Por Crístian Ramón Verduc
19/07/2016
La ciudad de Santiago del Estero cumple años.

Nuestra ciudad, Capital de la provincia y Madre de Ciudades, cada 25 de Julio celebra un nuevo aniversario de su fundación por el Capitán Francisco de Aguirre.

Cuentan que Aguirre vino desde Santiago de Chile por orden de Pedro de Valdivia, para evitar el avance de la expedición que fuera enviada por el Licenciado Pedro de la Gasca desde Lima (Perú). Diego de Rojas ya había incursionado por nuestro territorio, dejando la vida en sus andanzas por estas tierras donde finalizan las serranías y comienza la vasta pendiente llana hacia el Río de la Plata.

Después llegó Jaun Núñez de Prado con su expedición fundadora, erigiendo y desarmando sucesivas poblaciones a las que llamó Ciudad del Barco, en honor a Barco de Ávila, de donde vino hacia América Pedro de la Gasca, jefe de Núñez de Prado. Anoticiado de esas incursiones de los conquistadores del Perú, Pedro de Valdivia, fundador de Santiago de Chile, envió a Francisco de Aguirre, quien después de arrestar a Núñez de Prado, trasladó la Ciudad del Barco y la llamó Santiago del Estero. Esta fundación habría ocurrido el 25 de Julio de 1553, a orillas del Río Dulce.

El generoso río, proveedor de pesca y de agua libre de sal, habrá sido testigo de la llegada de Núñez de Prado, con una regular cantidad de españoles acompañados por un grupo numeroso de originarios del Perú. Esta invasión bilingüe (quichua y castellano) no tuvo mayores problemas en la comunicación oral con los pueblos ya existentes en la región, pues el idioma del Tahuantinsuyu era la lengua general en vastos territorios de América del Sur, posiblemente incluyendo gran parte de lo que hoy es nuestra provincia. Si así no lo era, el territorio incaico finalizaba a no muchas leguas, en todo caso. Llegando desde Chile con su tropa, Aguirre continuó con la acción invasora y conquistadora.

Más de cuatro siglos y medio han pasado desde aquellas aventuras y desventuras de los conquistadores europeos, afanosos unos por expandir los dominios de la corona española, otros por convertir una gran cantidad de gente al catolicismo, otros en búsqueda de las fabulosas riquezas que imaginaban los rudos aventureros foráneos. El territorio de Santiago del Estero fue poco a poco poblándose con descendientes de los habitantes originarios y con los llegados de otros lugares, dejando cada uno su impronta.

No deja de llamarnos la atención el hecho de que cerca de la actual ciudad de Las Termas de Río Hondo exista un lugar llamado Rincón de Atacama, donde dicen que solía morar una tribu conocida como “los Atacama”, nombre que inmediatamente nos lleva a pensar en el Norte de Chile. También es llamativo que con el paso del tiempo, mientras en las provincias vecinas el quichua fue desapareciendo del habla cotidiana, en la nuestra se haya mantenido vivo hasta nuestros días.

Hoy nos encontramos en una provincia que marcha hacia la total modernización en muchos aspectos. Las rutas, la distribución de energía eléctrica, de agua y de medios de comunicación varios, están modificando el modo de vida de prácticamente todo Santiago del Estero. Desde aquellos tiempos de la llegada de los españoles, mucho ha ocurrido por estos salitrales y esteros: Por una parte, han llegado oleadas de inmigrantes, voluntarios o forzados, de diversos lugares del mundo, entre los que podemos mencionar a los procedentes de España, de países africanos, de Italia, de Turquía, de países árabes, de Asia, de otros países europeos, americanos y del propio territorio argentino. Por otra parte, desde poco después de su fundación, Santiago del Estero envió expediciones fundadoras hacia todo lo que hoy es el Noroeste Argentino y Córdoba.

A lo largo de los cuatrocientos sesenta y tres años que nos separan de la fundación definitiva por Francisco de Aguirre, los expedicionarios santiagueños continuaron saliendo a conquistar el mundo. En la selva donde reinaba el quebracho, el horizonte se mostraba difuso, pero el santiagueño sabía que había todo un mundo a conquistar y hacia ese mundo emigró. En las grandes llanuras sin árboles por causa del salitre o del hacha, el horizonte llamaba desde lejos, con insinuaciones de montañas nevadas por un lado y de soles nacientes por el otro.

Las tropas de carretas, los ejércitos libertadores, las legiones de cosecheros, los sueños artísticos y demás motivaciones, todos fueron vehículos “llevadores” de santiagueños hacia “ahicito nomás”, hacia campos y ciudades de Buenos Aires, de Córdoba, Santa Fe, Chaco, Tucumán, la Patagonia, o la Antártida, por nombrar algunos destinos nacionales, mientras que a muchos otros expedicionarios santiagueños, su misión de vida los llevó más allá de los mares, incluso a las antípodas del inolvidable pago.

Pero el santiagueño, así como es viajero impenitente, es también “muy volvedor”. Cada día que pasa lejos de su terruño, vuela hasta su lugar de origen a la velocidad del pensamiento, mientras teje sueños viajeros que posiblemente alguna vez lo traerán de regreso.

Muchos de nuestros paisanos que viven en otros pagos, acostumbran venir periódicamente a visitar sus afectos, ya sea para las fiestas de fin de año, para los Carnavales, para algún acontecimiento familiar, para fiestas religiosas tradicionales, o para los festejos conmemorativos de la fundación.

El mes de Julio es buena época para venir a Santiago, pues en nuestro país es tiempo de vacaciones escolares de Invierno y, en vez de los fuertes calores de fin de año, lo que tenemos para compartir es un frío benigno, que se vuelve cálido al abrigo de los decires y cantares de nuestra gente criolla y bilingüe.

El bilingüismo es una característica del pueblo santiagueño; una característica no siempre percibida y no siempre asumida. Cuando un santiagueño habla naturalmente, tal como aprendió de sus mayores, a los foráneos les suena “raro”, pues nuestra habla está cargada de arcaísmos castellanos, palabras quichuas y regionalismos que surgieron aquí o en otros lugares, pero que fueron incorporándose al léxico de Santiago. Entre nosotros hay quienes manifiestan no saber “ni una palabra” del quichua, mientras que en el habla cotidiana usan expresiones quichuas sin saberlo.

Los quichuistas naturales, los auténticos quichuistas, acostumbran hablar entre ellos en el idioma que alguna vez nos llegó desde el lejano Perú y, evolucionando en esta ínsula idiomática, fue tomando características muy particulares. Los quichuistas dialogan entre ellos en la lengua de sus mayores y lo hacen con total naturalidad, sin pensar demasiado en construcciones gramaticales, hibridaciones del idioma, arcaísmos y neologismos. Ante la presencia de “ladinos”, inmediatamente pasan a hablar en castellano; mejor dicho, pasan a hablar “en santiagueño”.

Todo esto forma parte de lo que vienen a buscar los visitantes que llegan cada mes de Julio a nuestra provincia, ávidos por sentir la tierra santiagueña sonando en un bombo, en una guitarra o en las voces de la gente.

Cuatrocientos sesenta y tres años después de la fundación por Francisco de Aguirre, Santiago del Estero sigue siendo conquistadora y conquistada. Brindemos, cantemos y bailemos por ello.

19 de Julio de 2016.

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