Estamos en plena Semana de Santiago. Pasaron La Marcha de los Bombos, el aniversario de Las Sachaguitarras Atamishqueñas, por nombrar solo dos de los grandes acontecimientos de estos días. Llega la vigilia en la Plaza Libertad, disfrutando de la música folclórica y el encuentro con amigos mientras esperamos la medianoche, el comienzo del día en que Santiago del Estero cumplirá 460 años desde su fundación por Don Francisco de Aguirre.
No está de más recordar que, si bien no olvidamos la entrada de Don Diego de Rojas al territorio santiagueño, la posterior fundación y traslados de la Ciudad del Barco por parte de Juan Núñez de Prado, se toma como fundación de nuestra ciudad la de Francisco de Aguirre el 25 de Julio de 1.553.
Cabe también recordar que Núñez de Prado venía de El Barco de Ávila, en Castilla, al igual que su mentor Don Pedro de la Gasca; por eso llamó Ciudad del Barco a sus asentamientos en nuestra región. Aguirre venía de Chile, enviado por Don Pedro de Valdivia, devoto de Santiago Apóstol y fundador de Santiago de Chile. Era lógico que Aguirre diera a nuestra ciudad el nombre de Santiago, con el agregado "del Estero" por que el Río Dulce dejaba lagunas o esteros en sus márgenes luego de las grandes crecientes. Es posible que una gran laguna cercana al nuevo asentamiento de la ciudad, motivara que el nombre surgiese en singular y no como "de los Esteros".
Entre nosotros hay una creciente aceptación hacia nuestros ascendientes originarios de estos territorios. Pueblos enteros se reconocen descendientes directos de los antiguos pobladores, anteriores a la llegada de los españoles. Hay quienes evocan y reviven antiguos ritos y tradiciones de los pueblos originarios de nuestras llanuras o de las no tan lejanas montañas. Todo ello no quita que festejemos jubilosamente cada aniversario de la fundación por parte de los españoles.
Entre el pueblo argentino hay una mayoría de criollos producto de la convivencia marital entre europeos, americanos y africanos a lo largo de nuestra historia. Los argentinos no descendemos de los barcos. Una parte de nuestros antepasados lo hicieron para encontrarse con estas tierras nuevas para ellos. Otros de nuestros antepasados descendieron de las montañas cercanas y otros ya vivían en estas llanuras.
En la época de la conquista y la colonia, se llamaba criollo al hijo de españoles nacido en estos territorios americanos. Con el tiempo, el concepto de criollismo pasó para los mestizos, descendientes de europeo y originario de América. Con el correr de los años y las oleadas inmigratorias, los criollos argentinos hemos pasado a tener antepasados de varios orígenes.
El sentimiento criollo y fiestero nos lleva a festejar el aniversario de la fundación de nuestra ciudad por parte de los españoles, mientras que por otro lado adherimos con fervor a las corrientes indigenistas. Los santiagueños tradicionales procuramos hablar un buen castellano cuando es necesario, sin dejar de apelar a los regionalismos en las conversaciones de entrecasa, con amigos o en exposiciones públicas del folclore tradicional.
Un aporte muy importante que podemos hacer en bien de nuestra condición de criollos santiagueños, es aprender y divulgar la lengua quichua en su variante dialectal local, la que fuera conservada por nuestros antepasados nacidos en estos llanos de salitrales, algarrobales y esteros.
El hecho de aprender otras lenguas y conocer otras culturas va a incrementar nuestra formación intelectual. Eso no significa que debemos corromper nuestro idioma quichua o nuestra habla cotidiana de buen castellano santiagueño con la introducción de vocablos extraños que no se necesitan. No hay que caer en la trampa de quienes dicen que el idioma debe cambiar permanentemente. La verdad es que los idiomas deben evolucionar a partir de sí mismos, en un proceso lento y firme, no involucionar por la invasión impuesta por quienes detentan algún tipo de poder.
Santiago del Estero es atractiva para propios y visitantes. Los santiagueños que andamos lejos, soñamos con volver al pago y encontrarlo mejor, pero siendo el mismo. Es alentador ver las construcciones que han de traer algo bueno para Santiago. La marcha hacia lo moderno trae esperanza de algún día vivir en una ciudad limpia, ordenada y segura. Ya tenemos la alegría y las fiestas, ahora debemos procurar lo que nos falta.
Los visitantes llegan a Santiago atraídos por toda una mística que habla de chacareras, vidalas, bombos, cajas, guitarras, gente criolla respetuosa y amable, Puente Carretero, Mercado Armonía, Plaza Libertad, Patio del Indio, Parque Aguirre, Río Dulce, chipaqueros, vendedores de empanadas caseras, músicos, cantores y bailarines santiagueños, famosos o desconocidos a nivel nacional.
Es bueno que se vaya agregando confort y seguridad al visitante, pero sería lamentable que nos privemos y privemos al turista de alguno de los atractivos generados por el modo de ser de Santiago del Estero. Hay que ser cuidadoso, para hacer que el visitante se sienta confiado como si la casa que visita fuese suya, pero debemos evitar que se sienta como si no hubiese viajado, como si hubiese gastado dinero en vano, para no ver nada distinto a su ciudad de origen.
La mejor forma de atraer mas amigos turistas y hacer placentera la estadía de ellos y los santiagueños que viven lejos, es acrecentar las bondades del auténtico Santiago del Estero, ese Santiago folclorista y fiestero aunque capaz de interpretar la música del todo el mundo, ese Santiago de gente buena y amable, aunque cada vez mas atenta para no caer en el engaño.
Es hora de santiagueñizar bien nuestro Santiago, mejorando pero conservando sus monumentos característicos, como son el Puente Carretero, el Puente Negro, el Mercado Armonía, la Plaza Libertad, el quichua santiagueño, el Patio del Indio Froilán, el Patio de la familia Carabajal, etc. Se están haciendo obras grandes para el bien común, lo cual es muy plausible y alentador. Debemos cuidar que tales obras no sean agresivas contra la Naturaleza y nuestro modo de ser.
Santiago del Estero cumple años ¡Felices 460 años, Ciudad Madre de Ciudades!
24 de Julio de 2.013.