Este milenario residente del Noroeste Argentino recorre gran parte de nuestra provincia, como si estuviese inspeccionando sus dominios y vecindario. El poeta Dardo del Valle Gómez dice en una copla de chacarera: “Si por ahí viene creciente, rebalzas y te desbordas, los que viven en los bajos, pesares los acongojan”.
Especialmente antes de la construcción de la enorme presa de Río Hondo, con su dique frontal capaz de retener y controlar grandes masas de agua, el Río Dulce solía causar grandes inundaciones en amplias zonas. En el Sur de la provincia, los grandes bañados y lagunas resultantes de la creciente del Dulce, se juntaban con los desbordes del Río Salado, formando enormes espejos de agua en donde se mezclaban especies animales de la cuenca del Plata con los de la cuenca cerrada de nuestro Mishqui Mayu.
Las crecientes del Río Dulce, en ocasiones sorpresivas y violentas, causaban daño en zonas ribereñas, incluso en la ciudad Capital de la provincia. La construcción de la Costanera y del dique nivelador de Los Quiroga atenuó sus efectos. En los años 60, el dique de Río Hondo trajo una solución sensiblemente mayor.
El cruce entre las ciudades de La Banda y Santiago se hacía con botes cuando el caudal del río no permitía cruzarlo caminando. Si el caudal estaba bajo, se podía cruzar “chimpando” (caminando con el agua abajo de las rodillas). Era necesario un enlace ferroviario entre la estación de trenes de La Banda y la ciudad de Santiago. Por la estación bandeña ya pasaban los trenes que unían San Miguel de Tucumán con Buenos Aires y faltaba el enlace con la Capital. Para solucionar esa falta, fue construido el Puente Negro, exclusivamente ferroviario.
El Puente Negro era exclusivo para trenes, pero valerosos peatones, sin distinción de edad o sexo, cruzaban caminando por el mismo, prácticamente saltando de durmiente en durmiente. Los durmientes (soporte de las vías que las afirman al piso y mantienen la distancia entre los rieles) eran de quebracho, madera que soporta cualquier peso. Dicen que el cruce por el Puente Negro era particularmente peligroso para quienes habían tomado vino en exceso, por eso la advertencia en la chacarera De mis Pagos (Julio Argentino Jerez): “De La Banda hasta Santiago hay un puente que cruzar. No le empine fuerte al trago por que puede resbalar”. No faltaban los muchachos audaces que cuando había buen caudal se zambullían saltando desde el puente, con el consecuente riesgo que ello implica.
Con el Puente Negro estaba solucionado el enlace ferroviario entre ambas ciudades y permitía a los capitalinos salir en tren desde la estación de la calle Perú para viajar en tren hacia Tucumán o hacia Buenos Aires, o hacia alguna de las muchas estaciones intermedias entre La Banda y ambas terminales ferroviarias. Mientras unos se arriesgaban por el Puente Negro, los jinetes y conductores de carruajes livianos que no podían cruzar por dentro del cauce, continuaban cruzando gracias al servicio de los botes de madera. Las carretas, los carros grandes y los automotores no podían pasar de una banda a la otra. Desde la ciudad de Santiago del Estero hacia Buenos Aires se viajaba pasando por Córdoba, primero únicamente por ruta y después por el ferrocarril que hacía viajes larguísimos. El tren que partía de la estación de la calle Libertad y Colón iba hacia Loreto y de ahí seguía hacia el Sur. Todo esto ocurría a fines del Siglo XIX.
A principios del Siglo XX apareció la posibilidad de unir Santiago y La Banda con un puente carretero. Por fin las carretas, carros, automotores y peatones podrían cruzar el Río Dulce cómodos y sin peligro. Se hablaba mucho de la necesidad de un puente que permitiese este cruce con seguridad. Cuentan que, durante la primera guerra mundial, tres barcos argentinos habían sido hundidos por error y que, como una reparación por ese daño, Alemania entregó a nuestro país lo necesario para el armado de un puente grande.
La construcción del puente entre el Norte de la ciudad de Santiago del Estero y la otra banda del río llevó un largo tiempo, en el que pusieron su esfuerzo tanto operarios de ambas márgenes como extranjeros. Finalmente, con los festejos que el acontecimiento que el acontecimiento merecía, el 12 de Febrero de 1927 se inauguró el Puente Carretero.
Durante muchos años sirvió también para el paso de los trenes del Ferrocarril Belgrano que salían de la estación ubicada en la calle Libertad y Avenida Colón, para pasar por La Banda y luego dirigirse a Clodomira. Ahora el otrora angosto espacio para los automotores es un poco mas amplio por el espacio ganado a donde estaban las vías ferroviarias. Del otro lado del puente hay una pasarela para peatones y ciclistas.
Cual interminable tropa de carretas, el tránsito de vehículos por el puente es intenso. Por su pasarela pasa una gran cantidad de peatones y algunos ciclistas. También suelen apostarse algunos pescadores en época de creciente, cuando el río es más generoso con los challueros (pescadores).
Dicen que por las noches, el Mishqui Mayu y Quilla (la Luna) conversan; dicen también que a veces, el puente participa en ese ‘rimanácuy (diálogo) milenario; algunos dicen que los escucharon.
07 de Febrero de 2017.