La corona española se refería a Santiago del Estero como a “La muy noble y leal ciudad”. Desde Santiago partieron expediciones fundadoras a todo el territorio que hoy es el Noroeste Argentino. Así, los dominios españoles se expandían y las tierras donde vivían los habitantes originarios (indios, según los europeos), se achicaban. Los criollos descendemos de dos vertientes humanas. Nuestras llanuras y montañas, otrora pobladas por los pueblos de la tierra, contemplaron la invasión de jinetes extraños portando armas terribles que sojuzgaron o extinguieron culturas preexistentes. De esta unión, voluntaria o no, surgió el criollo, el hombre americano.
Estos pagos luego recibieron la inmigración, prácticamente desde todo el mundo. A cuatrocientos cincuenta y cuatro años de los primeros asentamientos españoles, ya quedan solamente algunas referencias escritas de lo que fueron los encuentros entre recién llegados y aborígenes. Cada año, en el mes de Julio, festejamos el aniversario de nuestra querida ciudad, ámbito generador de tantos sentimientos expresados en la prosa, la poesía, la música, la danza, en el canto y en las vivencias cotidianas del santiagueño.
Al celebrar el cumpleaños de la Madre de Ciudades... ¿Estamos festejando el triunfo de los europeos sobre nuestros antepasados aborígenes? Es posible que no sea necesario hacer estudios muy profundos para encontrar la respuesta. Es cuestión de mirar y escuchar con atención. Los santiagueños y visitantes cantan y bailan chacareras, gatos, zambas, escondidos... todas expresiones criollas, con raíces indígenas, españolas y africanas. Es música, canto y danza que reflejan la carga hereditaria que corre por nuestras venas.
Al escuchar hablar o cantar a un criollo, quichuista o no, se podrá notar que, si bien el invasor triunfó en las armas y en lo económico, en lo cultural predomina la Pachamama. También deberíamos mirar con atención al espejo, o a las facciones de la mayoría de los habitantes de nuestra provincia y de toda Latinoamérica. Hablamos a diario el idioma oficial correspondiente, pero con los regionalismos que denotan los ancestros aborígenes. La resistencia del idioma quichua en nuestra provincia es toda una muestra de las ansias de libertad cultural del criollo. Ahora debemos estar atentos para no ser despojados de nuestras tradiciones folclóricas. Nuestras artesanías, comidas y expresiones artisticas criollas son valiosas.
A los nuevos invasores les interesa sustituírlas o infectarlas con lo que ellos manejan, para que sigamos pagando altos costos por lo ajeno. No debemos confundir progreso o evolución con la compra y utilización indiscriminada de productos e ideas que responden a intereses ajenos a nuestra tierra criolla latinoamericana. Ya somos bilingües. Ya hemos adoptado la guitarra, el violín y el bombo.
Los hicimos nuestros para interpretar el sentimiento de estas tierras. Ya somos hijos y nietos de aborígenes e ibéricos. Debemos afianzarnos en lo que ya es nuestro modo de ser. Convencidos de ser quienes somos, podemos prepararnos para que, al son de los bombos y las guitarras, en el mes de Julio podamos decir, en paz con nuestros antepasados y con nosotros mismos: “Salud, Santiago del Estero, Ciudad Madre de Ciudades y Cuna del Folclore Argentino”.
26 de Junio de 2.007