Si habitualmente tocamos una herida, ésta duele y tarda en cicatrizar. Algunos argentinos cada año, otros más seguido y muchos todos los días, estamos recordando las Islas Malvinas y el sacrificio de nuestros soldados por recuperarla en 1.982.
No está de más recordar en esta ocasión que las Islas Malvinas, geográficamente e históricamente, forman parte del territorio argentino, que fueron usurpadas por el imperio británico el 2 de Enero de 1.833, que faltando nueve meses para que se cumpliesen ciento cincuenta años de ocupación británica, las Fuerzas Armadas Argentinas recuperaron el territorio usurpado.
Es conocido también que, en 1.982, nuestro país debió enfrentar una nueva Guerra de la Triple Alianza, pero en esta ocasión desde el bando minoritario. Pese al heroísmo y profesionalismo demostrado por muchos de los combatientes argentinos, una abrumadora cantidad de factores adversos llevó a la capitulación de nuestras Fuerzas Armadas el 14 de Junio de ese mismo año. En los meses posteriores, la hasta entonces militarizada América Latina volvió a ser administrada por civiles.
La República Argentina debió desmilitarizarse y desmalvinizarse por varios años, hasta que poco a poco y trabajosamente, la mayoría del pueblo argentino comenzó a retomar consciencia respecto a la Causa Malvinas.
Por su parte, el imperio británico continúa con su plan invasivo. Para ello, cuenta con aliados en ambos hemisferios terrestres, incluso entre inocentes (o no tanto) paisanos nuestros. A los habitantes de las islas, Inglaterra ha comenzado a tratarlos con mayor consideración que hasta 1.982. Aumentó la presencia militar británica en la región, al tiempo que nosotros debemos escuchar todos los días que militar es mala cosa, hasta que nos convenzan. Por varios medios están haciendo que nuestros paisanos usen ropas que muestran frases o banderas inglesas, que usen palabras inglesas en el habla cotidiana y que miren feo a quienes hablan mucho de la Gesta de Malvinas. Operan en varios aspectos de la cultura popular de toda la región para vender y para seguir impunemente con la explotación de los recursos en los territorios invadidos.
Los gobernantes ingleses, gente de otros países y… algunos argentinos, manifiestan que las Islas Malvinas son británicas por que así lo prefieren sus pobladores. Si trasladamos el concepto a los delitos individuales, podemos deducir que cualquiera de nosotros puede invadir la casa del vecino y declarar que queremos seguir viviendo en esa casa, pues los antiguos dueños no tienen derecho al haber sido expulsados. Es absurdo.
Desde hace más de medio siglo, en la Organización de las Naciones Unidas existe un Comité de Descolonización, que considera los casos de territorios a los que habría que independizar por estar en una situación de coloniaje. Para las Naciones Unidas, las Malvinas son un territorio con su soberanía en litigio, pero admite que continúe bajo el dominio inglés. En pocas palabras, las Naciones Unidas siguen cuidando de los intereses de las potencias imperiales que la fundaron, sin preocuparse demasiado por combatir el robo, la piratería y la usurpación, mientras estos delitos no afecten a los países más poderosos del mundo.
Los más de seiscientos muertos en la guerra, las consecuencias sufridas por los combatientes que volvieron, las consecuencias que aún hoy sentimos por la afrenta de tener la casa invadida, ahora en forma descarada, son parte de la herida abierta que es la Causa Malvinas. Mentes conciliadoras llaman al paulatino olvido, para permitir el cierre de las heridas. Hay quienes confunden a los militares que comandaban el país por esos años, con el concepto de militar argentino.
Los patriotas que defendieron la integridad territorial en las islas, desde Luis Vernet y su gente hasta el día de hoy, pasando por los héroes de la Guerra de Malvinas, no merecen el cómodo olvido ni el conformismo; mucho menos merecen que sigamos abriendo las puertas de nuestra casa y de nuestra cabeza o de nuestro corazón, a los invasores.
Debemos hablar bien con nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros vecinos, hablar muy especialmente con los que de un modo u otro son agentes educadores. Debemos hacer notar que cada actitud pro anglo entre nosotros, por pequeña que sea, es un atentado contra la soberanía nacional. Debemos asumir que la autodefensa es obligación nuestra, no solamente de supuestos especialistas a los que contratamos por medio de los administradores de turno, dejando a todos ellos hacer lo que se les antoje. Debemos hacernos fuertes como grupo humano. Si hoy son muchos los que no están conscientes de que el futuro de nuestras familias depende de lo que nosotros hagamos, vamos a esforzarnos para lograr que mañana seamos más los que luchemos por la toma de consciencia de autoprotección para nosotros y nuestros descendientes.
Si seguimos obrando como amigos del enemigo, seguiremos perdiendo las Islas Malvinas, las islas Georgias del Sur, Sandwich del Sur, las islas del canal de Beagle y, cuando no haya más islas para arrebatarnos, veremos al enemigo instalado cómodamente en nuestra casa, quitando el lugar y los recursos de nuestros hijos, nietos y demás descendientes.
Debemos estar atentos a lo que nos dicen, especialmente desde el jefe de familia conocido como televisor. También debemos estar atentos a lo que nosotros mismos decimos y hacemos, pues somos proclives a imitar lo que después va a dañarnos. Los invasores saben de estas debilidades y atacan apoyados en ellas.
No olvidemos a los héroes de la Guerra de Malvinas. No olvidemos que tenemos invadida una parte de nuestro territorio y que debemos recuperar lo que nos ha sido robado. No caigamos en la tentación de parecernos al invasor, pues no somos parecidos. Los argentinos y quienes nos invaden tenemos raíces históricas muy diferentes e intereses encontrados. No hay lugar para la conciliación si ella exige la aceptación del despojo. No seamos cómplices de quienes nos roban.
La gran herida que nos ha dejado la Guerra de Malvinas va a cerrarse y cicatrizar una vez que el conflicto por la soberanía sea resuelto en forma justa. Por ahora, Inglaterra y sus cómplices mantienen la usurpación y el colonialismo, mientras que nos mandan a decir que no es cosa buena andar reclamando devoluciones.
Si no es todos los días o aunque sea cada mes, por lo menos cada 2 de Abril debemos reafirmar nuestro sentimiento patriótico para rendir un justo homenaje a los combatientes de Malvinas. No debemos olvidar nuestro derecho sobre nuestras islas.
Es lógico que una persona o una comunidad quiera vivir en paz, sin heridas abiertas y sin dolores. Las Islas Malvinas duelen desde que fueran usurpadas en 1.833 y vueltas a usurpar en Junio de 1.982.
Hay una forma eficaz de lograr que las Islas Malvinas dejen de dolernos: Recuperarlas.
01 de Abril de 2.014.