“Causanimi agonizaspa, huañus causan de un dolor”. La Arunguita es uno de los clásicos temas folclóricos en quichua. Es una de las valiosas recopilaciones de Don Andrés Chazarreta, que recorrió la campaña santiagueña rescatando las voces cancioneras de la tierra misma. Esas andanzas también le sirvieron de inspiración para creaciones propias.
La Arunguita es una danza tradicional un poco distinta a las otras. La letra es un poco inconexa entre las estrofas y el estribillo, como un reflejo de la época en que se cantaban coplas sueltas acompañadas de una melodía que generalmente estaba antes. En muchos casos, a músicas preexistentes, los paisanos les “calzaban” coplas también preexistentes por el afán de cantar lo que los músicos tocaban.
La letra de La Arunguita, así como la conocemos, es un reflejo de cómo ya estaban fusionados el quichua y el castellano en los lugares y época en que anduvo Don Andrés Chazarreta por los campos y montes de nuestra provincia.
La Arunguita es uno de los temas tradicionales que el Maestro aprendió de los cantores sacheros (del monte). No sabemos concretamente el significado de la palabra Arunguita, aunque algunos quichuistas dicen que Arunga o Arunguita es simplemente un apodo cariñoso. Habrá que seguir averiguando.
El canto comienza con una queja, pues Causani se traduce como Vivo (yo vivo, del verbo vivir). Llama la atención que en vez de causani diga causanimi. El Profesor Domingo Bravo explica que el sufijo Mi es afirmativo recalcante, que refuerza lo dicho por la palabra a la que se agrega. Mi equivale a “así es” o, mejor aún “ciertamente, así es”, según nos explica el yacháchej peruano Jaime Salazar. Por lo tanto, causanimi podría ser una afirmación indubitable de “así vivo”. Sigue una palabra castellana con la terminación quichua spa, la que forma el gerundio del verbo, en este caso del verbo Agonizar; por lo tanto, agonizaspa significa agonizando.
Huañus es un apócope de huañuspa, que significa “muriendo”. Encontramos otra palabra castellana (causa) con una N final que es el adjetivo posesivo de tercera persona (su causa), con lo que formamos la idea: “Vivo agonizando, muriendo por causa de un dolor”.
El siguiente par de versos: “Por una preciosa flor, sonckoyta martirizaspa”, es una muestra de la mezcla habitual del castellano con el quichua: Sonckoyta es mi corazón (sónckoy) con el acusativo ta (a mi corazón). En martirizaspa volvemos al gerundio (martirizando).
A continuación, lo que se canta con la música de La Arunguita es parte de un antiguo juego de niños. Es un juego de preguntas y respuestas al que los quichuistas llaman María Sima. Para La Arunguita, se adaptó parte de una de esas María Sima: “¿Máytaj mamayqui? – Yacuman ‘rera. (¿Dónde está tu madre? – Se fue hacia el agua)” Donde máytaj equivale a la pregunta ¿dónde? y la desinencia yqui cambia mama (madre) para “tu madre”. Yacu (agua) con el sufijo man que indica dirección y el verbo ‘riy (ir) en tercera persona y tiempo pasado.
Si fuese el juego de María Sima, seguirían las preguntas y respuestas: “¿Máytaj chá yacu? – Toritu upiara (¿Dónde está esa agua? – El torito la bebió). ¿Máytaj chá toritu? – Cuchillu huanchera. ( ¿Dónde está ese torito? – El cuchillo lo mató). ¿Máytaj chá cuchillu? – ‘Rumi gastara. (¿Dónde está ese cuchillo? – La piedra lo gastó). ¿Máytaj chá ‘rumi? – Para yacu yacuyachera. (¿Dónde está esa piedra? – El agua de lluvia la hizo agua o la disolvió)”. Y el juego se prolonga con más preguntas y respuestas rápidas, con ese sentido u otros.
Para los quichuistas se llama María Sima, pero existe en varias culturas con distintos nombres. En algunos pueblos, los niños recitaban estos complicados trabalenguas mientras jugaban en los columpios o hamacas, o mientras saltaban la cuerda. Es posible que estos juegos hayan llegado a nuestro continente con la conquista europea o en tiempos coloniales, o tal vez ya estaban aquí y se fusionaron con lo recién llegado. En muchos casos, el juego de preguntas y respuestas cuenta una pequeña historia y en otros casos tiene poco sentido e incluso puede carecer de él, pero tiene una cierta belleza verbal y sirve para agilizar la mente infantil.
Pero la letra de La Arunguita toma un rumbo distinto luego del breve intercambio tomado de una María Sima. Después de “¿Máytaj mamayqui? – Yacuman ‘rera” sigue un sujestivo “Tatayqui, ‘rispa, Arunga, sujoan tarera. (Tu padre, yendo, Arunga, con uno la encontró.” Es como si fuese que la letra está formada por coplas unidas caprichosamente o con poco sentido. Esto no debe de haber pasado inadvertido para el Maestro Don Andrés Chazarreta, pero en su tarea de recopilador debía reproducir fielmente lo que cantaban los paisanos.
La letra termina con un galante “Arunguítay chiquitita, Arunguita de mi amor”. La y final en el apodo Arunguita suele pronunciarse o no; es el adjetivo posesivo de primera persona singular: Mi, mío o mía, que permite decir “Mi Arunguita (Arunguítay)” si uno prefiere así a decir simplemente “Arunguita”.
El comienzo de la segunda parte es un reclamo: ¿Imapajmi niaranqui “ckampajllami capusckayqui”? Sujta sujta, munacuspa, sonckoyta nanachianqui. (¿Para qué me dijiste “tuya nomás he de ser”? Queriendo a uno y a otro, a mi corazón hacer padecer). Después se parece en todo a la primera, a partir de “¿Máytaj mamayqui?...”
El Maestro, músico, investigador, recopilador, autor y difusor de nuestras tradiciones, Don Andrés Chazarreta, Patriarca del Folclore Argentino, nació en la ciudad de Santiago del Estero el 29 de Mayo de 1.876. En honor a su denodada lucha, su enorme trabajo para la difusión del arte nativo, la Sociedad de Folcloristas Santiagueños impulsó la designación del día de su natalicio como Día Provincial del Folclorista. Después, la Senadora Nacional Ana Corradi promovió la Ley 26.665, por la cual se insitituye al 29 de Mayo como el Día Nacional del Folclorista a partir del año 2.011.
Es un acto de verdadera justicia el reconocimiento a nivel nacional para la obra del Patriarca del Folclore Don Andrés Avelino Chazarreta. Estamos a pocos días de un nuevo Día del Folclorista, pero la Casa Museo de Don Andrés Chazarreta, ubicada en la calle Mitre 127, declarada Monumento Histórico por la Municipalidad de la Ciudad de Santiago del Estero, se encuentra ante un destino incierto, con un cartel que anuncia su venta.
¿Qué deberíamos hacer los santiagueños? ¿Qué deberíamos hacer los folcloristas argentinos? ¿Comprarla y armar nosotros nuevamente el Museo? No estaría mal.
Ese Nosotros podríamos ser todos los santiagueños o, mejor aún, todos los argentinos. ¿Y si delegamos la compra y cuidado del Museo en un organismo del Estado? Podríamos pagar con impuestos, o se podría tomar una parte de lo que ya se paga.
Habría que pensarlo y tomar una decisión pronto, no vaya a ser que acabe comprando la casa alguien a quien no le interesa nuestra personalidad como Nación.
27 de Mayo de 2.014.