Por Crístian Ramón Verduc
03/03/2015
Las manos humanas, con su pulgar opuesto...

Las manos humanas, con su pulgar opuesto y la habilidad desarrollada al cabo de miles y miles de años de práctica, permite que haya grandes muestras de virtuosismo, en las que son involucradas las manos.
En Santiago del Estero se ha perdido u olvidado la palabra quichua que nombraba al dedo, a los dedos, pero se conserva la palabra maqui, para decir mano.
 
Desde tiempos inmemoriales, la gente de nuestra tierra trabajó con sus manos para fabricar lo que le era necesario, ya fuesen armas, vestimentas, viviendas, herramientas o utensilios varios. Con el paso del tiempo y la acumulación de experiencias compartidas e ideas ingeniosas, fueron apareciendo las herramientas y máquinas, desde las más simples hasta las que hoy conocemos. 

Existen objetos que necesariamente deben ser producidos en gran cantidad, ya sea por lo efímero de su existencia o por la gran demanda de los mismos. Esos productos deben ser fabricados utilizando maquinarias, las que transformarán la materia prima hasta convertirla en el objeto requerido. Esa materia prima será conseguida en el lugar conveniente, especialmente desde el punto de vista económico, pues el objeto producido en gran cantidad debe ser barato. 

Hay otra forma de producir bienes muy distinta a la producción industrial: La artesanía. La artesanía consiste en la producción de elementos de uso práctico u ornamentales, sin el uso de maquinarias y con un acabado tal que cada unidad producida no será idéntica a las otras. El artesano trabaja meticulosamente en cada una de las piezas que produce, logrando así creaciones personalizadas. 

Gente de nuestro Alero Quichua Santiagueño tuvo oportunidad de apreciar este tipo de trabajos en el Festival Nacional del Artesano, en Villa Ojo de Agua. En esta ciudad, ubicada poco más de docientos kilómetros al Sur de la ciudad Capital de la provincia y pocos kilómetros al Norte del límite con la provincia de Córdoba, cada año se realiza el Festival Nacional del Artesano, el último festival veraniego del Norte de nuestro país, considerado uno de los grandes festivales folclóricos a nivel nacional. 

El Festival Nacional del Artesano se hace en el último fin de semana de Febrero; marca el fin de las vacaciones anuales para muchísima gente y la proximidad del año escolar. Concurren a esta fiesta vecinos de Ojo de Agua, de zonas vecinas y visitantes de otros puntos de la provincia; también de Córdoba, Buenos Aires y otros lugares argentinos. 

Por causa de las recientes tormentas, particularmente fuertes en la provincia de Córdoba, el puente de la Ruta Nacional 9 sobre el Río Jesús María sufrió deterioros, así que muchos cordobeses que venían al Festival del Artesano tuvieron que hacer un gran desvío, con aumento del tiempo de viaje, pero igual llegaron a Villa Ojo de Agua para estar en el festival folclórico. 

Desde Santiago del Estero, el viaje es bastante ameno. Saliendo por la Avenida Belgrano hacia el Sur, poco a poco el paisaje urbano va transformándose, exhibiendo bonitas casas de fin de semana y otras que son habitadas en forma permanente pero tienen un aspecto vistoso también. El bosque nativo aparece por trechos, alternándose con casas, sembrados, corrales y por ahí alguna represa que en estos días está "quishqui" (muy llena) de agua.
Unos veinte kilómetros al Sur de la ciudad, se puede apreciar hacia el lado Oeste desde la ruta, una gran plantación de algodón, que por esta época está con algunas de sus flores abiertas. Poco a poco vamos pasando por poblaciones tradicionales, incluida Loreto, con su exposición estática de aviones, el verdor que avanza sobre la ruta y los vendedores que se aproximan a los ómnibus en la terminal. 

