“Cuando el río lleva espuma, sabido es que está creciendo”, cantan Los Hermanos Ábalos en su Chacarera del Mishqui Mayu. Hace unos días, el Río Dulce ha tenido un importante aumento en su caudal. Está bastante crecido, con un aspecto imponente por la gran cantidad de agua, también por el arrastre de camalotes y algunas ramas. Hay riberas que son mas o menos altas, formando barrancas; la vegetación crece hasta el borde del río, mientras que el río parece querer avanzar sobre el bosque. Cuando se da la creciente, algunos árboles caen total o parcialmente al cauce. Por otra parte, los camalotes van llegando como viajeros fluviales; han partido de costas lejanas y van a quedar por aquí o tal vez sigan viaje.
El camalote es una planta flotante que existe en muchos países americanos y fue introducida también en Europa y África. Su tallo es muy corto, del cual salen hojas gruesas; sus flores son de un lindo color azul que puede ser tenue o fuerte. Las raíces cuelgan, tomando los nutrientes directamente del agua. Al chupar todo tipo de sustancias, el camalote limpia las aguas donde se instala. Su gran capacidad de reproducción hace que quite espacio vital a las otras especies.
En el lago del dique de Río Hondo hay grandes camalotales, especialmente en la zona de desembocadura de los ríos Salí, Gastona y Medina. De esas grandes concentraciones de camalotes, siempre se desprenden algunos e inician un largo viaje que puede llevarlos hasta la laguna de Mar Chiquita en el mejor de los casos. Lo más probable es que la plantita encuentre un remanso, una rama o algún otro obstáculo que detenga su viaje y la invite a quedar cerca de una orilla, como quien fundar un nuevo camalotal de donde saldrán nuevos viajeros.
Cuando en el dique de Río Hondo el agua pasa por sobre los vertederos, se puede ver cierta cantidad de camalotes cayendo para seguir su viaje hacia el Sur. Después de unas decenas de kilómetros, en Los Quiroga puede quedarse, tomar rumbo por el Canal Matriz hacia el sistema de riego del Río Dulce, o caer por encima del vertedero para seguir en el cauce del río.
Los fríos muy fuertes, con heladas, afectan seriamente a los camalotes, pues su cuerpo tiene mucho líquido, el que si se congela provocará la rotura de células con la consiguiente pérdida de partes importantes de la planta. El agua suele ser moderadora de las temperaturas, pero las heladas en nuestro pago son muy fuertes en algunos inviernos, con temperaturas de unos diez grados bajo cero. Cero grado es el punto de congelación para el agua. El camalote vive mejor en climas cálidos.
En la creciente del río, también pueden venir algunos visitantes indeseables. Ocasionalmente puede verse un tronco liviano flotando cargado de hormigas que fueron sorprendidas por la invasión de agua y se refugiaron en lo primero que hallaron, o ya vivían en el tronco que ahora va a la deriva. Así como pueden ir hormigas, también pueden ir alacranes, arañas o víboras aprovechando el tronco o rama. Ante la duda, siempre es mejor no tocar sin precauciones un algo que flota en el río crecido.
Hay quienes aprovechan la madera que viene “de arriba” gracias a la crecida del río. Y son regalos que vienen de arriba, justamente, pues si no hubiese desnivel en el terreno, el agua no correría y se formaría una laguna, como las que tenemos al Sur de nuestra provincia.
Cuando el río desborda, por causa de los accidentes del terreno suelen formarse los característicos esteros, que son lagunas de poco tamaño y escasa profundidad. Los esteros y bañados pueden tener una duración efímera por evaporación o por escurrimiento en la tierra, aunque también pueden quedar por años.
A medida que el Río Dulce se aproxima a su desembocadura en la enorme Laguna Mar Chiquita en la provincia de Córdoba, su movimiento hacia el Sur es cada vez más lento, como tren que va entrando a la estación final. Antes de salir de la provincia de Santiago del Estero, se forman grandes espejos de agua, como la Laguna de los Porongos y la Laguna de los Patos, en Nuestro Río Dulce, que nace en las alturas del Sur de la provincia de Salta, pasa por la provincia de Tucumán recibiendo una gran cantidad de agua del Aconquija por una gran cantidad de afluentes. Cuando cae mucha lluvia, como ocurre en estos meses veraniegos, los afluentes crecen y aportan gran cantidad de agua al Río Salí, en la provincia de Tucumán, el que entra en el lago de Río Hondo y sale con el nombre de Río Dulce. El río Marapa, en el Sur de la provincia de Tucumán, hace un gran aporte de agua directamente al lago, sin incorporarse al Río Salí como era antes de la construcción del dique.
Al crecer el río, moja tierras que estaban fuera del cauce y ello produce espuma. Cuando ha caído un pedazo de barranca, arrastrando consigo plantas y pequeños animales, se forma espuma, la que en ocasiones puede formar grandes bloques, que desde lejos parecen colchones de material sintético. Esos grandes pedazos van desmembrándose a medida que navegan aguas abajo. Cuando uno ve que está llegando la espuma, sabe que está viniendo la creciente. Los pobladores ribereños toman sus precauciones, o no, pero saben que el río va a crecer, saben que la creciente es la oportunidad que esperaban los peces para subir contra la corriente, llegar hasta las nacientes de los ríos y desovar.
En las aguas bajas de las nacientes, los alevinos estarán a salvo de peces grandes y, a medida que crezcan, entrarán más en la corriente y serán llevados por ella aguas abajo. A medida que crezcan, se aventurarán en aguas más profundas, y seguirán bajando por el Río Tala de Salta, el Río Salí de Tucumán o sus afluentes; en el Río Dulce seguirán bajando hacia las aguas calmas y los bañados del Sur mientras crecen. Una vez alcanzada la adultez, esos peces esperarán la creciente para subir aprovechando el caudal abundante.
La creciente es época de abundancia para los peces, que aprovechan para alimentarse bien con lo que viene arrastrado por las aguas de lluvia. En su afán por comer, muerden el anzuelo del pescador, que ya observó la espuma en el río y preparó su caña y demás elementos para la captura de peces. Cuando llega la creciente grande, el pescador pasa horas disfrutando de su pasatiempo, que además le permitirá llevar sustento para su familia y demás seres queridos.
Dicen que los peces están protegidos por la Mayu Maman (Madre del Río), dispuesta a castigar a quienes cometen excesos en la pesca o abusan de otros modos, perjudicando a los ríos.
“Cuando el río lleva espuma, sabido es que está creciendo”. Aprovechemos lo bueno que tiene la creciente, con su riego natural a los campos ribereños y su abundancia de challua (peces). Aprovechemos sin caer en abusos, para que una vez que la creciente haya bajado, todo vuelva a la normalidad sin malas consecuencias.
Igual, cuando llegue la abundancia creciente en nuestra vida, seamos cautos y previsores, para soportar las eventuales sequías futuras.
10 de Febrero de 2.015.