“Un día quiero vivir y morir en Santiago. Que se desparramen mis cenizas en el Río Dulce y me acompañe el canto de los vidaleros… Bandeños, préstame tu voz.” Estas palabras en la voz de Geralda Ribeiro Braga, preceden a la grabación por el conjunto Los Bandeños de la chacarera Soñando con Santiago, letra de Geralda y Juan Carlos Carabajal, con música de Juan Carlos Carabajal. Antes, el mismo tema había sido grabado por Juan Carlos Carabajal y El Rejunte con Los Bandeños como invitados.
Al escuchar el canto nostalgioso que expresa el deseo de alguien por volver a Santiago, el oyente se pregunta cuál santiagueño es el que no tuvo alguna vez un sueño en el que volvía al pago. Al mismo tiempo, se pregunta quién es ese santiagueño que con tanta belleza enumera lugares, situaciones y sentimientos propios de nuestra gente querendona del pago y volvedora.
Al enterarse de que la base de esta chacarera santiagueña es un poema escrito en un amanecer de Brasil, por una mujer nacida y criada en São Paulo, el sorprendido y curioso oyente quiere saber más; quiere saber qué llevó a esa persona de tierra tan lejana y cultura diferente a la nuestra, a escribir algo así.
Cada vez que le preguntaron a Geralda el por qué de esa letra tan santiagueña, la respuesta ha sido sencilla: “Es mi declaración de amor a Santiago del Estero”
Curioso, queriendo saber más, el oyente que gusta de saber sobre el origen de los temas musicales santiagueños, pasa a informarse más y descubre que Geralda Ribeiro Braga nació el 16 de Septiembre de 1.956 en la ciudad de São Paulo, Brasil. Es la mayor ciudad de América del Sur, a la que en castellano llamamos San Pablo.
Como ocurría en muchos casos en esa época, Geralda nació en la casa y no en un establecimiento público. Se acostumbraba tener alertada a una señora práctica en asistir partos, generalmente vecina, la que corría para ayudar en el momento que fuese, sin importar la hora, el frío, el calor, la lluvia o el barro rojizo de las calles inclinadas y resbaladizas.
En esa casa del barrio Perús, a dos kilómetros de la fábrica de cemento donde trabajaba su padre, nació Geralda y se crió un tiempo en la misma para después trasladarse a la casa de al lado, construida por su padre y su madre. Esa segunda casa sería su domicilio para toda la vida.
Hija de “mineiros” (originarios del estado de Minas Gerais), gente habituada a la vida rural y luego adaptada a la ciudad, Geralda creció en una familia que sustentaba valores tradicionales, de buena relación con el prójimo y con su propia conciencia. Precedida por un hermano y seguida por otros siete nacimientos, al igual que las niñas de cualquier pago criollo, tuvo de aprender a ayudar en las tareas domésticas y en la crianza de los cinco varoncitos y dos niñitas menores que ella.
Tal como a veces acontecía también en nuestros poblados, ante las dificultades para que el trabajo paterno como enfermero de la fábrica fuese suficiente para tantas personas, tuvo que comenzar a trabajar bien temprano en la vida, sin descuidar la escuela primaria y luego la secundaria, con una de sus hermanas como compañera muy cercana en el estudio.
En la época del secundario, una de sus compañeras y amiga le enseñaba el idioma de sus mayores venidos de España, mientras Gê le ayudaba en el aprendizaje de inglés. Terminada la escuela secundaria, había que trabajar en “la ciudad” (así llaman aún a la lejana zona céntrica), procurando mejores sueldos.
Quitándose horas de descanso para lograr ingresos extras, consiguió cumplir el sueño de formarse Profesora de Historia y luego hacer un postgrado en Política Internacional. Después de unos años en escuelas privadas, entró a enseñar en la escuela estatal donde había aprendido en su infancia.
Ge escribía poesías en un cuaderno y otros papeles. También escribió un libro sobre Política Internacional que quedó a la espera de un viaje en el que vería “la escena del crimen”. Publicó poemas en una antología de jóvenes poetas brasileros.
Muy ligada al sindicato docente, en esa institución tomó un curso informal de Lengua Española. El Profesor, al percibir su capacidad y entusiasmo, le dio grabaciones de cantantes españoles y argentinos para traducir y entender las diferencias de pronunciación y vocabulario.
Hubo un conjunto argentino que le llamó particularmente la atención por su estilo y su vocabulario: Los Manseros Santiagueños. De los temas, el preferido por que despertaba sentimientos fuertes en su corazón: Entra a mi Hogar. En cuanto a palabras desconocidas que se escuchaban en otros temas, el Profesor le dijo que era quichua.
Su deseo en la vida pasó a ser el conocer esa tierra de gente generosa y a la vez resistente ante el idioma del invasor europeo. La historia de su primer viaje a Santiago del Estero merece un espacio grande, al igual que las circunstancias en qne fue conociendo gente de la Madre de Ciudades.
Una vez instalado Santiago del Estero en su corazón, más que nada por la gente que fue conociendo, de distintos niveles en cuanto a fama o situación económica, decidió que al jubilarse vendría a vivir en esta tierra que abría su hogar para que los visitantes se sintiesen en casa.
Una mañana en São Paulo, despertó con deseos de escribir para sus amigos argentinos y, casi sin proponérselo, salió su primer poema en castellano, al que llamó Soñando con Santiago. Con la facilidad de Internet, lo envió para varios santiagueños, los que se alegraron y emocionaron ante la novedad.
Tiempo después, Juan Carlos Carabajal le avisó que había “charqueado” el poema para darle forma de chacarera y más adelante le puso música. Hechos los registros legales, Soñando con Santiago ha sido grabada por Juan Carlos Carabajal y El Rejunte, con Los Bandeños. Posteriormente, Los Bandeños la han grabado en el disco que tiene por nombre el mismo de esta chacarera.
Geralda seguía con sus viajes a Santiago y sus planes de mudarse cuando se jubilase, pero no sabía que estaba muriendo. Su muerte comenzó hace décadas, cuando alguien le invitó un cigarrillo para calmarla en un velorio. Los productos químicos contenidos en el pequeño cilindro de papel hicieron su macabro trabajo, convirtiéndola en su esclava, hasta que por amor a Santiago, ella decidió abandonar ese mal hábito.
Pero el cigarrillo no la abandonó; ya había instalado sus efectos como una bomba de tiempo, como suele ocurrir. Sus pulmones continuaron debilitándose, con consecuencias para todo el organismo, hasta hacerla entrar en centros de salud en Santiago y en San Pablo.
Finalmente, al cabo de quince días de internación, mientras la Luna resplandecía en el cielo paulista, ese lindo corazón santiagueño nacido en la gran ciudad brasilera, paró de funcionar, echando por tierra las esperanzas de sus seres queridos.
Geralda Ribeiro Braga falleció en un sanatorio de Franco da Rocha, municipio cercano a São Paulo, antes del amanecer del Domingo 5 de Octubre. El Lunes fue sepultada en el cementerio de su barrio, quedando a la espera de que sus cenizas un día no muy lejano viajen a su querido Río Dulce.
Mucha gente de Santiago del Estero, especialmente de nuestro Alero Quichua al que supo integrarse, quedó parafraseando el estribillo de la más conocida de sus dos chacareras santiagueñas: “No quiero pensar, Geralda, lo lejos que estás ahora. Si tan solo de saber, como el crespín mi alma llora.”
07 de Octubre de 2.014.