Siguiendo al Sur, enseguida pasamos por el misterioso Río Namby que, cuando tiene agua, ésta avanza hacia el Oeste. Hasta hace unos cuarenta o cincuenta años, unos pocos kilómetros al Sur de Loreto comenzaban las salinas. Ahora lo que vemos a los dos lados de la Ruta 9 son algarrobales y todo tipo de vegetación nativa. Cada tanto aparece una casa o un pequeño caserío. Más allá de la entrada hacia la Villa Atamishqui, se puede ver hacia ambos lados de la autovía una variada y colorida exposición de frazadas, ponchos, sobrecamas y otros tejidos hechos en telar. 

Más al Sur se puede observar un gran vinalar que precede a un extenso jumeal. El vinal es un árbol con grandes espinas, que crece en suelos pobres. El jume es una planta típica de los salitrales. 

Poco a poco, es cada vez mayor la superficie de tierra que se muestra blanca por la sal, que la de color verde jume. Así, el salitral se va imponiendo hasta llegar al Río Saladillo, el que en este tiempo tiene un buen caudal.
Después del Saladillo, el paisaje cambia rápidamente, con poco jume y poco vinal. Parece ser que al ganar altura, el suelo va alejándose de la sal y mejorando en calidad. Enseguida entramos en una zona que antes fue obrajera, de la cual se extraían enormes cantidades de madera. 

El bosque arrasado dio lugar a grandes pastizales, entre los que terca y tímidamente, comenzaron a asomarse los árboles. Gente emprendedora dejó crecer los quebrachos, típicos de la región, y sustituyó el fachinal natural por pasto forrajero traído desde tierras lejanas. Se puede ver el ganado vacuno pastando tranquilamente o descansando a la sombra de los quebrachos. 

Mientras seguimos hacia el Sur, vamos entrando en la serranía, lo que nos anuncia la cercanía del Norte cordobés. De pronto se nos aparece Villa Ojo de Agua, bella y tranquila ciudad que en el último fin de semana de Febrero se llena de visitantes. 

En el predio donde se desarrolla el festival, visitamos los puestos de los artesanos. Se percibe el predominio de los lazos, látigos y rebenques hechos en tiento por los artesanos locales y de lugares cercanos. 

Este año, artesanos de la música tuvieron su lugar en la exposición. Los visitantes pudieron disfrutar del arte y el saber de los artesanos José Herrera, que hace guitarras, violines y otros instrumentos de cuerda en Ojo de Agua; Elpidio y Manolo Herrera, que fabrican artesanalmente la sachaguitarra atamishqueña en distintas versiones, y El Indio Froilán González, llegado desde la ciudad de Santiago del Estero con sus bombos, cajas y otros instrumentos de percusión, algunos de los cuales estuvo fabricando a la vista del público. 

En cuanto al canto folclórico, además del que florecía en encuentros familiares por toda la Villa, hubo un gran desfile artístico en el imponente escenario montado en un club. Miles de concurrentes pudieron presenciar la actuación de músicos, bailarines y cantores locales y llegados de otros lugares, nuevos y consagrados. 

Una delegación del Alero Quichua Santiagueño hizo escuchar su voz bilingüe, en un homenaje a Don Sixto Palavecino en el escenario que lleva el nombre del Patriarca del Canto Quichua. 

Pasada la actuación, hubo oportunidad de apreciar el arte de otros intérpretes, mientras compartíamos gratos momentos de conversación con gente del folclore de Ojo de Agua y otros lugares. 

La lluvia, que no impidió la presencia de público colmando las instalaciones, puede haber sido propicia para la siembra. Nuestro Alero Quichua dejó una semilla sembrada en el Sur de la provincia. Esa semilla quichuista puede devenir en algo grande y fuerte como un quebracho. Vamos a cuidar de que así sea. 

Santiago del Estero se muestra pleno de cultores de las tradiciones, que usan sus manos para crear artesanías o pulsar un instrumento, gracias a Tata Yaya. 

03 de Marzo de 2.015.

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