(Hay Tierra y Sal en mi Voz, chacarera de Pablo Raúl Trullenque y Carlos Carabajal).

Desde tiempos antiquísimos, los ríos son referencia geográfica muy importante. La mayoría de las poblaciones han sido construidas a la vera de de un río. Individualmente, muchas veces hemos contado o hemos deseado contar al río, nuestras tristezas o alegrías. Para los habitantes de Santiago del Estero, el Río Dulce es el gran amigo, al que visitamos frecuentemente o cada tanto. Si no vemos al río durante un tiempo prolongado, igual nos sentimos bien por saberlo cercano.

Es algo tan difícil de explicar, como difícil es que el río vuelva atrás. Un río es como la vida, por que fluye en un sentido único y nos lleva desde la naciente hasta la desembocadura. Puede haber desvíos, tramos calmos y profundos, tramos turbulentos y llenos de remolinos, pero tarde o temprano el río, como la vida, ha de llegar al final del recorrido, donde diremos: "Ésto es lo que traigo. Misión cumplida." Los ríos tienen una o varias nacientes.

En todo caso, tienen una naciente y enseguida o muy después comienzan a recibir afluentes de distinta magnitud. La naciente puede darse por el goteo de los deshielos o por la descarga de aguas llovidas. Hay ríos que nacen de manantiales, los que a su vez deben su existencia a las lluvias o a los deshielos.

También hay ríos que nacen en lagos, los que a su vez son formados por ríos menores, de superficie o subterráneos, originados por lluvias o deshielos. Una provincia argentina está rodeada de ríos; entre ellos, dos de los más importantes de todo nuestro país. El Río Uruguay nace en Brasil y, oficiando de frontera natural de Argentina con Brasil primero y con la República Oriental del Uruguay en la parte final de su recorrido, desemboca en el Río de la Plata.

El Río Paraná también nace en Brasil y es el separador de la Mesopotamia Argentina con el resto del país. Los dos grandes ríos hacen de límite natural de Entre Ríos con las provincias de Santa Fe y Buenos Aires por el Oeste y el Sur (río Paraná) y de límite internacional con la República Oriental del Uruguay (río Uruguay) por el Este. En el Norte, el río Guayquiraró está en el límite con la provincia de Corrientes.

También en el Norte está el río Mocoretá, muy importante geográficamente y en el cancionero folclórico regional. Sobre la banda occidental del Río Uruguay está Concepción del Uruguay, próspera ciudad entrerriana distante unos 260 km de Paraná, la Capital provincial. Cinco leguas antes, llegando desde Paraná, está Villa San Justo, una pequeña ciudad en pleno crecimiento.

Hacia San Justo fue una delegación del Alero Quichua Santiagueño para participar de la 19ª edición de la Maratón Folclórica Radial Nacional e Internacional. Para viajar hasta San Justo fue preciso tomar la Ruta Nacional 34 hacia el Sur, pasando por zona quichuista de nuestra provincia, entre los ríos Dulce y Salado, hasta dejar el territorio santiagueño poco después de la próspera ciudad de Selva. Pasamos por la santafecina ciudad de Ceres para salir de la Ruta 34 en Arrufó y rumbear hacia el Este, hasta San Cristóbal. Viramos hacia el Sur y pocas horas después llegamos a la ciudad de Santa Fe.

Una zambullida por el túnel subfluvial Hernandarias nos lleva hasta la ciudad de Paraná. Desde la Capital provincial, un paseo por la cuchillas entrerrianas nos lleva hasta la entrada hacia Villa San Justo. Las cuchillas son suaves elevaciones del terreno, pobladas de pastizales y sembrados, con olor y sabor de chamarrita, valseado, rasguido doble y chamamé.

En Villa San Justo se percibe la omnipresencia del General Justo José de Urquiza, quien fuera Gobernador de la provincia y Presidente de la Confederación Argentina a mediados del Siglo XIX. A menos de una legua de distancia de San Justo está el Palacio San José, donde Urquiza viviera sus últimos veinte años. En el suntuoso palacio, lleno de detalles sorprendentes, se puede sentir a la familia Urquiza, sobre todo por que uno de los tramos de la visita es guiado por "una hija del General", una talentosa guía turística - actriz que parece poseída por el personaje que interpreta, a tal punto que el visitante se siente transportado a esos años, culminando con el aciago 11 de Abril de 1.870. La guía relata con tristeza e indignación: "Entraron y asesinaron a mi padre."

Lo que el visitante verá y sentirá en el palacio San José no es para relatar. Es para vivirlo. El paisano entrerriano, héroe de cientos de luchas con armas o con herramientas de trabajo, es afable, simpático y buen anfitrión. Los visitantes hemos pasado hermosas e inolvidables horas entre esos paisajes naturales y humanos, sorprendiéndonos en un primer momento ante la costumbre litoraleña de saludar a toda persona, conocida o no.

Las atenciones recibidas en San Justo y Concepción del Uruguay nos han hecho partir con ese gustito agridulce del regreso al pago añorando desde ese momento el nuevo lugar conocido. Dan ganas de volver. El hecho de ser santiagueños, de practicar el folclore criollo y de ser parte del Alero Quichua Santiagueño abre puertas.

El lugar del país que tuvimos la dicha de conocer en este nuevo viaje cancionero, nos ha dejado con mucho deseo de volver a abrir esas puertas muy pronto. Son muchas las satisfacciones que otorga el quichua, sobre todo si no olvidamos que el buen quichuista debe tener presente siempre su Ama Súa, Ama Lulla, Ama Ckella (Ni ladrón, ni embustero, ni haragán).

15 de Diciembre de 2.015.