::: Alero Quichua Santiagueño :::

Por Crístian Ramón Verduc

03/04/2007

“Federales de Varela, liberales de Taboada, dispuestos para la lucha, están en Pozo de Vargas” dice en su comienzo una zamba que cantaba Roberto Rimoldi Fraga. Esta zamba cayó en el olvido antes de ser muy difundida y hoy es difícil conseguir una grabación, o aunque más no sea el nombre de la misma y sus autores. ¿Cuántas versiones hay de la Zamba de Vargas? ¿Cuántas veces los santiagueños, orgullosos por el triunfo de nuestros guerreros, hemos cantado la versión que conocimos por Don Andrés Chazarreta? Más allá de los triunfalismos y las tendencias políticas, es interesante hechar una mirada hacia aspectos estrictamente humanos en esta contienda, aunque sin perder de vista el concepto de Patria. Aquí también podemos hacernos otro planteo: ¿De qué patria hablamos? ¿Cuál patria es más cara a nuestros sentimientos? ¿La Patria Argentina, la Patria Chica Santiagueña o la Patria Grande Latinoamericana?

Luego de independizarse de España, nuestro país se debatía en luchas entre unitarios y federales. El Paraguay, entretanto, crecía económicamente y se fortalecía produciendo lo necesario para subsistir, vendía los excedentes y con esas ventas compraba sin endeudarse. Este modo de vida del país guaranítico causaba preocupación en otros. Podemos leer muchas versiones en relación a los mismos hechos. Luego podríamos discutir largamente y aún así, es posible que no lleguemos a convencernos respecto a si Paraguay estaba coartando la libertad de comercio de las otras naciones sudamericanas, si pretendía expandirse invadiendo a los vecinos, o si simplemente era peligroso que se constituyera en un “mal ejemplo” para América Latina. El caso es que, los dos países más grandes de América del Sur: Brasil y Argentina, además del Uruguay, se aliaron para conjurar el peligro que significaba el Paraguay. La Triple Alianza tardó más de cinco años en diezmar al país vecino, arrebatando la vida de casi la totalidad de los varones de seis años de edad en adelante. Las mujeres también recibieron su parte en la masacre. Obviaremos en esta ocasión comentarios sobre las cartas de los próceres victoriosos, pues deberíamos mencionar pedidos para la matanza incluso de fetos, de poblaciones arrasadas sin respetar mujeres, niños o ancianos y otras acciones militares efectuadas por los aliados para “liberar” al pueblo paraguayo de la opresión de Solano López. La enconada resistencia de los invadidos nos hace dudar de que se sintieran oprimidos por López. Por otra parte, llama la atención el envío, por parte de las provincias argentinas, de voluntarios maniatados. En Brasil, los hombres iban a la plaza de su pueblo a fiestas anunciadas por el gobierno. Allí, aparecián tropas armadas que levantaban a todos y los llevaban a la guerra. Se dice que los jóvenes de esa época, optaron por salir a la calle disfrazados de mujer. No debemos olvidar que de este infeliz enfrentamiento los cuatro países salieron mal, especialmente el Paraguay que fué destruído. Los tres aliados quedaron fuertemente endeudados, por la compra de insumos militares a Inglaterra.

En esos tiempos de guerra, los montoneros habían iniciado en Cuyo un movimiento contra el gobierno central unitario. El General Felipe Varela le pedía por carta al General Justo José de Urquiza que se pusiera al frente del movimiento federal y exigiese el cumplimiento de la Constitución de 1.853. Felipe Varela había tomado bajo su mando a La Rioja. El 10 de Abril de 1.867, en la cortada de ladrillos de Vargas, a poca distancia de la capital riojana, se enfrentaron las tropas de infantería y caballería bajo el mando del General Antonino Taboada por un lado y del montonero Felipe Varela por el otro. La cantidad de sangre criolla derramada en esa tarde triste fué mucha. Sangre de hombres íntegros que luchaban convencidos de estar en el bando correcto. La valentía y arrojo de los luchadores en ambos lados merece el silencioso homenaje de todos nosotros. A 140 años del dramático enfrentamiento en Pozo de Vargas, elevemos nuestro pensamiento hacia quienes lucharon o luchan denodadamente por sus convicciones.

No podemos ni queremos desechar los interrogantes que se plantean a la luz de la Batalla del Pozo de Vargas: ¿Felipe Varela era un traidor a la Patria por sublevarse cuando el país estaba en guerra, o es un héroe nacional que se jugó e intentó por todos los medios evitar que la Nación Argentina perpetrara un genocidio contra el Paraguay? Los hermanos Taboada y sus subordinados...¿Son héroes forjadores de la Unidad Nacional, o fueron “peones” mandados por los “capataces” de Buenos Aires que, a su vez, debían cumplir con los “patrones” británicos?... ¡Cuántas dudas! ¡Cuántas preguntas! ¡Cuántas lágrimas contenidas! ¡Cuánto duele, en algunos casos, pertenecer a la Patria Humana!...

“Vencieron los santiagueños,

lo dice una vieja zamba,

pero la verdad amarga es:

la Patria fué derrotada,

por que tan solo la muerte

triunfaba en esa batalla.”

03 de Abril de 2.007.

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