“¿Por qué te dedicas a ese género artístico? ¿Por qué no cultivas lo nuestro, para preservar nuestro bagaje cultural?” Si hacemos esas preguntas a alguno de los artistas de nuestro pago, es muy posible que la respuesta sea: “Por que esto es lo que conozco. Es lo que me han enseñado con el ejemplo y lo que escucho constantemente.”
También puede ser que el género musical elegido por el artista sea más lucrativo que lo auténticamente nuestro. Quien procura ganar dinero o aplausos multitudinarios, tiene que decir, cantar o tocar lo que le guste a una gran cantidad de personas. ¿Será que algunos de los artistas seguidores de multitudes interpretan lo que a ellos mismos les cae bien?
Decía un gran músico que la mayor parte de la población no tiene criterio propio en lo musical, que el gran público es influido por la propaganda. Sabemos que la propaganda tiene el objetivo de convencer al público respecto a determinado producto, para que crea que tal producto es muy bueno. La repetición del mensaje, el que ha de darse de un modo ameno, llamativo y convincente, hará que aumenten las ventas.
La gente termina comprando, muchas veces sin saber muy bien por qué. Suelen decir: “Según la propaganda, es bueno”. Algo así ocurre con la industria discográfica. Un tema musical se difunde por todos los medios posibles, para que la población lo escuche muchas veces por día. Pasado un cierto tiempo, incluso las personas cuyo criterio les dice que ese producto del mercado musical no es del todo bueno, se sorprenden a sí mismas tarareando esa música que ha taladrado sus tímpanos durante varios días. Decía Felipe Corpos: “Gota a gota, ablanda piedras el agua en sus golpes lentos…”
En el ambiente folclórico rentado hay grupos corporativos, alianzas, tramas, acuerdos, estrategias comerciales… en fin, prácticamente lo mismo que tiene cualquier mercado competitivo de otros productos. Quienes pugnan por entrar en ese circuito, buscan imitar las actitudes y actuaciones de los famosos. Otros optan por impactar con algo novedoso y en algunos casos cercano al absurdo o rayano en lo grosero, todo sea por vender discos o actuaciones, o cosechar aplausos.
El público manda, los números mandan, cuando el objetivo es armar un espectáculo lucrativo, que rinda dinero. Pero no hay que apresurarse a juzgar al músico o cantor y tildarlo de mercenario, pues él también es parte de esa masa humana que sigue los dictados de la propaganda; es alguien del pueblo que se formó artista.
Hay otros ámbitos artísticos, técnicamente más elevados que los masivos, donde se tienen más en cuenta los aspectos técnicos del arte. En esos ambientes selectos, el público es conocedor y es crítico. El artista que los deleite debe estar muy bien preparado. Si gusta, la remuneración es grande.
Así es como hay músicos, cantores, bailarines y artistas en general dentro de los distintos géneros, cada uno movilizado por sus anhelos y logrando llegar a determinado público. Están también los que tienen como únicos oyentes a sus afectos más cercanos por propia decisión.
El artista precisa ser talentoso para atraer la atención del público. Ese talento puede estar en su capacidad técnica o en su carisma; también puede llamar la atención por ofrecer algo poco habitual o novedoso.
En estos casos, nos hemos referido a lo que es habitual: La persona que practica un arte y sueña con un éxito visible, como lo es una buena recaudación o el halago del aplauso multitudinario. Ese artista va a buscar por distintos medios hasta encontrar el camino que lo lleve hacia el soñado éxito.
Estamos dando por sentado que es artista quien se presenta y expone ante un público mas o menos numeroso. No es menos artista el que practica un arte solo por diversión o satisfacción íntima, para compartirlo con sus afectos cercanos o a solas. También hay quienes procuran encauzar sus aptitudes artísticas dentro de una actividad cultural.
El Alero Quichua Santiagueño es un movimiento cultural nacido con la finalidad primera de llegar con el quichua a la radio, el medio de difusión más poderoso que existía en nuestra provincia en 1.969. Una vez iniciada la audición, los primeros integrantes del Alero Quichua agregaron otras actividades al movimiento: Clases de quichua, conferencias, debates, visitas a zonas quichuistas, actuaciones del grupo nativista en distintos lugares de la provincia, etc.
Los primeros artistas del Alero se dedicaban a difundir el quichua cantado o recitado, matizando así los diálogos en quichua y las clases que se impartían en la audición radial. Poco a poco, fueron incorporándose los músicos que tocaban temas tradicionales santiagueños y los cantores que no sabían quichua pero hacían su aporte interpretando el cancionero de nuestra provincia.
Con el paso de los años y el crecimiento numérico del grupo, en ocasiones se hizo difícil mantener la claridad de objetivos, y la popularidad lograda por el Alero Quichua hizo que algunos vieran la audición radial como un buen lugar para hacerse conocer. Si bien es cierto que el promover la fama de los músicos y cantores no es uno de los objetivos de este grupo cultural, es lógico que los oyentes han de identificar a los talentosos.
Entre los muchos exponentes artísticos del Alero Quichua, destacamos la figura señera de Don Sixto Palavecino, quien persistió hablando y cantando en quichua, tocando la música de nuestra tierra santiagueña. Hasta los últimos días de su vida insistió en que los que sepan quichua sigan hablando quichua, nos invitó a quichuizar el mundo y a seguir la huella que está trazada para los santiagueños.
Cuando un músico o cantor de otra provincia visitaba el Alero, Don Sixto le pedía que intepretase lo de su pago. A la gente de Santiago nos indicaba lo mismo: Interpretar la música de nuestro pago. Como diría Felipe Corpos: Cada uno desde su propia estatura.
La audición radial del Alero Quichua Santiagueño no es un lugar donde se deba armar una fiesta de músicos que se ofrecen para animar los bailes de los lugares lejanos donde se escucha nuestro programa. La audición del Alero debe responder a la finalidad para la que ha sido creada, la cual es rescatar y difundir los auténticos valores tradicionales de Santiago del Estero a partir de la lengua quichua. Si no hay cantores quichuistas, han de cantar “en santiagueño”. Si no hay gente dispuesta a interpretar el folclore de nuestra provincia, tenemos una gran cantidad de grabaciones auténticamente santiagueñas y quichuistas.
La cultura no vende, no es comercial y no es tan popular como muchas veces decimos. Hay una gran mayoría que prefiere bailar que escuchar y aprender. Debemos persistir e intentar hacer oír lo que pertenece a Santiago del Estero, especialmente la lengua quichua. Para otras expresiones, hay decenas de programas radiales que se emiten todo el año por muchísimas radios.
Como institución cultural creada para un fin específico, debemos ocuparnos de difundir el quichua y las tradiciones santiagueñas. Si verdaderamente queremos que lo nuestro sobreviva, tenemos que llevar a oídos de la gente el quichua y todo lo que sea auténticamente santiagueño, en vez de seguir el cambiante gusto de las mayorías.
Un movimiento cultural es exitoso cuando consigue mantenerse fiel a sus objetivos. El número de seguidores debe venir como consecuencia de esa actitud honrosa. Seguiremos bregando para ello.
24 de Septiembre de 2.013.