Tal vez por un deseo de homenajear a alguien, o tal vez por esa vergüenza, impulsada por el desconocimiento, que nos lleva a renegar de lo que parezca antiguo, tradicional, gaucho o “indio”, los nombres iniciales de distintos barrios han sido cambiados en distintos momentos.
Por ejemplo, el barrio Chumillo ha sido denominado Reconquista, en homenaje a la reconquista de la ciudad de Buenos Aires en la invasión inglesa de 1.806. El barrio Ulluas ha pasado a llamarse Independencia; este último es un lindo nombre, pero no por eso debimos dejar de lado el primero. El que inicialmente se llamara Ranchos de Tala Pozo, que luego simplificó su nombre para Tala Pozo (¿Erradicación de Ranchos?), por pedido de los vecinos mudó su nombre para el bonito nombre irlandés del Almirante Guillermo (William) Brown.
Y hay otros, como Las Cejas o Peruchillo. Posiblemente hubo poca previsión en cuanto al crecimiento demográfico de la ciudad, pues en vez de hacer los cambios en la denominación de barrios tradicionales, se podría haber reservado los nombres “modernos” para las futuras urbanizaciones. Vemos que hay barrios nuevos con nombres que parecen caídos del cielo, o del tiempo: Siglo XIX, Siglo XX, Siglo XXI.
A veces se escucha la pregunta capciosa: “¿En qué siglo vives?” Posiblemente por la falta de nombres poco comprometedores, también está el recurso de repetir un nombre moderno existente, con el agregado de “Ampliación” y, en algunos casos: “Primera ampliación”, “Segunda ampliación”, y sigue… Algunos barrios se salvaron del plan de erradicación de ranchos, criollismos y bilingüismos en sus nombres.
Resisten aún Huayco Hondo, El Vinalar, Tarapaya, Los Flores, Barrio Cáceres, 8 de Abril. El 8 de Abril es un barrio cuyo nombre es considerado tradicional sin ser muy antiguo. Era una propiedad de la familia Taboada en el Sur de nuestra ciudad, lindera con los sunchales de la margen derecha del Río Dulce. Uno que otro estero adornaba el lugar, dibujado con senderos sinuosos que luego se transformarían en callejones y se enderezarían para ser calles y avenidas.
Ese inmueble se había poblado con familias que no eran Taboada precisamente. Por esa parte de la ciudad pasaron tropas de carretas, arreos de vacunos, equinos y mulares. Cuando el Camino Real dejó de ser tal, una calle principal, de tierra, continuaba siendo el nexo del centro de la ciudad con Chumillo, Ulluas, Los Flores, Maco, Maquito y demás localidades hacia San Pedro, Upianita, Silípica, Sumamao... y podríamos seguir nomás. Con el tiempo, esa calle tomó el nombre que tenía su “naciente” en el centro: Independencia. Cuentan que en el año 1.959, el entonces Gobernador de la Provincia, Don Eduardo Miguel, hizo que la Provincia comprase ese gran terreno, vendiese lotes a precio accesible a los pobladores, para entregarles los títulos de propiedad el 8 de Abril de ese año, dando nacimiento al barrio del mismo nombre.
Con sus terrenos demarcados y su ubicación legalizada, los vecinos se ocuparon de hacer o pedir mejoras. “La Independencia” se transformó en una importante calle pavimentada, transitada por un servicio de ómnibus que permitía llegar hasta la avenida Solís, con el agregado de algunos otros colectivos que podían llevarnos hasta más al Sur. Hubo construcción de importantes grupos habitacionales por parte del gobierno, pero sin ponerles un nombre en especial; simplemente han dejado que sigan siendo parte del 8 de Abril. A la vera de la cada vez mejor y más transitada calle Francisco Viano, tomó forma la plaza Bernardo Canal Feijóo, la que durante décadas fue conocida como “la plaza del camión”, por causa de un camión sin motor ni ruedas que fuera instalado para que en él jueguen los chicos.
El camión “vivía” ahí; los changuitos jugaban a que lo manejaban, o subían a su caja de carga y saltaban; los chicos subían al techo de la cabina, jugaban de distintas maneras, y el camión seguía ahí, posiblemente inspirando a futuros camioneros o trabajadores relacionados con el transporte. Cuando el vandalismo comenzó a ser visto con indiferencia por padres, vecinos y funcionarios estatales, en pocos meses el camión de la plaza desapareció. También fue destruido el monumento al insigne escritor Bernardo Canal Feijóo. Ahora la plaza Bernardo Canal Feijóo es conocida por que en ella funciona una feria en la que venden “de todo” durante los fines de semana y días feriados.
En el borde del barrio hacia el centro, en la calle 3 de Febrero, está el estadio del Club Atlético Mitre. Los colores del club están por todo el barrio y en los corazones de casi todos los habitantes “del ocho”. Un vecino de “la cancha i’ Mitre" era Don “Mañu” Luna, conocido por su afición a la pesca en el cercano Río Dulce y por que en su casa se vendía pescado de río preparado de distintas formas. No sólo preparaban para la venta, sino que la mesa de Mañu Luna recibía amigos, entre los que no faltaban los cantores. Uno de los mejores cantores del folclore nacional vive en el barrio 8 de Abril: Alfredo Ábalos. Se hizo santiagueño aún antes de haber venido a vivir en nuestra ciudad.
Es santiagueño y “del ocho” con todo su ser. Con su familia, todos músicos y cantores, vive cerca de la plaza Canal Feijóo. En uno de los muros laterales del predio lindero a una escuela, sobre la calle Francisco Viano, hay una obra de un pintor en el que se rinde homenaje al barrio. En el grupo de imágenes, resalta una en homenaje a Don Alfredo Ábalos y otra a Don Mañu Luna. Nuestro Alero Quichua es siempre agradecido a Don Alfredo Ábalos por lo que hizo a lo largo de su trayectoria.
Le canta a nuestro pago como nadie lo hizo, en su repertorio hay canto quichua muy bien pronunciado, y nos ha favorecido intercediendo en Buenos Aires para las primeras grabaciones del Alero, encargándose con su entrañable amigo Felipe Corpos de la compaginación y coordinación. La señora “Muni” Santillán es una excelente cantora de nuestro folclore, esposa de Alfredo Ábalos. Los vecinos la llaman “Doña Muni” y comparten con ella largas conversaciones cuando sale a dar una vuelta en bicicleta o caminando, como quien hacer las compras para la casa.
Martín y Santiago Ábalos Santillán, hijos del matrimonio, han formado el conjunto La Pesada Santiagueña, el que en su repertorio incluye el canto quichua. Tanto Alfredo Ábalos como sus hijos son autores de varios temas folclóricos. Entre ellos, podríamos destacar la chacarera que hiciera Don Alfredo en homenaje al lugar donde viven: Mi Barrio Ocho de Abril.
En ella nombra a Mañu Luna, al club Mitre, a los pescadores, a las chipaqueras, a un “armador” de juntadas de amigos. Una de sus estrofas canta: “Recuerdo que Mañu Luna, siempre me sabía decir: No hai haber gente más criolla que la del 8 de Abril”.
El estribillo de esta chacarera de Alfredo Ábalos y Oscar Valles dice: “Potrero de Los Taboada, ése es mi barrio señor, santiagueño y casi nada. No hay otro pago mejor”.
05 de Abril de 2.016.