Por Crístian Ramón Verduc
09/06/2015
“Barrancas, tierra querida…”

“Barrancas, tierra querida…” Tienen razón Atahualpa Yupanqui, Los Hermanos Díaz y tantos otros folcloristas al enamorarse de Barrancas, en el departamento Salavina. 

Hace cien años, allí nació Don Sixto Palavecino. Allí nacieron patriotas quichuistas que salieron o se quedaron, pero todos hicieron por el bien común, especialmente por la grandeza de nuestra provincia. 

Atahualpa Yupanqui, Santiago Ayala y otros grandes artistas del folclore nacional quedaron prendados del departamento Salavina, especialmente de Villa Salavina y de Barrancas. Cachilo Díaz dedicó un gato a Don Fermín Sabalza, maestro de la escuela del histórico poblado. Esa linda obra musical se llama, precisamente, Don Fermín; la letra es de Oscar Valles. 

Hace quince años, el Grupo Tincunácuy, de la ciudad de Córdoba, promovió encuentros con auténticos quichuistas, a fin de revitalizar el idioma y las tradiciones locales. Después de cierto tiempo, esos encuentros dejaron de realizarse en Barrancas, para volver en el año 2.012, con la comunidad educativa de la Escuela 804 Fermín Sabalza en la iniciativa de los encuentros. 

Este año se realizó el Cuarto Encuentro con la Cultura y el Arte Ancestral, entre el 5 y 6 de Junio. Allí fue una delegación del Alero Quichua Santiagueño, como lo venía haciendo desde la primera edición. El lema de este año fue: Quichuacka Caypi Sapiara (Aquí se enraizó el quichua). 

El Viernes por la tarde, el grupo de gente del Alero Quichua partió desde la ciudad de Santiago del Estero por la Ruta Nacional 9 hacia el Sur. En Santa María, un gran campo blanqueando por los restos colgados de las plantas, nos indicaba que en ese establecimiento el algodón había sido cosechado a máquina. Llegando a Loreto, hemos percibido que es una ciudad cada vez más moderna, aunque sin perder su magia folclórica. 

A poca distancia, pasamos sobre el Río Namby, paradójico no solo por su nombre que suena a guaraní, sino también por que cuando tiene agua, la misma no corre hacia el Río Dulce, sino en sentido contrario. 

Tres leguas más al Sur, giramos hacia la izquierda y vamos directo hacia Villa Atamishqui, pasando antes por Estación Atamishqui, con sus álamos a la vera de la ruta, el caudaloso canal y los vestigios de lo que fuera la ferrovía. 

En Villa Atamishqui, pasamos por frente a la imponente iglesia y el colegio Juan XXIII. Al salir de la villa, dejamos el pavimento y entramos en una ruta de tierra compactada, bordeada por vinalares, algarrobales y algunos quebrachos. Cada tanto, hay casas o caminos de entrada hacia ellas. Pasamos por Soconcho, Los Peralta, Juanillo, etc. Finalmente vemos por sobre los árboles, como un faro, el tanque de agua de la escuela, indicando que estamos llegando a Barrancas. 

La actividad en la escuela era intensa, terminando los preparativos para el Encuentro. El recibimiento es efusivo; nos sentimos como volviendo a casa. Hemos entrado por la parte de atrás de la escuela Fermín Sabalza, pues el frente da hacia el antiguo Camino Real y no hacia la ruta, construida después que la escuela. Igual, en el frente de la escuela está plantado el cartel de bienvenida, con un clarito Alli Amuscka. 

Esa noche de Viernes, el canto quichua en vivo caló hondo en el público presente, gratamente sorprendido ante la unión cancionera del Director de la escuela con “puebleros” llegados desde la ciudad Capital. 

Luego de una hermosa noche pletórica de estrellas y Luna, el amanecer se mostró rojizo como el atardecer anterior. Enseguida, la caminata hacia una casa vecina, para andar primero por el monte contemplando chañares, algarrobos, breas y otras especies vegetales, pobladas de palomas, pájaros, nidos habitados o desocupados, avispas y hormigas, todos ocupados en procurar la expansión de su especie, lo que da lugar al equilibrio del ecosistema. 

La caminata tuvo como punto culminante la música compartida con un excelente bandoneonista, muy buen “orejero” y ávido por tocar con practicantes del canto quichua. 

En la escuela, ya había llegado gente de toda procedencia, mientras docentes y vecinos trabajaban afanosamente para brindar lo mejor a las visitas, como lo venían haciendo desde los días anteriores, pero ahora con mayor intensidad. 

Fue emocionante la apertura oficial del Encuentro, a cargo del maestro de ceremonias Juan José Rocabado, seguido de palabras de bienvenida en quichua a cargo del Director de la escuela, Bernardino Coronel, integrante del conjunto bilingüe Sachanmanta. 

Las emociones fueron en aumento, con la entrada de alumnos representantes de escuelas de Villa Atamishqui, Villa Salavina, Juanillo, Medellín, Brea Pozo y otros lugares mas o menos cercanos; los portadores de la Bandera de la Nación Argentina entraron al son de la marcha Mi Bandera, mientras que los abanderados y escoltas con la Bandera de la Provincia lo hicieron acompañados por la chacarera Añoranzas, Himno Cultural de nuestra provincia. Después, el Himno Nacional Argentino cantado en quichua por el Director, por Juan José Rocabado, alumnos y vecinos. 

Enseguida comenzaron las exposiciones a cargo de quichuistas, estudiosos y docentes, alternadas con números artísticos criollos, muchos de ellos bilingües. Durante esa mañana y esa tarde hemos aprendido bastante. Por ejemplo, el ex Director de la escuela, Don Mario Garnica, nos enseñó que Barrancas debe su nombre a que el pueblo se asentó a orillas del Río Dulce, cuyas orillas eran de barrancas. Antes, se había llamado Chalugasta, variante de Challuagasta, que sería Pago de los Peces o de la pesca. Con el tiempo, el río se alejó hacia el Este, pero las barrancas persistieron por años, mientras que el último nombre quedó definitivo. 

Hubo canto quichua infantil, cuadros costumbristas y danza a cargo de alumnos, disertaciones, música criolla que ha sido bailada con entusiasmo, todo con suficiente quichua. Podría decirse que hubo mucho quichua, pero nunca es mucho. 

Desde Córdoba llegaron el Profesor Fernando Lozano, el Sr. Ostiano Moyano y toda una delegación del Grupo Tincunácuy. Desde la ciudad de Santiago del Estero, una delegación de la Universidad Nacional, otra de Conciencia y Acción Ciudadana, la Yacháchej Ilda Juárez de Paz, y mucha gente más; había gente de Brea Pozo, de Hoyón, de Villa Atamishqui, de Juanillo y de muchos otros lugares. 

Fuera del predio de la escuela, por la tarde había juego de taba y de sortija. En el patio de la escuela, poco a poco aumentaban los números musicales, mientras concluían las exposiciones de los quichuistas y estudiosos.
Hubo una breve representación de nuestra audición radial, en la que todo el canto fue quichua o bilingüe. Terminada nuestra participación, comenzamos con las despedidas y promesas de visitas mutuas. 

El quinto Encuentro con la Cultura y el Arte Ancestral está programado para los días 10 y 11 de Junio de 2016, en el mismo local escolar. Pensando en volver para esos días si no es antes, desandamos el camino hacia la ciudad de Santiago del Estero, con el corazón henchido de quichua, de amistad y hospitalidad, pensando en el programa radial que haríamos pocas horas después y sintiendo en el corazón: “Barrancas, tierra querida, te dejo esta chacarera..” 

09 de Junio de 2.015.

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