcuy punchauta pozospi chisiani meta baldear.” (Ensillando mi caballo voy a la hacienda esperar, y todo el día en los pozos me paso meta baldear). Por la tarde, la hacienda vuelve caminando despacio hacia el bebedero; ahí hay que esperar sacando agua de los pozos en forma manual, y parece que cada vacuno quiere beber toda el agua, haciendo poco menos que interminable la tarea de lanzar el balde al fondo del pozo, levantarlo lleno y derramar el líquido en el bebedero.

Mientras el muchacho baldea, va observando qué animales faltan volver, para después ir a buscarlos montado a caballo: “Chusan ovejas, cabraspas, ya va muy bajito el Sol; chusan yegua rosillapas, el nambi y el burro hechor.” (Faltan ovejas y cabras, ya va muy bajito el Sol; falta la yegua rosilla, el nambi y el burro hechor). La yegua rosilla está identificada así por su color entre blanco, negro y castaño rojizo; nambi le dicen al animal que tiene un defecto en una oreja, no es palabra quichua; se llama burro hechor al que está destinado a procrear mulas apareándose con yeguas.

Una vez reunidos los animales, aún hay que protegerlos de los mosquitos, pues su ataque los incomoda y debilita, además del riesgo de que la hacienda se disperse durante la noche huyendo de los insectos. Por huir de los mosquitos, muchos animales van a echarse en las rutas, con gran riesgo de accidente.

“Na Inti yaycun, na tutayan, ckosninta hay que preparar; haciendacka mosquitúan, ya se vienen a rodear.” (Ya está llegando la noche, el humo hay que preparar; la hacienda con los mosquitos ya se viene a rodear). La hacienda rodea los fuegos humeantes que han sido preparados, para así evitar la persecución de los mosquitos.

Prestando atención al relato de los folcloristas salavineros, se puede entender que no es nada fácil criar animales y tener éxito en esa tarea. Como todo emprendimiento, requiere dedicación y perseverancia, pues una vez terminadas las tareas, cuando al anochecer el criador ha dejado al ganado durmiendo al resguardo del humo, tiene que volver a la casa, desensillar el caballo, dejarlo en el lugar adecuado y recién puede cenar y dormir. Al día siguiente, tempranito nomás, “packaris packaris” tiene que ir al corral para el ordeñe y luego seguir con todas las tareas. Además hay que cuidar que los zarzos para el queso estén limpios y sanos, que la enramada no sufra deterioros, y todas las tareas de mantenimiento de una casa y el campo circundante.

Así, con perseverancia y dedicación, podremos obtener buenos resultados de lo que hagamos, como la familia descripta en la chacarera Nostalgias Salavineras, que tiene a su disposición cabras, ovejas, vacunos y equinos, además de la leche y queso, que sirve para alimento familiar y para negociar con vecinos o con gente de la ciudad.

Con trabajo y dedicación, lograremos buenos resultados, lo que nos permitirá obtener la independencia en varios aspectos. Si somos “ckellas” (dejados, perezosos) estaremos siempre necesitando que alguien nos “de una mano” y viviremos en deuda permanente. Ayudarse mutuamente es muy bueno, es el concepto de la minca o minga, precursora del cooperativismo moderno, que da tan buenos resultados si se lo hace con dedicación y honestidad por parte de todos.

Ayudándonos unos a otros, poniendo cada uno nuestro potencial humano al servicio de la causa que encaramos, tenemos que andar bien, formando un grupo sólido que marchará a paso firme hacia la independencia.

Un secreto para andar bien en lo que se emprende, está enunciado desde hace siglos por gente quichuista: Ama súa (No robar), Ama llulla (No mentir), Ama ckella (No tener pereza).

04 de Julio de 2.017.

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