“Y guarden estas palabras/ que les digo al terminar;/ en mi obra he de continuar,/ hasta dárselas concluida,/ si el ingenio o si la vida/ no me llegan a faltar.” 

Sobre el final de La Vuelta de Martín Fierro, José Hernández anuncia su intención de continuar su relato gauchesco. No sabemos si habrá intentado encarar esa tercera parte de una obra, que ya había dejado sin efecto el axioma de que segundas partes nunca fueron buenas. Siete años habían pasado desde la publicación de El Gaucho Martín Fierro hasta la de La Vuelta de Martín Fierro. Siete años después, en vez de reaparecer Martín Fierro en una tercera parte, su autor pasó a la inmortalidad. 

La primera parte de Martín Fierro es una presentación de cómo era el gaucho, o al menos el gaucho Martín Fierro, en esa segunda mitad del siglo XIX. También muestra cómo era la vida en esa época en la región de las estancias en la Pampa Húmeda. Junto a ello muestra los abusos de poder imperantes en la vida civil y en el servicio militar. En general, muestra cómo quien detenta un poder deshonra sus propias promesas. Esas injusticias llevan a Fierro a ser un gaucho rebelde, desertor del servicio de fronteras y matrero. Finalmente, parte con el Sargento Cruz hacia las tolderías, donde esperan ser recibidos como amigos. 

Se decía “matrero” a quien dormía al campo raso, utilizando como cama la matra, una manta de lana gruesa que forma parte del recado, montura o apero. 

En cuanto a su decisión de ir hacia las tolderías, la misma tiene mucho de trágico, pues antes, el mismo Gaucho Martín Fierro había descripto a los pampas como hombres terribles, que temblaban las carnes al verlo, que no tenían piedad ni de los más chicos. El criollo de las pampas tenía al indio como enemigo, pero aún así, acuciado por las injusticias y la falta de esperanza, se va con su amigo Cruz, llorando al cruzar la frontera hacia los indios.
En la segunda parte, cuando Fierro vuelve de su exilio en las tolderías para contar lo mejor de su relato, nos dice que ha sido una desgracia su estadía entre los pampas. Allí ha quedado sepultado su amigo Cruz. Vuelve después de salvar la vida de una cautiva y rescatarla. Ha matado en duelo al agresor de la cautiva. Poco después comienza a andar con cierta libertad, aunque siempre acosado por la pobreza y los encontronazos. 

El encuentro con sus hijos y con el del Sargento Cruz es muy interesante por los relatos de los muchachos. El Viejo Vizcacha aparece con fuerza en la descripción del segundo hijo de Fierro. Es un personaje indeseable, lleno de malas costumbres y consejos egoístas, aunque algunos de ellos no lo son tanto, dejando claro Hernández que nadie es perfectamente malo, pues antes ha mostrado las fallas de su personaje central. 

Después de que los muchachos han contado sus andanzas, se produce la topada payadoril con un hermano de uno de sus muertos, al que se lo llama simplemente El Moreno. Finalmente, los consejos de Martín Fierro a sus hijos toman una vigencia que trasciende los tiempos. Lamentablemente, las quejas del gaucho también resisten el paso del tiempo por que los motivos para ellas también. 

Hernández fue un luchador federalista y defensor de los derechos del gaucho. Cuando tuvo que empuñar las armas para marchar al campo de batalla, lo hizo; pero su arma más eficaz fue empuñada por Martín Fierro. El rudo gaucho de las pampas argentinas nos dejó muchas enseñanzas. Nos enseñó cómo era la mentalidad del paisano de aquellas épocas, que despreciaba al gringo y al negro, que sentía enemigo al indio pampa pero era capaz de buscar refugio en las tolderías y no dejaba de sentir admiración por las habilidades de esos guerreros de la tierra. Es decir que el gaucho sentía más cercano al pampa que a los inmigrantes. Se percibe también la desconfianza hacia los políticos y la aversión hacia quienes detentaban alguna autoridad, la que enseguida se había convertido en abuso de poder. 

Martín Fierro no es lo único que escribió José Hernández, pero es su obra más conocida y la obra cumbre de la literatura gauchesca, reconocida como propia también por los paisanos del Sur de Brasil y de Uruguay.
Enfrentado con los unitarios, especialmente con Domingo Faustino Sarmiento, José Hernández recorrió gran parte del país por su lucha y por trabajo. 

Aún no había cumplido cincuenta y dos años de edad cuando fue afectado por problemas cardíacos que lo llevaron a la muerte en su casa, en la ciudad de Buenos Aires. José Rafael Hernández y Pueyrredón falleció el 21 de Octubre de 1.886. Su personaje lo sobrevivió, no solo por la belleza poética y la calidad del relato gauchesco, sino también por la vigencia de sus reclamos. 

Martín Fierro ha sido traducido a muchos idiomas del mundo; entre ellos, el quichua santiagueño, primero parcialmente por Don Vicente Salto y después completo por Don Sixto Palavecino. Hubo varias traducciones parciales por parte de diversos quichuistas santiagueños. 

A José Hernández se lo evoca en el nombre de calles de nuestro país, al igual que a Martín Fierro. Uno de los principales premios que son otorgados para periodistas y artistas argentinos lleva el nombre de Martín Fierro.
Hoy recordamos un nuevo aniversario de la muerte de José Hernández, pero es inevitable recordar su vida siempre actual por medio de su obra. 

Entre otras actividades de lucha, Hernández fue Diputado y Senador por la Provincia de Buenos Aires. Su identificación con su personaje fue tal, que al día siguiente de su deceso, un diario puso como titular: “Falleció el Senador Martín Fierro. 

21 de Octubre de 2.014.