La gente cercana se reúne alrededor de quien está aumentando un año más a su edad, y juntos celebran la vida en la persona de ese ser querido que “ahora es más grande”.
A medida que uno va transitando la vida y ampliando el horizonte de conocimientos y relaciones humanas, va encontrándose con que prácticamente todos los días algún conocido, ya sea que está cerca de nosotros o un poco lejos de algún modo, está cumpliendo años.
Hoy, último día del primer mes de este año, cada uno sabemos del cumpleaños de alguien. Posiblemente algunos seremos invitados al festejo de alguno de ellos. También evocaremos personas por las que hemos sentido algo y que hoy habrían cumplido años. Entre esas personas, hoy evocaremos a dos folcloristas notables: Don Atahualpa Yupanqui, de la provincia de Buenos Aires, y Don Oscar Segundo Carrizo, de la provincia de Santiago del Estero.
Roberto Chavero nació el 31 de Enero de 1908, de madre criolla hija de vascos y de padre criollo loretano, de Santiago del Estero. Su nacimiento fue anotado en Pergamino, pues en su lugar de nacimiento no había una autoridad que se dedicase a este tipo de registros.
Oscar Segundo Carrizo nació el 31 de Enero de 1926 en Loreto, el nuevo asentamiento de la antigua Villa Loreto, unas doce leguas al Sur de la ciudad de Santiago del Estero. Loreto es una de las ciudades más pobladas de la provincia, en zona quichuista y a relativamente poca distancia del Río Dulce. Su ubicación a la vera de la Ruta Nacional 9 le otorga una importancia especial.
Roberto Chavero tuvo desde niño la oportunidad de tratar con la gente paisana, primero en las pampas bonaerenses y más adelante en el Noroeste Argentino, donde conoció santiagueños, tucumanos, catamarqueños, riojanos, salteños y jujeños. En esta parte del país vivió experiencias muy valiosas, trabajando en distintos oficios y a la vez cantando, hasta que decidió dedicar sus esfuerzos exclusivamente al canto criollo y adoptó el seudónimo Atahualpa Yupanqui.
Se hizo amigo de los hermanos Julián y Benicio Díaz en Villa Salavina, además de otros artistas naturales de nuestra provincia. Tucumán también le dio grandes satisfacciones, lo que se patentizó en creaciones musicales, destacándose entre ellas la zamba Luna Tucumana, himno musical de la vecina provincia.
Le costó muchos malos momentos y perseverancia poder hacerse escuchar en Buenos Aires, pero finalmente con su canto fiel a una línea de conducta y por la resonancia de sus creaciones, acabó siendo aceptado. Su ansia de caminos lo llevó a Japón y distintos países europeos, siendo Francia donde hizo más amistades y estuvo más tiempo. Con Nenette (Antonietta Paule Pepín Fitzpatrick) comparte muchas de sus creaciones, pues ella era pianista y compositora.
Enamorado del paisaje serrano cordobés, hizo su casa junto al Cerro Colorado, en el Norte de la provincia de Córdoba, pues el lugar le pareció el adecuado para vivir tranquilo, tal como lo expresa en la Chacarera de las Piedras. Su casa está cerca de un río que discurre entre pedregales, al pie de una gran masa pétrea que forma el cerro.
Oscar Segundo Carrizo demostró aptitud musical desde niño, tocando el bandoneón en una orquesta escolar infantil con sólo once años de edad. En la ciudad de Santiago del Estero, estudió en la Escuela Normal para recibirse de Maestro.
Como Maestro de escuela primaria y luego como Supervisor de Zona, tuvo la oportunidad de recorrer gran parte de nuestra provincia, siempre llevando el bandoneón para los momentos de descanso y eventuales reuniones con gente criolla.
Su arte tuvo buena recepción entre los residentes en Buenos Aires, adonde viajaba cada tanto para actuaciones y presentaciones en radio. En Santiago del Estero también su actividad artística lo llevó por distintos lugares de la provincia, con su conjunto Los Ckari Huaynas (Los Hombres Jóvenes), por el que pasaron excelentes músicos y cantores.
Su formación musical, con mucha práctica reforzada por una buena base teórica, le permitía incursionar en todos los géneros musicales como intérprete. Sus numerosas creaciones tienen sabor a pago santiagueño. Podemos mencionar entre ellas a La Ayunchera, Debajo del Puente Negro, Tu Tremendo Silencio, Carbonerito Santiagueño (con Ernesto Leyría), Crespín Crespín, Simin Sinchi (Boca Dura), Sueños Correntinos (con su hermano Roberto Armando), Llajtaymanta Llojserani (Aandoné mi Querencia, con letra de Don Sixto Palavecino).
Para Don Atahualpa Yupanqui, el Cerro Colorado era su lugar de residencia y descanso, pero su escenario para tocar y cantar seguía siendo el mundo entero. Viudo ya, cuando andaba tocando en París (Francia), la muerte vino a llevarlo.
Entre los homenajes que recibiera, uno muy significativo consiste en que el escenario mayor de la Plaza Próspero Molina, en la ciudad de Cosquín, Córdoba, donde se realiza el Festival Nacional de Folclore, lleva por nombre Atahualpa Yupanqui. Cada mes de Enero, por el escenario Atahualpa Yupanqui pasan todo tipo de músicos, cantores, recitadores, cuentistas y bailarines que triunfan en el espectáculo. Algunos de ellos practican el arte nativo, como una herencia de “Don Ata”. Unos pocos cantan algunas de las creaciones de Atahualpa Yupanqui, especialmente en los escenarios alternativos, alguna peña o en los fogones guitarreros que se arman alrededor del rutilante centro de la ciudad.
Don Oscar Segundo Carrizo es recordado especialmente por las grabaciones de Los Ckari Huaynas que se difunden por las radios, y por la interpretación de artistas que traen a la memoria algunas de sus muchas creaciones. En el mes de Febrero, en su pago natal se hará el Festival Loretano, en cierto modo una nueva versión del Festival del Rosquete. Es posible que sea evocado en el escenario de festival.
Los autores, compositores e intérpretes que hicieron una gran obra por el afianzamiento de la música tradicional argentina, como lo son Don Oscar Segundo Carrizo y Don Atahualpa Yupanqui, por ahí parecen haber caído en el olvido, soterrados por el bullicio comercial que llega como un vendaval donde hay micrófonos y parlantes, pero su memoria está en el canto popular, en muchos casos reproducido sin que se recuerde quiénes son los autores.
Atahualpa Yupanqui pedía en la chacarera La Olvidada para no ser olvidado al salir campo afuera (“Vidítay, ama ckonckaychu a quien se va campo afuera”.)
El tiempo hace justicia y las figuras de los grandes del arte criollo crecen cada día, como las de estos próceres cuyo aniversario de nacimiento celebramos hoy.
31 de Enero de 2017.